En sus mejores temporadas, el balneario de Playa Blanca en la península de Barú, ha llegado a recibir hasta 13 mil visitantes por día, una cifra que si bien para las estadísticas del turismo y el comercio resultan positivas, terminan siendo contraproducentes para la sostenibilidad y la conservación del lugar, que según un estudio realizado por Parques Naturales, tan solo soportaría 125 personas por día.
Así lo confirmó el informe de Calidad de Vida de Cartagena Cómo Vamos (CCV) focalizado en la zona insular de Cartagena, que basado en la investigación realizada por Parques afirmó que la capacidad de manejo de las personas que ingresan a Playa Blanca es muy baja.
De esta manera, si bien al calcular la capacidad de carga real esta da un resultado de 3.124 personas, la capacidad de manejo de las mismas sería tan solo de un 4% (125). Esto al sumar condiciones como infraestructura, personal y equipamento de la zona. Cabe anotar que dentro de este grupo de personas se encuentran integrados visitantes, prestadores de servicios turísticos y autoridades presentes en la playa.
Lo anterior representa un indicador alarmante teniendo en cuenta que el manejo ideal para el turismo en un área protegida como lo es el PNN Corales del Rosario es del 90%.
A estos deplorables resultados, enfatiza el estudio, están asociados factores de impacto ambiental como el incremento de gases contaminantes por el número creciente de automóviles, buses y motocicletas que ingresan al lugar, al igual que la presencia de rastros de hidrocarburos en la arena de la playa por cuenta de los transportes, aceites de cocina, plantas eléctricas y solventes para resellar las lanchas.
Esto también genera serias consecuencias en aspectos como la compactación del suelo, la mortandad de especies como la fanerógamas marinas, el exceso de contaminación visual, auditiva y de residuos y el desorden en el desarrollo de las actividades náuticas, que traen como resultado accidentes y casos lamentables como los que se han registrado en los últimos meses.
A su vez se ha evidenciado una reducción en el espacio disponible para los visitantes por cuenta de la ocupación ilegal.
Según las conclusiones de CCV, son precisamente factores como la ausencia temporal de organismos de control y el crecimiento desbordado de los servicios turísticos los que han incidido en el aumento de la problemática social y ambiental que atraviesa el balneario.
“Se requiere continuidad en el ejercicio de ordenamiento territorial y la actualización periódica de la herramienta de capacidad de carga y de igual manera, se requiere un programa de monitoreo ajustado a las condiciones de la playa”, sugiere la entidad.
Según los datos publicados por Cartagena Cómo Vamos, entre 2018 y 2019 fueron recolectados 10.532 residuos sólidos, siendo 6.984 en el ecosistema terrestre y 3.548 en el ecosistema marítimo, de los cuales 6.031 (57.2%) eran plásticos.
A esto le sigue la contaminación por vidrio (19.4%) y metal (14.5%).
En cuanto al manejo de residuos líquidos el panorama es bastante deficiente. Se constató que el 97% de los restaurantes de la zona no realiza un tratamiento adecuado de los mismos, por lo que se generan malos olores, vectores, pérdida de biodiversidad y desplazamiento de la fauna.
De este porcentaje, el 38% realiza descargas directas de las tuberías a las lagunas; el 32% tira los desechos en el suelo y el 27% en pozos de absorción que no cuentan con criterios técnicos.
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