Un atuendo de ensueño

Cada niño espera con ansias su Primera Comunión, pues además de crecer espiritualmente, es la fecha en la que la fantasía de usar un bello vestido se convierte en realidad.
La tradición se inclina por el blanco, de allí surgen variaciones en cuanto al estilo, pero las tendencias siempre regresan a lo clásico y cómodo, pues se trata de un momento único e irrepetible.
Materiales vaporosos, encajes, bordados y delicados detalles, rodean el atuendo de las niñas, quienes suelen ser princesas escapadas de un cuento. Los niños por su parte dejaron atrás los muy abrigados vestidos, para ataviarse de frescas guayaberas y cómodos pantalones en lino.
La propuesta es variada y en esta temporada le apuesta a la sencillez y bienestar de quien luce el atuendo, indica la diseñadora Jenny Amador Chaljub, quien tiene el vestido perfecto para cada estilo y ha decidido hacer tres grupos bien marcados, donde se refleja la personalidad de la niña, sin omitir la solemnidad del acto.

Clásico
La tradición indica que la Primera Comunión se viste de blanco, por eso en los diseños de este corte, el tono se nutre de encajes, bordados y letines, sobre materiales muy finos como la organza y el organdí, en mucho trabajo artesanal, creando un estilo clásico que nunca estará fuera de lugar.
El volumen continúa siendo detalle predominante en estos vestidos de tejidos nobles, que se inclinan por la ternura del cuello bebé y delicados tocados para hacer de la niña una dulce princesa.
Para los niños, la sencillez marca la pauta con camisas cuidadosamente confeccionadas en lino, con alforzas que destacan un estilo simple y cómodo.


Contemporáneo

Para los gustos, los colores. También los materiales y el diseño un poco más lanzado, advierte la diseñadora Jenny Amador, quien creó una línea que se sale un poco del esquema tradicional, pero sin perder la esencia de la niña, ni del acontecimiento como tal.
En los vestidos de corte moderno, se recurre a materiales más suntuosos como los tafetanes y el podesuá, con un sutil toque de brillo que combinados con sobrios y elegantes guantes y tocados con una pincelada de color, hacen lucir a la niña como una princesa contemporánea.
En estos diseños se aprecia la tela trabajada, la superposición de faldas y detalles marcados que terminan en depurados juegos de volúmenes.


Romántico
Los bordados y el guipur son sinónimo de romanticismo, también la sencillez con la que se apliquen los mismos. Precisamente es lo que la diseñadora Jenny Amador logró con esta línea delicada, inspirada en prácticos vestidos que dan una vuelta a los diseños idílicos con un fuerte toque romántico, donde se combinan las telas bordadas en un despliegue de sencillez y elegancia.
Distintas texturas son empleadas en esta propuesta que emplea mucho detalle artesanal y de corte sobrio, donde la riqueza de los tejidos es palpable y la sensación de libertad se destaca en los movimientos de quien los luce.