Revista viernes


Solidaridad y respeto, lo único que pide el personal médico

Hay protocolos estrictos en el manejo de esta nueva enfermedad, los mismos que pueden incomodar, pero son para preservar la salud general

REVISTA VIERNES

25 de junio de 2020 06:25 PM

Vivimos en una guerra de guerrillas, donde las redes sociales han reemplazado del imaginario colectivo los libros de textos y las revisiones bibliográficas. El acceso a información y no al conocimiento a través de buscadores informáticos nos han hecho creer que la verdad se ha revelado ante nuestros ojos por el solo hecho de hacer clic en el celular.

Si a esto le aunamos que las autoridades nacionales apoyan la desinformación con declaraciones por salir del paso y tendientes a endosar culpas por las actividades y responsabilidades no realizadas en otros, como a la misma ciudadanía o en los que las clínicas y hospitales, han creado un caldo de cultivo para generar falsas creencias como que la culpa porque se infecte o porque se diagnostique o fallezca un familiar sea de la clínica, de la enfermera o del médico.

La violencia no es solo física, repudiable desde todo punto de vista, es violencia social, es estigmatización. Es violencia apartarse de ti por verte una insignia de algún establecimiento de salud, es no dejar entrar a un supermercado, es tomarte fotos y videos sin tu consentimiento, es decir “te estoy grabando”.

Las pistolas y puños han sido el plan B, el plan que no queremos que jamás sea usado. Pero el plan A de amedrentamientos en redes sociales con el arma que cree la población les da resultados, es someter a un escarnio público en redes sociales, redes sin filtro, sin responsabilidad, sin edición, que se propaga tal vez más fácil que el micrométrico Covid-19, que cala en el consciente y subconsciente de la población y que le ha hecho creer a nuestra ciudadanía que la fiebre está en las sábanas y que la culpa es del profesional de salud.

El arte médico no debe estar cubierto en oscurantismos ni secretismos, cada día es más protocolizado. Y si hay una enfermedad que tenga guías clínicas, aunque inciertas, incluso hasta leyes para su manejo es la producida por el coronavirus. Aplicar estos lineamientos, ha sido la tragedia.

No permitir acompañantes con el paciente, suspensión de las visitas, suspensión de las cirugías y procedimientos programados, suspensión de los servicios de odontología y en caso de fallecer con síntomas y hacerlo sospechoso o positivo, suspender los funerales, las velaciones, los cortejos fúnebres, sin hablar de la directriz de la cremación, no son iniciativas de ningún médico ni de ninguna clínica. Son lineamientos de nuestro gobierno, el cual nos obligan a cumplirlos sin haber realizado por el órgano rector una suficiente pedagogía a la población general, a la que si se le deja entrever entre largos discursos que puede existir un “cartel del Covid-19”.

Hagamos el parangón con una guerra, como el mismo Gobierno lo dijo al inicio de la pandemia, donde la población en conflicto es precisamente la ciudadanía y el ejército opresor son los minúsculos e invisibles virus. Tocará recurrir a los tratados internacionales e invocar el DIH.

Aplicar el artículo 10 del Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, donde se establece el libre ejercicio y la realización de la actividad médica, o el artículo 85 de la misma convención donde identifica como infracción grave a las normas humanitarias el atropello a la misión médica, también podemos aterrizarlo en nuestro conflicto armado interno de principios de la década en la Resolución No. 4481 de 2012, “Por la cual se adopta el Manual de Misión Médica y se establecen normas relacionadas con la señalización y divulgación de su Emblema”.

Este no es el momento de poner símbolos de cruces blancas en círculos rojos a manera de camándulas para que no sean agredidos las clínicas ni su personal. Es un momento de comprensión. No somos súper héroes, no llevamos capas ni somos invulnerables.

Las clínicas y hospitales y sus colaboradores, somos además de instituciones comprometidas, seres que merecen respeto y ya que el Gobierno nacional ha fallado en la divulgación real de la situación, en estos momentos requerimos acompañamiento de todos los estamentos sociales, reconsiderar los deberes de cada uno y el rol que debemos desempeñar para remar juntos en esta barca y superar las olas de esta tormenta viral.

RAFAEL NAVARRO

Médico-cirujano

Director de Prestación

de Servicios Gestión Salud

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