En algunos países de Europa y Asia ha empezado el deconfinamiento tras varios meses de cuarentena obligada por la pandemia de Covid-19. Poco a poco se han reducido las restricciones a las actividades comerciales, laborales y académicas, dictando a la vez que el aislamiento social obligatorio sea reemplazado por el distanciamiento social, el cual requiere de una adecuada capacidad adaptativa.
De este distanciamiento y las nuevas normas que se establezcan a partir de la “apertura de la puerta”, dependerá en buena medida nuestra supervivencia, considerando que mientras no exista una vacuna contra el Covid-19, el virus seguirá estando presente, conllevando el riesgo permanente de contagio, indica la médico psiquiatra de la Clínica La Misericordia, Candelaria Rambal.
La capacidad adaptativa puede estar interferida por la presencia de algunos síntomas y patologías mentales durante la cuarentena o como secuela de la misma, es por ello que el éxito del manejo del confinamiento implica la prevención de la enfermedad. Actualmente en Colombia el impacto psicológico causado por la cuarentena es de 75%, un porcentaje significativo, capaz de causar un deterioro global en el funcionamiento del individuo, advierte la profesional.
De la misma manera indica, que la Asociación Colombiana de Psiquiatría anuncia una pandemia de enfermedades mentales, para las cuales se debe estar preparado y brindar de la misma manera una atención oportuna a quienes lo necesiten.
Ahora, un interrogante es ¿cuáles serán esas enfermedades? La respuesta es muy escueta, hasta hoy no existen estudios concluyentes, toda vez que esta pandemia es nueva en todos los sentidos, sin embargo, existe un amplio número de artículos científicos postcuarentenas pasadas, que reportan efectos psicológicos negativos especialmente en tres grupos de personas, las primeras, por haber perdido un ser querido; en el personal de salud y en pacientes con psicopatología previa.
Factores de riesgo
Es de aclarar, indica la doctora Rambal, que Colombia, por ser un país con altos niveles de pobreza, maltrato, violencia intrafamiliar, feminicidios, y las fallas en el sistema de salud, puede aumentar sus agravantes de todas las psicopatologías que se reporten en la postcuarentena.
Estos padecimientos incluyen en primer lugar el trastorno por estrés postraumático, consistente en pensamientos, recuerdos, pesadillas recurrentes depresivas, que el paciente lucha para no tenerlas, acompañadas de depresión y ansiedad, todo esto por haber experimentado o presenciado el peligro de muerte. Puede ser muy frecuente en médicos intensivistas, familiares de víctimas mortales de la pandemia y quiénes llegaron a superarlo.
En los médicos intensivistas, este trastorno puede ser particularmente grave, toda vez que éste no debe tener una duración mayor a los seis meses, sin embargo en ellos la gravedad se acompaña de ira, con una permanencia más allá de los tres años.
Otra patología que se reporta es el trastorno depresivo y de ansiedad, cuyas tasas de suicidio duplican en cifra a un estado previo al de la cuarentena y los síntomas superan los seis meses, advierte la doctora Candelaria Rambal.
En niños se puede observar el trastorno de ansiedad generalizada y el de separación, este último para quienes han perdido un miembro de su familia.
Existen factores asociados a la prolongación de la cuarentena, pues a mayor tiempo, aumentan las complicaciones de salud mental. La preocupación ocupa un margen muy importante, toda vez que existe el temor de contagio, transmitir el virus a terceros, la inquietud por lograr el suministro adecuado de medicamentos, equipos en el trabajo, disponibilidad de tratamiento y hasta la pérdida del empleo.
Estos factores, aunque no son una enfermedad, logran empobrecer el pronóstico de los padecimientos mentales como tal, además de unirse al estigma social que se genera hacia las personas que estuvieron enfermas, sus familias y el personal que atiende el sector de la salud, que en muchos casos debe sortear la violencia de que es víctima al considerarse erróneamente, transmisor del Covid-19.
Otros agravantes pueden estar en las alteraciones de la información, ya sea por mucha, poca o de manera desvirtuada, lo cual se constituye en un factor estresante. En el personal de la salud, pueden surgir algunos síntomas sin llegar al grado de enfermedad, como conductas compulsivas de aseo y desinfección constante, además del ausentismo laboral, con tal de evitar esos espacios.
El manejo del duelo es muy complicado, explica la especialista. Lo doloroso del proceso se puede entender al ver que la mayoría de las víctimas eran personas de las que no se esperaba este desenlace, y peor aún, sin poderlas acompañar y menos despedir con un sepelio.
La cuarentena aún no termina, acabamos de salir de la etapa de ajuste, donde se ha replanteado la vida y hasta se idearon planes a futuro, lo que viene con el distanciamiento social es la etapa de alivio con el impulso de llevar a cabo lo planeado, pero es necesario retomar el ritmo en forma gradual para evitar la frustración.
Comentarios ()