Hace poco compartía con Soraya anécdotas vividas con los niños y comentábamos sobre la genialidad de sus respuestas, de como esa manera sencilla e ingenua en vez de enriquecerse, se va perdiendo con los años. Me viene a la mente algo que le oí decir al Tío Ramiro hace muchísimos años: Si tuviéramos la sabiduría de un viejo mezclada con la audacia de un joven y la candidez de un niño seríamos unos genios invencibles.
La conversación salió a raíz de un video que me llegó titulado “Todo lo que me enseñaron los niños”, del Doctor en Ciencias de la Educación José Fernández Bravo. Cuenta en esas video anécdotas de situaciones vividas con niños a través de las cuales aprendió mucho.
Por consiguiente, comentando el video, surgieron anécdotas personales que hoy me gustaría compartir.
Las anécdotas
Nos fuimos en familia de paseo a las Islas del Rosario, Ricardo y mis tres hijos pequeños. Raúl H. se raspó en el muelle con un hierro oxidado. Las circunstancias no permitían llegar a la ciudad sino hasta el día siguiente para ponerle una antitetánica de inmediato, como hubiera sido lo conveniente. Preocupados, ya en la tarde quería saber cómo se sentía. Le pregunté si le dolía más o menos que en la mañana. Se demoraba en responder y pensé, pero que tonto. Insistí: ¿Te duele más o menos? Me miraba como si no entendiera. Y claro uno va subiendo de tono: ¿Más o menos?
Y llegó la respuesta: “¿Cómo voy a saberlo si en el colegio no me han enseñado todavía a sumar y a restar?”
En otra ocasión estaba enseñando en Preescolar los animales salvajes. Me había preparado con láminas maravillosas que mostraban micos, elefantes y tigres en un ambiente de jungla. Contaba como rugían los leones y saltaban los micos entre los árboles etc... Al pedirle nombres de animales salvajes, respondían con perro, gato. ¡Qué desilusión!
Hasta que Miguel Eduardo después de un rato y con un AAAAAH Prince, tú quieres decir es los “animales de Tarzán”. Mi exclamación de júbilo no se hizo esperar: “¡Sííí, sí!” Ahí conecté: “Los animales de Tarzán son salvajes”. Todos después de eso, tenían la respuesta adecuada para diferenciar estos de los domésticos.
Una vez Piedad estaba dando instrucciones para la llegada al día siguiente al colegio: “Mañana deben venir al colegio peinados con esmero”. Rodney levantó la mano y dijo: “Yo no puedo venir mañana porque en mi casa no hay esmero para peinarme sino peinilla”.
Otra me la cuenta Soraya: Estando en el Preescolar, entra a un salón de clase donde reinaba una gran algarabía. Después de lograr silencio les dice: “Tienen que vivir el autocontrol”. Y continuó: “¿Saben que es autocontrol?” Y un niño levanta la mano con cara de satisfacción por tener la respuesta: “¡Un auto con control remoto!”
Lo que nos enseñan los niños
El Doctor Fernández nos dice:
“Me enseñaron que muchas veces pensamos que no razonan cuando las respuestas que obtenemos no coinciden con las que esperamos. Es que, en sus respuestas, hay discrepancias en lo que nosotros consideramos razonable y lo que él tiene en su mente que es fruto de su experiencia personal.
Me enseñaron que no existen métodos de enseñanza superior a la capacidad de aprendizaje de la mente humana.
Me enseñaron que cuando mi método falla, cuando lo que tengo planeado no llega a producir el aprendizaje deseado, no puedo decir que el que tiene dificultades es el niño, sino que tengo que plantear o modificar el método que uso.
Me enseñaron a callar para que hablaran ellos, son tus silencios los que conquistan su voz.
Me enseñaron a escuchar y no a oír que digan lo que yo quiero oír.
Que este espacio genere una motivación para recopilar y reflexionar lo que nos enseñan nuestros pequeños MAESTROS.
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