La desgracia para Isabel Arnedo no solo le llegó disfrazada en una bolsita de agua de esas que se siguen arrojando irresponsablemente durante las fiestas novembrinas y que hoy la tienen a punto de perder su ojo derecho. También le llegó de manos de una de las tantas EPS que siguen jugando con la salud de los seres humanos.
La tragedia para Isabel comenzó en la tarde del 8 de noviembre, cuando el desenfreno se apoderó de la ciudad por las fiestas novembrinas.
A Cartagena llegó procedente de Turbaco no porque viniera a participar de los jolgorios, sino a visitar a su esposo que estaba internado en una UCI de una clínica local por problemas cardiacos.
Fue en el interior de la buseta de la ruta Ternera donde la vida se le partió en dos.
Cuando apenas estaba acomodándose en la silla, después de decirle a la vecina de viaje que cerrara la ventanilla para evitar que las mojaran, sintió un golpe tan fuerte en el ojo derecho que la hizo perder el conocimiento por algunos segundos, tras lo cual comenzó a gritar del dolor que le produjo el bolsazo que alguien atinó a darle en el ojo, al tiempo que comenzó a vomitar.
Sangrando, fue auxiliada por dos agentes de policía que pasaban por el sector, y a quienes les dijo que antes de llevarla a la urgencia del Hospital Universitario de Cartagena, la dejaran visitar a su esposo enfermo. “Quería verlo por si acaso me dejaban hospitalizada porque el dolor que sentía era demasiado fuerte”, dice Isabel tras irrumpir en lágrimas.
Adolorida, y después de haberse limpiado la sangre, llegó a la UCI donde estaba su compañero, quien al verla, aunque ella intentó disimular el dolor que sentía, se sorprendió y comenzó a preguntarle qué tenía. “Le dije que nada y para disimular me puse hablar con él, pero el dolor seguía muy fuerte”, dice, cubriéndose su ojo enfermo con el dorso de la mano.
La otra tragedia
Después de intentar calmarlo salió para la urgencia del HUC.
Con lo que ella no contaba era que esa sería la última vez que vería a su esposo con vida. Augusto Devoz sufrió un infarto y murió esa misma noche. El dolor de Isabel, entonces, se multiplicó. Ya solo no era físico sino espiritual y moral.
Después de sepultar a su esposo, con su ojo negro del golpe y sin ver nada comenzó a hacer las diligencias con la entidad de salud a la que está afiliada: Comfacor.
El optómetra que la revisó en el HUC, después de una radiografía, le sugirió que pidiera una cita prioritaria, pero lo que ella no esperaba es que esta se la darían para casi un mes y medio después, con lo que queda demostrado una vez más lo inhumano en que se ha convertido el servicio de salud en este país.
La otra tragedia
Con el corazón adolorido y su ojo derecho sin ver nada, Isabel, que trabajaba en casa de familia, comenzó a ser ayudada por algunos familiares quienes le recogieron dinero para que fuera a un médico particular.
Hoy el diagnóstico no puede ser peor para una persona en su condición: tiene desprendimiento de retina, hemorragia vítrea y opacidad, lo cual ahora requiere atención de un especialista, pero en retina.
“Ahora lo que me mandan es reposo absoluto porque cuando muevo la cabeza siento que el ojo se va como a salir. A mí me dañaron mi vida”, sigue diciendo Isabel.
Como todo se lo está haciendo particular, hoy, entre lágrimas, dice que tiene miedo de perder el ojo porque no tiene dinero para costearse las consultas y la posible cirugía a la que debe ser sometida, según los conceptos médicos.
Su próxima consulta debería ser con la especialista en retina Jany Pastrana, a donde la remitió el oftalmólogo Richard Ordosgoitia, pero para eso necesita dinero, que ahora mismo no tienen porque lo que consigue su única hija es para pagar los gastos funerarios del sepelio de su esposo.
La situación se agrava porque ni siquiera su EPS la ha atendido por medicina general y si una cita prioritaria, para su condición, se la dan para mes y medio después, ¿para cuándo le darán las citas con los oftalmólogos y demás especialistas, si todos saben que entre una cita y la otra pueden pasar enteros?
Necesita ayuda
Su humildad le impide hasta pedir ayuda, pero como ella no tiene la culpa de nada de lo que le pasó, nos ofrecimos a hablar por ella, para lo cual pedimos la colaboración de aquellos profesionales de la salud que puedan colaborar en este caso.
Navidad es la mejor época para hacer obras de caridad e Isabel Arnedo es un buen motivo para terminar el año en paz con la humanidad.
DÓNDE LLAMAR
Las personas que quieran ayudar a Isabel Arnedo se pueden comunicar a los siguientes números:
316-2310665 y 316-4692722
También pueden depósitar la cifra deseada a las cuenta de ahorros 822770322 del Banco Av Villas.
Cartagena
Mujer que está a punto de perder un ojo por bolsazo de agua necesita ayuda
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