Cultural


Museo Histórico: la batalla por la memoria, el presente y el porvenir

El Museo Histórico de Cartagena cumplió 96 años en medio de una profunda crisis por la pandemia. Entrevista con su director, Moisés Álvarez Marín.

GUSTAVO TATIS GUERRA

27 de julio de 2020 08:37 AM

Moisés Álvarez Marín, director del Museo Histórico de Cartagena, ha librado con su equipo humano y técnico una batalla sin tregua por guardar y preservar la memoria de la ciudad. El edificio del antiguo Palacio de la Inquisición fue más allá de sus Cámaras de Tormento que retratan una época de la ciudad, pero no toda la memoria de más de cuatro siglos. Y a lo largo de más de tres décadas logró cohesionar las salas que abarcan la fundación de la ciudad, mucho antes de la llegada de los españoles, la Conquista, la Colonia y la Independencia.

***

Con su sabia serenidad de buscador de tesoros, Moisés Álvarez dice que, antes de empezar este diálogo con El Universal, se quitará el sombrero para exaltar la resistencia heroica de su núcleo humano de trabajo “que, emulando al espantoso Sitio de 1815, ha logrado enfrentar sus grandes dificultades personales durante cuatro largos meses y mantener firme su buen ánimo e intacta su fe, lo cual ha sido, sin duda, la fortaleza espiritual que nos ha mantenido en pie y siempre dispuestos a superar este dramático momento”.

Él, sin mucho ruido, con la devoción del explorador insaciable, ha reconstruido la memoria de Cartagena, a través de documentos, archivos notariales, eclesiásticos, obras de arte, fotografías, objetos, etc. Una réplica de las llaves antiguas de Cartagena reposa en este museo. Las originales están en el Museo Nacional de Colombia. Una de las batallas obstinadas de Moisés ha sido, además, encontrar obras que pertenecieron al Museo Histórico de Cartagena, que fueron usurpadas por manos privadas y pertenecen al patrimonio cultural e histórico de la ciudad. Ese despojo a la memoria ha vulnerado el espíritu del museo. La sensibilización y formación de nuevos ciudadanos ha sido uno de las agendas vivas de este museo en la que Cartagena puede verse y reencontrarse en el tiempo. (Le puede interesar: Moisés Álvarez Marín, guardián de la memoria de Cartagena)

¿Qué aliados se mantienen en esta encrucijada?

-Se mantiene firme y fiel el más importante de todos: nuestro público, con el que, ahora de manera virtual, seguimos sosteniendo nuestro diálogo en torno a la memoria. Como corresponde en la difícil coyuntura actual, hemos convocado a nuestros aliados naturales en el sector público, comenzando por la Alcaldía Mayor de Cartagena, y a otros aliados tradicionales y a otros nuevos, del sector público, a quienes les hemos presentado nuestro Plan de Reactivación del Museo en el segundo semestre de 2020. Estamos esperando respuestas.

¿Cómo se desarrolla la agenda en esta cuarentena?

-Recurriendo al más reciente término que se ha acuñado, el museo también se ha reinventado y eso no es más que hacer ahora de manera virtual lo que siempre habíamos hecho de manera presencial: proponer el diálogo permanente, abierto e incluyente en torno a la historia, la cultura y el patrimonio, ofreciendo siempre sus espacios para todas manifestaciones de los actores de la ciudad.

¿Qué riesgos mayores e impredecibles corre ese museo cerrado con su colección desde marzo?

-Los riesgos son múltiples: la colección, el edificio, el archivo histórico, sus equipos. Momentáneamente, lo estamos conjurando, primero, elaborando y registrado nuestro Plan de Bioseguridad, desde el pasado mes de mayo. Segundo, con todas las normas del caso, hemos desinfectado y fumigado sus instalaciones y tercero, hemos convocado el equipo mínimo de mantenimiento para limpiar y llevar de vida el edificio. De igual manera, hacemos un monitoreo mínimo a la colección, mientras llega el momento en que regrese el equipo especializado.

Museo Histórico: la batalla por la memoria, el presente y el porvenir

¿Cuántas personas integran su labor en el museo?

-El equipo completo del museo, para cubrir todas sus áreas de trabajo, es de 25 personas, cuyos costos es de alrededor de 90 millones de pesos mensuales. A eso se agregan los mantenimientos y la agenda cultural, que es la de mayor impacto y la menos costosa, pues se hace con recursos mínimos. Su presupuesto anual ronda los 2.500 millones de pesos, pero en la actual coyuntura lo hemos reducido a menos de la mitad, lo cual ha pasado por la rebaja de sueldos, por supuesto.

¿Qué alianzas con otros museos se han logrado en esta cuarentena?

-Hay una alianza natural con todos los museos de la ciudad en la Red de Museos de Cartagena y de Bolívar, cuyo diálogo permanente nos ha permitido gestionar proyectos ante el Gobierno nacional.

¿Qué tienen previsto ustedes para celebrar este nuevo aniversario del museo en lo que resta de 2020?

-Por lo pronto, mantenernos a flote y seguir gestionando proyectos para su renovación total en el 2024.

¿Cómo ha sobrellevado usted como director esta cuarentena?

-Como responsable del museo, he contado con un excelente equipo, comprometido hasta el alma con la causa y eso me ha permitido resistir y persistir. Sin Equipo, hubiera sido imposible.

¿Qué libros y autores ha vuelto a releer y descubrir?

-No muchos. Más bien me he dedicado a producir nuevos contenidos para mantener el diálogo con nuestros públicos y ha sido un ejercicio enriquecedor porque ha sido como echar el cuento en otra dimensión.

Museo Histórico: la batalla por la memoria, el presente y el porvenir

Epílogo

Moisés agigantó el concepto del museo que tiene como sede el Palacio de la Inquisición. Muchos viajeros y turistas venían a ver las Cámaras de Tormento en el primer piso y la soga de los ahorcados y el aljibe de los ajusticiados, pero la historia no se detuvo en la Inquisición. El segundo y tercer piso se consagraron a completar la historia de Cartagena con un rigor minucioso y documental, para abarcar la historia desde su fundación hasta la Independencia y proseguir con el Siglo XX en construcción. La hazaña de Moisés y su equipo es monumental. Pudo salvar imágenes iconográficas de Pedro Romero y José Prudencio Padilla. Una campana que se fundió en los años previos a la Independencia. Quien reconstruye una memoria tan compleja como la de Cartagena tiene que ser un apóstol de la paciencia, un orfebre como Moisés que junta los hilos de una filigrana sacudida por las manos del viento. A veces, no del viento, sino de los filibusteros, que nunca faltan y despojan a la ciudad del privilegio de verse en un inmenso lienzo de recuerdos vividos en más de cuatro siglos.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS