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La reverenda Carmen cumple el sueño de casarse con su novia

AFP

21 de julio de 2011 11:53 AM

Emocionada y nerviosa, la reverenda Carmen, “primera lesbiana del Bronx” como se autodenomina con orgullo, se prepara para cumplir su sueño de casarse con Doris gracias a la entrada en vigencia el domingo de la ley de matrimonio homosexual en Nueva York
A los 48 años de edad, esta portorriqueña de nacimiento y neoyorquina en el corazón, ya que ha pasado casi toda su vida en el Bronx (norte de Nueva York), es una figura pública de la lucha por los derechos de la comunidad lesbiana y gay en un barrio duro y conocido por su machismo. 
“Soy la primera lesbiana en el Bronx, batiendo la homofobia en la comunidad latina, donde hay mucho machismo. He tenido luchas hasta contra los mismos gays, que se venden a ciertos políticos”, cuenta Carmen Hernández en una entrevista en su restaurante favorito de Westchester Avenue, en el este del Bronx. 
A su lado, Doris de Armas, estadounidense de origen latino de 50 años y pareja de Carmen desde hace dos años, sonríe ante la aguerrida posición de su compañera, ya que ella siempre ha preferido “la vida privada” y no está acostumbrada a la prensa. 
“Nos conocemos desde hace cuatro años. Juntas hemos estado dos años. Yo soy una persona bien privada. Esto es para mí un shock. Conociéndola a ella, ya sabía más o menos. Pero no esperaba tanto”, dice al referirse a la repercusión del caso de su pareja, muy demandada por la prensa local. 
Tras 18 años de lucha militante, para Carmen, pastora para jóvenes en la Iglesia metodista de la Resurección, la aprobación del matrimonio homosexual en Nueva York el pasado 24 de junio fue como la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos en 2008. 
“Casi me caigo de rodillas dándole gracias a Dios”, afirma al recordar la noche en que Nueva York se convirtió en el sexto estado norteamericano en permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, tras una ajustada votación en el Senado que puso fin a duras negociaciones entre demócratas y republicanos. 
“La tristeza para mí es que Nueva York debía ser el primero que tenía que aprobar el “Marriage Equality” y no fue así. Pero como dice Frank Sinatra, 'si lo hicimos en Nueva York, se puede hacer donde se quiera'. Entonces esperamos que Nueva York sea ese ejemplo de luchadores”, agrega. 
La ley entra en vigencia este domingo y la alcaldía de Nueva York abrirá registros civiles para permitir que las cientos de parejas que quieren casarse ese mismo día no tenga que esperar hasta el lunes. Ante la gran demanda, tuvo que organizar una lotería.
La reverenda Carmen y Doris están listas desde hace semanas para ese momento. 
“Lo vamos a hacer aquí en el Bronx porque el Bronx me crió, el Bronx me igualó y es en el Bronx donde yo trato de hacer cosas positivas, de darle al Bronx lo que el Bronx me ha dado”, explica quien es presidenta de la Cámara de Comercio de la comunidad lesbiana y gay de este barrio. 
Tras la ceremonia legal, Carmen y Doris tienen previsto organizar una fiesta en una playa cercana. Han invitado a la prensa y unas cien personas. 
“Todo va a ser sencillo. El ambiente va ser mi decoración. Estamos usando la naturaleza”, señala Doris, mientras atiende los pedidos de una de sus hijas adoptivas, Krystal, de 13 años, y presente en la charla. 
Es que para Carmen encontrar a Doris fue también encontrar una familia, ya que su pareja tiene cuatra hijas (dos naturales y dos adoptadas) y cinco nietos. 
“Yo nunca he tenido hijos, nunca tuve relación con hombres, pero ella sí tiene. Eso es lo que me enamoró de ella. Yo amo a los niños”, dice con una sonrisa esta mujer que sufre de fibromialgia, un transtorno músculoesquelético que se caracteriza por fatiga extrema, dolor persistente y rigidez muscular. 
Como casi todo el mundo, Carmen tiene sus heridas: “Mi mamá es homófoba, por la religión de ella. En el aspecto de mi matrimonio no está de acuerdo. Esa batalla estamos todavía ahí. Esa es la única tristeza de mi vida, no poder compartir con mi madre, a la que yo adoro”, explica. 
Pero en general es una mujer feliz y se siente muy apreciada por su comunidad, como deja en claro al recordar cuando, a los 30 años de edad, contó a los padres de los chicos de la iglesia que se había dado cuenta que era lesbiana. 
“Cuando me senté con ellos a decirles que 'salí', lloré. Pero ellos me dijeron 'Carmen, lo que tú has hecho por nuestros hijos no tiene que ver con quién tú eres, lo que hagas en tu vida personal'. Y eso me tocó. Los padres me aceptaron, eso es lo más grande. Y ahora los muchachos míos son grandes, son hombres y mujeres, y me aceptaron también”, concluye.

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