Era una figura arquetipo de honradez y moral. Le infundió vida al periódico de la nada, del humo del carbón, del calor de un taller de fundición, donde cobraban forma barras de plomo como engendros de lingotes y galeras en la celular de los linotipos.
Nos referimos a Domingo López Escauriaza, fundador del diario El Universal, a quien rendimos homenaje de reconocimiento a sus calidades intelectuales, humanas y espíritu creador.
El milagro se hace fehaciente en la prensa Goss, mesón de armada, caracteres de imprenta, matrizadora, fresadora y cuantos elementos fueron necesarios para la edición del periódico, que vistos hoy se contraen a piezas obsoletas sustituidas por modernos sistemas de impresión.
Domingo López Escauriaza nació el 5 de agosto de 1894 y murió el 17 de diciembre de 1981. Fueron sus padres don Bernardo López Besada y doña Concepción Escauriaza. Hermano, entre otros, de Luis Carlos, el célebre ‘Tuerto’ López.
Estudió derecho y el 10 de marzo de 1978, la Universidad de Cartagena le otorgó el título Honoris Causa, “teniendo en cuenta el ejercicio de la cátedra de Ciencias Políticas y su tarea periodística al servicio de la comunidad con el culto indeclinable de los más nobles valores espirituales”, según consta en el acta firmada por el rector, decano de la Facultad de Derecho y secretario general, doctores Luis H. Arraut, Jaime Gómez Obyrne y Hernando Torré Campo.
Se inició como periodista en la Unión Comercial, publicación bilingüe de sus hermanos Luis Carlos y José Guillermo y, en 1932, fue director de La Patria, de los señores Mogollón, que circuló en dos etapas y al final de la última se extinguió.
Desempeñó cargos de juez, registrador de Instrumentos Públicos, administrador de la Aduana, gobernador, alcalde, concejal y senador de la República.
Logró marcada ascendencia en amistad política y personal con personalidades de la época, como Alfonso López, Olaya Herrera, Eduardo Santos y Darío Echandía, de quienes obtuvo distinciones, entre otras, el nombramiento en 1943 de Embajador en República Dominicana, entonces bajo la dictadura de Leonidas Trujillo, quien, por no estar en concordancia con la misión que cumplía el diplomático en defensa de la libertad y derechos humanos, lo declaró persona no grata en 1945, con amenazas, si no salía rápidamente del país, de secuestrar a su esposa doña Ercilia Ferrer.
Regresó a Colombia y luego se trasladó a Costa Rica revestido con el mismo cargo de Embajador, donde estuvo hasta 1947.
De nuevo en Cartagena con su acendrada vocación de periodista, no pudo resistir el interregno a que se vio abocado y se dedicó a organizar por su cuenta lo que más tarde se llamaría El Universal, vinculando como socio industrial a su cuñado Eduardo Ferrer, hermano de su esposa Ercilia.
(...) Para los efectos de inversión de capital, hizo acopio de recursos económicos con la venta de una casa de su propiedad en el barrio de Manga, y de su pecunio personal, importó de Estados Unidos dos linotipos ‘Mergentraler’ y compró a la comunidad salesiana de Medellín, a donde viajó para hacer la operación con su socio Ferrer, la prensa Goss plana que se esforzaba en botar mil o dos mil ejemplares por hora.
((...) Los clisés en principio se grababan donde J. V. Mogollón y poco después El Universal adquirió su propio fotograbado, quedando la empresa dotada de todos los implementos de impresión.
(...) Se produjo un tiraje de diez mil ejemplares que a las 6 de la mañana se voceaban y agotaban en las calles de la ciudad, se distribuía a todo el departamento y se enviaba el primer paquete a Bogotá.
En este primer número se destacó a cuatro columnas el titular: ‘Crisis en el gabinete–renuncian los ministros liberales y algunos conservadores para dejar en libertad a Ospina’. En la información se resaltaban las alteraciones políticas que mantenían en vilo la tranquilidad del país.
(...) A la jefatura de redacción llegó el maestro Clemente Manuel Zabala, quien venía de desempeñar la rectoría de un colegio en el Norte de Santander.
Oficiaba como ‘director de orquesta’, comentarista, titulador, corrector de estilo y asesor y de armada. Revisaba al amanecer el primer ejemplar del tiraje para verificar si había errores que corregir en plana.
Uno de los primeros colaboradores de plana fue Héctor Rojas Herazo. Producía cuartillas sobre temas de arte. Dejaba traslucir en sus artículos los signos de barroquismo que prevalecería en su obra literaria.
Más adelante llegó Gabriel García Márquez como comentarista de los sucesos del día. Discurría en sus escritos con tendencia al mundo mágico que lucubraría en sus futuras novelas. En su paso fugaz marchó a incorporarse a El Espectador de Bogotá.
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* Apartes de un artículo del escritor, dramaturgo y columnista de El Universal, Régulo Ahumada Zurbarán, cuyo primer aniversario de su muerte se cumple este 16 de mayo.
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