El 24 de octubre, una conjunción perversa entre el incremento de las mareas y un aguacero, dio como resultado que el de por sí envilecido barrio de Bocagrande se llenara de agua salada en las carreras 3ª y 1ª, y de “piscinas” en otra muchedumbre de sectores, esto último causado porque muchas rejillas para aguas pluviales están destrozadas o taponadas por la mugre.
Esta coalición siniestra produjo varios trancones que hizo que muchos taxistas se mostraran renuentes para hacer un servicio a este barrio, cuya denominación de estrato 6 parece un chiste en razón de que una valoración objetiva de su estado daría como resultado que hay un divorcio entre el supuesto estrato y la realidad. Pruebas al canto. Día y noche una manada de indigentes manipula y rompe las bolsas de basura, lo cual hace que muchas calles estén convertidas en muladares que convocan moscas y ratas; la mayoría de las vías están llenas de grietas y las aceras están despedazadas, lo cual obliga a caminar con mucha atención para evitar un accidente y el mínimo aguacero produce inundaciones y estas generan trancones.
Estas muestras escogidas de los lunares urbanísticos de este barrio, han envilecido su entorno, por lo que es paradójico observar edificios lujosos, cuyos apartamentos valen miles de millones de pesos, con los parqueaderos inundados y con las calles circundantes llenas de detritos. La causa de este caos ha sido una perniciosa conjunción entre el abandono del Distrito, los indigentes, la incuria de los curadores urbanos que han autorizado edificios de más de 40 pisos y la ambición de algunos empresarios quienes en un empeño ridículo de convertir este sector en una imitación tercermundista de Manhattan, han logrado que este barrio sea un esperpento urbanístico.
Es cierto que de noche los edificios iluminados se ven “lindos” desde la bahía y que algunos tontos se embelesan y dicen frases como: “al fin nos estamos asomando al primer mundo” y otras por el estilo, no sabiendo lo que les viene “pierna arriba” con este desastre, ya que debajo del espectáculo nocturno cuasi “manhattoide” y de los letreros en inglés que tienen casi todos los locales comerciales (otra moda cursi), subyace una tragedia urbana, que parafraseando a Guillén se puede expresar así: “Ay Cartagena de Indias, yo que te conozco tanto, tus edificios son de lujo pero tu hábitat es de llanto”.
Lo más grave de la debacle urbanística es que no hay visos de esperanza de que se pueda aliviar, porque, da la impresión de que los últimos alcaldes se abstuvieron de emprender acciones de mejoramiento del entorno de este barrio por miedo a que los tilden de elitistas. En el gobierno de Judith Pinedo se esbozaron algunas soluciones para el problema de las mareas y de los charcos, pero creo que no se han hecho las licitaciones respectivas.
En fin, la gente de este barrio está brava como el carajo, porque que hace dos años le incrementaron el de por sí elevado impuesto predial y porque las tarifas de servicios públicos son astronómicas, algo que milita para que se tenga la sensación de reconcomio entre sus moradores porque pagan impuestos y servicios públicos de estrato 6, pero son tratados como si fueran una urbanización “pirata”.
*Directivo universitario. Miembro de la Academia de la Historia de Cartagena.
menrodster@gmail.com
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