La avalancha de noticias cada vez más desalentadoras desesperó a Mariles del Carmen Herrera Hernández hasta las lágrimas, ¿y cómo no?, si sus dos hijas están en el exterior y a su repostería llegaron varios mensajes cancelando pedidos, por culpa del coronavirus están suspendidos los eventos de los que ella depende: cumpleaños, bodas, primeras comuniones, etc.
“De ver tantas noticias y de ver que mis hijas están por fuera y no conmigo. En la pastelería comenzaron a bajar los pedidos (...) Todo me empezó a preocupar, tengo a dos personas que dependen de mi trabajo. Ese día yo lloré y dije ya no más, no más noticias, me voy es a enfermar, voy es a coger ese virus que anda por ahí y eso no lo quiero. Tengo que ocupar mi cabeza en algo. Dos hijas mías -tengo tres hijos- están en el exterior (Nueva York y Austria), a ellas las dejé en las manos de Dios y me dije a mí misma que tenía que ocupar mi cabeza en algo, poner mi talento para ayudar a la gente. Le dije: Dios, tú protégeme a mis hijas, que yo acá voy a hacer algo por las personas que me necesitan”, cuenta Mariles, una cartagenera de 49 años que vive en el barrio Portal de los Abetos.
Mariles estudió Diseño de modas y ejerció esa profesión durante su juventud, pero luego se dio cuenta de un don que le heredó a su mamá: la repostería. Y como siempre ha sido buena para las manualidades, esta vez decidió comprar unos cuantos metros de tela y comenzar a confeccionar tapabocas, esos accesorios tan pedidos y escasos en tiempos del coronavirus que deja 226.667 contagiados y 9.283 muertos en el mundo. En Colombia se han confirmado 102 casos, 8 de ellos en Cartagena. (Lea aquí: Dos nuevos casos de coronavirus en Cartagena, van 102 en Colombia)
El esposo y el hijo menor de Mariles le ayudan a confeccionar los tapabocas. Ya donaron 250 a Fundevida y esperan donar más.//Foto: Cortesía.
¿Para quiénes?
Con los tapabocas hechos y las ganas de ayudar, Mariles pensó primero en los habitantes de calle y publicó en sus redes sociales sus intenciones, pero pasó algo que cambió su idea inicial. Enseguida muchas personas respondieron, comenzaron a escribir y a llamarla, le decían que los niños con cáncer de Fundevida podrían necesitarlos: ellos hacen parte de la población inmunodeprimida que es más vulnerable a los efectos del COVID-19. Además, Mariles ya les había donado tortas para cumpleaños y otros eventos. (Le puede interesar: 11 mitos y verdades sobre el uso del tapabocas en tiempos de coronavirus)
“Ellos -los tapabocas- no es que sean cien por ciento garantizados, pero las mamás de los niños comenzaron a llamar para decir que Fundevida necesita esos tapabocas, yo dije: bueno, hay que pensar en las mamás de esos niños. Hice 250 y los di, pero me quedaron unos metros de tela e hice más, no pensé llegar hasta este punto. No estoy buscando lucrarme, ni tampoco fama con esto, la verdad es que no. Solo pienso: si estoy en mi casa sin hacer nada, mejor soy productiva en algo y qué más productiva que ayudar a mi gente. Ahora mismo quisiera tener una finca grande para recoger gente y aislarla, pero desafortunadamente no tengo esos medios”.
Otras personas de buen corazón le han donado telas a Mariles, ella seguirá poniendo sus manos al servicio de los que más necesitan. Y lo hará siempre que pueda. “Si la cosa sigue, ayudaré hasta que Dios me lo permita, y hasta donde llegue este virus”, concluye.
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