Por: Kevin Sedeño-Guillén - Especial para El Universal
Margarita Sorock (1943-2021) fue una destacada investigadora de la literatura y la cultura del Caribe colombiano, y relevante traductora oficial.
Norteamericana de nacimiento y colombiana de puro amor y nacionalización. Así me lo contó emocionada la última vez que nos encontramos en persona, transitando por la Plazoleta de los Estudiantes, frente al Campus San Agustín de la Universidad de Cartagena. Para comprender aquella emoción por la ciudadanía colombiana es necesario saber que Margarita llegó por primera vez al país con los Cuerpos de Paz, en 1964 –apenas tenía 21 años–, para una estancia de dos años, pero que se convirtió en algo definitivo cuando regresó a Colombia en 1981 para radicarse en Cartagena de Indias, donde vivió en el barrio Crespito. (Lea aquí: Margarita Sorock, una vida dedicada a la literatura y la cultura)
Además, su título en leyes, logrado en una institución de Washington, D. C. xus estudios de doctorado en culturas latinas, latinoamericanas e ibéricas en el Centro Graduado de City University of New York (CUNY), que completó en 2018 con una investigación acerca de la obra de Eligio García Márquez, hermano menor de Gabriel, publicada como libro con el título Eligio García Márquez: aportes a la nueva narrativa urbana en Colombia (Pluma de Mompox, 2009), al ser ganadora en los Premios y Becas del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena de ese año.
Lo que sabemos de ella se debe al escrito La voluntaria que adoptó su país anfitrión: Margarita Sorock (Colombia): perfil de ciudadanía, publicado por Jeremiah Norris en la página de Peace Corps Wordwide; a las palabras del Dr. Rafael Rodríguez, su gran amigo, amigo en común y su compañero de estudios en CUNY pero, sobre todo, gracias a aquella conversación que tuvimos en el portal del segundo piso del Claustro de San Domingo, sede del Centro de Formación de la Cooperación Española.
En un descanso de las sesiones del XIV Seminario Internacional de Estudios del Caribe en 2019, Margarita me contó con su humildad proverbial, y los ojos brillándoles de emoción, de los tiempos de su llegada al país, me compartió un espacio de su corazón y le prometí escribir algún día hipotético este obituario, por lo largo, mucho y bueno que Margarita Sorock nos acompañó y nos dio.
En la ciudad se dedicó a prestigiar la profesión del traductor, a su trabajo con el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias y con el Hay Festival; a la enseñanza en las universidades Jorge Tadeo Lozano y Tecnológica de Bolívar, entre otras instituciones y a otras múltiples ocupaciones.
Fueron 20 años caracterizados por una permanente curiosidad cultural que la hizo estudiar la literatura colombiana, y por una jovialidad que la llevó a mantener lazos muy profundos con el país y la ciudad, que ahora la despiden con tristeza y orgullo por su labor.
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