Revista viernes


Una mirada y una solución distinta a la crisis actual

El Papa nos anima una y otra vez a poner nuestros ojos en los más necesitados, haciéndonos ver que en los pobres encontramos a Cristo de una manera especial.

PRINCE MARTÍNEZ

30 de junio de 2021 10:18 PM

La situación social que ha vivido Colombia pone de manifiesto que hay odio en los corazones. Muchos colombianos con un corazón endurecido en donde no parece que pueda anidar la comprensión, el encuentro, la cercanía.

Esta situación puede ser una llamada a que cada uno se involucre en buscar soluciones. Encontré unas pistas en dos lecturas que estoy haciendo. Por un lado, el día en que la iglesia celebra la fiesta de San Josemaría Escrivá de Balaguer, el 26 de junio, me hizo volver a varios de sus escritos.

Pedía el santo a los cristianos, “los hijos de Dios han de ser siempre sembradores de paz y de alegría” (Surco, 59). Aprovecho para recomendar la lectura de su libro Camino, entre otros; es un buen momento para leer o releer pues podemos encontrar en ayudas personales y también soluciones para la crisis actual.

“La convivencia es posible cuanto todos tratan de corregir las propias deficiencias y procuran pasar por encima de las faltas de los demás” (Conversaciones con Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer, n. 108). Es decir, llenar el mundo de paz a través de las cosas pequeñas de cada día, aprender a convivir con todos también con los que piensan distinto, que cada uno, en su sitio sea un agente de paz y comprensión.

En la misma línea va el pensamiento del Papa Francisco cuando nos dice que es necesario “Cambiar el mundo con las cosas pequeñas de cada día, con la generosidad, con el compartir, escuchando a los demás y creando actitudes de hermandad” (Mensaje de Francisco a los jóvenes, 2-VI-2017). Y esta propuesta es permanente en la encíclica “Fratelli Tutti”, pues nos presenta una vida basada en el carácter fraternal de las relaciones humanas.

El concepto de fraternidad que rige todo el documento está expuesto de manera sencilla en sus primeras líneas cuando el Papa dice que expone “una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física”. Quisiera invitar al lector a analizar este documento de Francisco desde la óptica de encontrar soluciones a los grandes problemas del mundo en el comportamiento diario de cada uno de los cristianos, en la vida cotidiana, en el propio ambiente de convivencia y trabajo, en la manera de ver y tratar al de al lado.

Por otro lado, el Papa nos anima una y otra vez a poner nuestros ojos en los más necesitados, haciéndonos ver que en los pobres encontramos a Cristo de una manera especial. Y San Josemaría “Cuando se piensa en los demás, en ayudar a los demás, en hacer bien a los demás, en consolar a los demás; cuando se va a visitar a pobre gente, enferma y sin dinero, pobre gente abandonada en un hospital, pobres chiquillos que no saben quién es su padre ni su madre, entonces, no hay penas aquí en la tierra (...). La pena viene casi siempre del egoísmo. Que prueben, que prueben a hacer esto y tendrán alegría; tienen que conocer la pena de los demás, sentir la pena de los demás, y verán que lo suyo es poco”.

En resumen, se nos presentan dos líneas de acción para los actuales problemas del país: aprender a convivir con todos, por un lado, y cuidar de los más necesitados especialmente de los que tengamos más cerca. Dos líneas de pensamiento y de conducta para que cada uno llegue a ser parte de la solución de los problemas que estamos viviendo en Colombia. La solución del Papa Francisco no es una utopía: generosidad, escucha, compartir, hermandad.

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