En esta era de las comunicaciones cuando puedes conectarte en un instante por chat, por celular -desde tu vehículo, caminado por la calle si es el caso- con cualquier persona en cualquier lugar del mundo, sin importar distancias, nunca la gente ha estado más incomunicada. Es una gran paradoja. No es raro ver en la mesa familiar a cada quien revisando los correos y chats, mientras que antes ese era el momento ideal para compartir las alegrías del regreso a casa.
Si bien es cierto que hoy podemos conocer al minuto lo que sucede en otro continente y tener una comunicación directa con familiares y amigos residentes en lejanos países, se ha perdido la capacidad de mantenernos unidos a través de una sonrisa mirando a los ojos, en señal de gratitud y unidad. La comunicación interpersonal ha perdido espacio ante la novedad y el desenfreno de la comunicación en las redes sociales.
Se nos ha olvidado que las miradas y los gestos comunican... Ellos hablan y comunican como nos sentimos: “Hay miradas que matan”, como otras que enamoran... Mi amiga Orietta me cuenta que su mamá le decía, “que no tenga que decirte con la boca lo que pudiera decirte con los ojos”.
Aprender a comunicarse es fundamental para el desarrollo de nuestra personalidad. A través de la palabra y gestos comunicamos nuestros pensamientos y sentimientos y establecemos relaciones personales con nuestros familiares, amigos, en la escuela, en el trabajo... Por lo tanto, cada día debemos esmerarnos más por lograr perfección en las habilidades de transmisión de un mensaje o información: hablar, escuchar, escribir y leer.
Existen muchos debates acerca de si los nuevos medios electrónicos han empobrecido nuestro lenguaje y la capacidad de comunicarnos y expresarnos. Hay una tendencia que se ha documentado en varios países, Noruega, Finlandia, Francia, etc. que dice: los “nativos digitales” son los primeros niños que tienen un coeficiente intelectual más bajo que sus padres.
“La fábrica de cretinos digitales”, así se titula el último libro del neurocientífico Michel Desmurget (Lyon, 1965), director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud de Francia, en el que cuenta con datos duros y en forma contundente cómo los dispositivos digitales están afectando gravemente, y para mal, al desarrollo neuronal de niños y jóvenes. “El tiempo que se pasa ante una pantalla por motivos recreativos, retrasa la maduración anatómica y funcional del cerebro”.
La forma en que nos comunicamos actualmente ha sufrido una notable transformación. Si nos remontamos a analizar los cambios que han sufrido las tecnologías de la escritura a lo largo de la historia de la humanidad nos daremos cuenta que todos han tenido consecuencias en las prácticas sociales.
“Y, en este sentido, si impulsamos el chat como una diversión, estamos discapacitando al alumno. Con este ejercicio de balbuceo primitivo de la lengua, que hace un jibarismo de las expresiones, estamos convirtiendo al chico en un inepto expresivo y, por lo tanto, en un ciudadano de segunda en el futuro “(La Gaceta, 16 de junio del 2006)
Enseñar los hijos a comunicar sus sentimientos y emociones puede garantizar vivir unas relaciones familiares armoniosas y el desarrollo de personalidades sanas y productivas para la sociedad.
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