Columna


El tesoro de los Quimbayas

ÓSCAR DOMÍNGUEZ G.

25 de enero de 2016 12:00 AM

En el Museo de América, en Madrid, existe hace más de cien años el famoso tesoro de los Quimbayas que salió del país como parte de las exhibiciones que se hicieron para celebrar el IV Centenario del Descubrimiento de América. El patrimonio cultural fue entregado el 4 de mayo de 1893 por la oficina diplomática en Madrid a la Reina Regente, con carta oficial firmada por el ministro de Relaciones Exteriores Marco Fidel Suárez (quien fuera Presidente unos años después).

El tesoro -cerca de 200 piezas de orfebrería prehispánica colombiana- fue el producto de los saqueos arqueológicos que hicieron los guaqueros del Quindío en 1890, concretamente en una excavación denominada La Soledad, ubicada para unos en el municipio de Quimbaya, y para otros cerca de Filandia. En 1892 el gobierno republicano de entonces logró adquirir, en un solo lote, las diversas colecciones privadas de oro y cerámica que habían tomado diferentes rumbos en manos de negociantes y coleccionistas.
Carlos Holguín, Presidente encargado de Colombia (1886-1892), compró con fondos públicos el lote de mejor calidad de las piezas quindianas con el objeto de exhibirlas en Madrid durante la conmemoración del Centenario. Luego, mediante una comunicación de su mandato, regaló el tesoro al gobierno español, específicamente a la  Reina Regente María Cristina, “como testimonio de agradecimiento” por su ayuda en un pleito limítrofe con nuestro vecinos venezolanos. Desde aquel tiempo este valioso lote tomó el nombre de “Tesoro de los Quimbayas” como una evidencia del esplendor de las culturas indígenas en América.

El tesoro tiene además un significado simbólico: en 1886 Colombia fue la última nación de América que rehízo sus relaciones diplomáticas con España, después de las guerras de Independencia. Se sentía la necesidad de un acercamiento fraterno con la Corona española y, al parecer, el gesto del Presidente Holguín al entregar el Tesoro -a manera de liberalidad- pudiera consolidar dichas amistades.

La Regente Maria Cristina de Habsburgo (con quien Holguín se había conocido muy familiarmente, cuando este había sido el primer embajador de Colombia en la Península) se comportaba a la sazón como mediadora en un pleito de límites con Venezuela que finalmente, con su concurso, ganó nuestro país. Tales coincidencias (el acercamiento diplomático, más el arbitraje y la amistad personal de Holguín), concurrieron al hecho de la dádiva de Colombia al gobierno de España que hoy se está reclamando para su repatriación.(Versión de JL)

Óscar Domínguez
oscardominguezg@outlook.com

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