El 8 de marzo se celebra el Día de la Mujer en el cual se “conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona”.
Por ese motivo hoy dedico estas líneas a recordar la esencia femenina porque es desde allí por lo que debe ser valorada en todos los ámbitos.
Y ¿qué es la mujer?
La doctora María Adela Tamés describe así a la mujer: ”Una mujer es una persona humana, con toda la dignidad que connota este concepto. Pero ella, esencialmente, es mujer porque aporta a la humanidad, (con su corporeidad, su preparación física y espiritual) ser madre. La maternidad es para lo que es mujer, aunque no llegue a ser madre por diversas causas.” Y continúa diciendo que es esencial a ella ese ser portadora de la vida. Y es quizá por ser este proceso especialmente exigente fisiológicamente, se dice que se desarrolla en ella más la capacidad para el sufrimiento y la espera.
Y es esa condición, la de ser portadora de vida lo que la distingue y la caracteriza y es esa condición la que nadie, ni tampoco ninguna ideología puede negar, ni distorsionar.
En la carta apostólica La Dignidad de la Mujer en el número 30, San Juan Pablo II afirma: “La fuerza moral de la mujer, su fuerza espiritual, se une a la conciencia de que Dios le confía de un modo especial el hombre: es decir el ser humano.” Y más adelante en esa carta : “La mujer tiene una misión específica de apoyo y compañía y no puede encontrarse a sí misma si no es dando amor a los demás.”
Es que Dios le confía el hombre, le confía el ser humano a la mujer. La mujer se convierte en el eje de la familia y si la familia es el núcleo de la sociedad, es la mujer el eje de la sociedad. Por esto es tan importante que la mujer mantenga muy claro su papel porque ella es la que tiene la responsabilidad de conservar las tradiciones, valores y los recuerdos de la familia y de la comunidad a la cual pertenece.
En el campo laboral
La capacidad femenina de acoger, de hacer ambiente- de saber “dar una especial dimensión humana en la vida de relación, en el hogar, en su ámbito profesional del hogar, ese estar pendiente para ayudar a quien lo necesite” – es lo que hace su aporte insustituible a la humanidad.
Con relación al aporte de la mujer a la sociedad, San Josemaría Escrivá lo describe así:
“La mujer está llamada a llevar a la familia, a la sociedad, a la Iglesia, algo característico, que le es propio y que ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad”.
A veces se ha identificado a la mujer más con el corazón que con la razón, sin decir con esto que la mujer tenga menos capacidad intelectual. Hay dos matices que la caracterizan: mayor creatividad y un conocimiento más intuitivo que da rapidez y originalidad a las soluciones que ella emplea y esto es valioso en el campo profesional. Además es constante en sus tareas. A la mujer le interesan las personas en concreto: por lo tanto el personal de trabajo y el cliente.
Hoy se ha detectado que estas cualidades femeninas aportan a las empresas grandes beneficios y es por esto que la mujer ha desplazado al personal masculino con gran ventaja. Es importante que la mujer valore su esencia y sus cualidades y sepa cultivarlas sin dejar que “el patrón masculino anule lo que le es propio.”
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