“Todos los bautizados en la tierra, las almas del Purgatorio y todos los beatos que están ya en el Paraíso forman una única gran Familia. Esta comunión entre tierra y cielo se realiza sobre todo en la oración de intercesión”, dijo en la Plaza de San Pedro en Roma en 2014, el Papa Francisco con motivo de la Solemnidad de Todos los Santos fiesta que la Iglesia celebró en el día de ayer.
La comunión de los Santos
Hoy 2 de noviembre conmemoramos la fiesta de los Fieles Difuntos. Tenemos la certeza que todos estamos vivos, sólo que vivimos en tres dimensiones diferentes: los que aún peregrinamos por el mundo hacemos parte de la Iglesia Militante, los hermanos difuntos que están purificando su alma en el Purgatorio, viven en la Iglesia Purgante y los que ya disfrutan de la presencia de Dios, viven en la Iglesia Triunfante.
Podríamos identificar estas tres dimensiones como una red social la de: La Comunión de los Santos. Tengamos la certeza que nos podemos comunicar los unos con los otros.
El papa Francisco nos recuerda que “La Comunión de los Santos va más allá de la vida terrena, va más allá de la muerte y dura para siempre.” Y agrega: “La muerte no tiene la última palabra sobre la suerte del ser humano porque el hombre está destinado a una vida sin límites”.
El Purgatorio
“La Iglesia llama "Purgatorio" a esa purificación; y para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice: "La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego". (1Cor. 3, 14). La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º de los Macabeos en el Antiguo Testamento dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46); y siguiendo esta tradición, la Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos.” (Aciprensa.) Ellos hacen parte de la Iglesia Purgante.
Somos una gran Familia
Todos estamos vivos y “formamos una única gran familia”, entonces como familia nos podemos ayudar los unos a los otros. Los que pertenecemos a la iglesia Militante, nos corresponde aspirar cada día a la santidad. El santo no nace, se hace cada día en el hogar, en la oficina, en el quirófano, en la fábrica, en la enfermedad, en la fiesta, …”la santidad grande esta en cumplir los “deberes pequeños” de cada instante”. Libro camino 817, San Josemaría.
Las buena obras y las oraciones que hacemos durante nuestra vida también las podemos aplicar a las almas que viven en la iglesia Purgante y dan a la vez gloria a los de la Iglesia Triunfante.
Los que nos precedieron
Todos hemos llorado, en algún momento de nuestra vida, la partida de un ser querido. Lloramos su ausencia pero lo que más lloramos es el no tenerlo a nuestro lado. En esos casos nos consuela a los cristianos lo que en algún momento me dijo un gran amigo: “Cuando le preguntan a Jesús por los difuntos contesta que serán como ángeles. La tarea de los bienaventurados es muy similar a la que hace un Ángel de la Guarda, por lo tanto nos acompañan, interceden, ayudan, etc. Son un gran apoyo para alcanzar la santidad personal”.
Recordamos con gran cariño a quienes nos precedieron, podemos chatear con ellos cada día porque están tan vivos como lo estamos nosotros, sólo que se encuentran en otra dimensión.
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