Más de una vez nos habremos preguntado como padre o como maestro: ¿Qué será lo más importante que debo enseñar? Hay dos cosas que son fundamentales que no podemos dejar de enseñar: una de ellas es ayudarles a “aprender a pensar” y la segunda es desarrollar en ellos “la inteligencia emocional”.
Aprender a pensar
Aprender a pensar es la competencia más básica de todas, pues “ningún aprendizaje o conocimiento podrá darse en nosotros si antes no hemos aprendido a interpretar la información”.
Hoy en día toda la información que necesitamos está ya en la web y jocosamente decimos: Consulta Doctor Google. Pero toda esa información que podemos tener delante, tendremos que elaborarla para que nos pueda ser útil, necesita un lector inteligente que pueda convertirla en significados y eso se hace realidad cuando se ha aprendido a pensar.
José Antonio Marina, filosofo y pedagogo español nos dice: “En realidad, tiene mucho que ver con esa competencia filosófica que yo he defendido y defiendo: la capacidad de discernimiento, de relación, y de comprensión y valoración del mundo hay que inculcarla, no aparece “porque sí” en el alumno en cuanto lo ponemos delante de toneladas de información. Es una de nuestras tareas como docentes, si no la más importante, ayudar al alumno, como diría Sócrates, a alumbrar el conocimiento, a “concebirlo”, algo que solo puede hacer por sí mismo pero para lo que necesita sin duda una guía”.
Esa guía a la cual se refiere Antonio Marina, es ese papá, ese maestro, de otra manera toda esa información, así como puede ayudar a construir una personalidad armónica, estructurada para el bien, la puede destruir.
El cerebro es una máquina más potente que un computador, no porque pueda almacenar más información, sino porque a fin de cuentas, sabe utilizarla. Los datos, sin una inteligencia que sepa interpretarlos, no sirven para nada. Por eso es importante esa guía para que aprendan que esa cantidad de información que reciben, necesitan de criterio para adoptarla o rechazarla.
“Aprender a pensar” será siempre una necesidad, y una aventura que dura toda la vida.
Inteligencia emocional
El otro factor a tener en cuenta en la enseñanza es desarrollarla inteligencia emocional. La define Goleman(1995) como : “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”.
Es la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar los estados emocionales de uno mismo y también de los demás. No significa ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.
El primer paso para desarrollar la inteligencia emocional es aprender a reconocer nuestras emociones y sentimientos para luego comprender de dónde provienen y poder controlarlos. Además, la inteligencia emocional también implica saber relacionarse con los demás, fundamentalmente a través de la empatía.
Habilidades de Inteligencia Emocional que todos podemos desarrollar
Autocontrol, el dominio de uno mismo. Es la capacidad de controlar emociones y evitar que dominen la situación; es no actuar por impulsos.
Autoconocimiento. ...
Pensamiento positivo. ...
Empatía, ponerse en el lugar del otro.
Asertividad...
Conclusión
Es preocupante ver cómo, hoy en día, priman las emociones en la toma de decisiones. Es por esto que aprender a pensar y desarrollar la inteligencia emocional es una tarea relevante en la agenda educativa de padres y maestros. La falta de control de las emociones lleva a la irracionalidad.
Hace ya un rato les enseñábamos a nuestros estudiantes una fórmula que todavía recuerdan y tratan de poner en práctica. “Razón más corazón = buena elección”.
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