Desde hace varios años en el Centro de Desarrollo Infantil (CDI) Skinner, del corregimiento de La Boquilla, los estudiantes y padres de familia se aguantan las malas condiciones que tiene el entorno, básicamente porque frente al colegio, justo en la mitad de la calle, está un manjol obsoleto del que se rebosan constantemente aguas residuales, las cuales al no tener un desagüe para irse, se quedan estancadas formando un apestoso lodazal.
El colegio, ubicado en el sector conocido como Arriba o El Bony, alberga a más de 200 niños, principalmente de preescolar, quienes al entrar o salir de clases deben caminar por las orillas de la calle o darse una vuelta grande para poder llegar a sus casas, pues las aguas putrefactas están frente a la entrada del colegio.
“Llueva o no llueva ese problema siempre está ahí. Ese manjol está abierto, no tiene tapa, el agua que sale es contaminada y hedionda. Da pesar que los niñitos tengan que soportar esas condiciones, sobre todo porque frente al charco están los salones de los más pequeñitos, los de 2-3 añitos, esos salones están prácticamente a dos metros de distancia de las aguas sucias”, señaló Harlin Puerta, padre de familia que tiene a una hija y dos sobrinos en esa institución.
La preocupación de los padres también radica en las enfermedades que podrían adquirir los pequeños al estar expuestos a esa contaminación. Indicaron que ya ha habido anteriormente brotes de rasquiñas y sarpullido. De igual forma, el comedor estudiantil se encuentra en el primer piso, muy cerca de las aguas malolientes, y los niños deben ingerir sus alimentos rodeados de mosquitos y en medio de olores nauseabundos.
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