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Adalberto Pérez, toda una vida al galope

Entre decenas de montadores de caballos de la Copa Caribe 2021, encontramos la historia de Adalberto Pérez Martínez, un guerrero bolivarense, a todo trote.

EL UNIVERSAL

04 de abril de 2021 12:00 AM

HERMES FIGUEROA ALCÁZAR

04 de abril de 2021 12:00 AM

En una de las pruebas con más competidores de la primera jornada de la Feria Exposición Equina Copa Caribe Grado A, y sobre un animal de la pesebrera San Pablo, de Turbana (Bolívar), apareció un jinete con más de 22 años de experiencia, que con aplomo y sobriedad montaba el ejemplar número 18.

La pista del Centro de Convenciones del Hotel Las Américas fue el escenario para las competencias de Trote y Galope, en las que Adalberto Pérez Martínez, de Mahates (Bolívar), amante de los caballos, se lanzaba a una faena más, esta vez sobre el ejemplar ‘Revancha de La Victoria’.

Su amor por los caballos se inició desde muy temprana edad. “Aprendí a montar dándole en el trabajo, en el ejercicio. Entré a la pesebrera de edad de 10 años y comenzamos a trabajar con los caballos y lo hemos logrado. Mi patrón es apasionado a los caballos y de allí surgió mi afición”, recuerda con algo de nostalgia y alegría este experimentado jinete.

Su primera competencia formal en una feria regional o nacional fue en Sabanalarga (Atlántico), hace más o menos 22 años y sacamos un caballo Gran Campeón, se llamaba ‘Pretor’, dice sonriente este montador de caballos.

Desde esa época, la lista de competencias es interminable, tanto que perdió la cuenta de sus participaciones y aunque en su historial aparecen numerosos victorias, en tono modesto asegura que “A veces sale uno y los animales no están en el tono y echamos pa’ fuera.

Pero, qué es lo más difícil para un montador de caballos, le preguntamos a Adalberto y su respuesta fue sencilla y muy sabia: “Cuando a uno le gusta lo que hace, nada es difícil. En esto lo importante es entenderse con el animal, no tratarlo mal. Todo con manos suaves hasta lograr entendimiento con el ejemplar”.

UNA VIDA, AL TROTE

Para alguien como Adalberto que ha dedicado prácticamente toda su vida a los caballos, trabajar en una pesebrera es su empresa. “Esto da para vivir si se trabaja con dedicación. En mi caso allí está el diario y por ello le pongo cuidado”.

Aunque en el último año, por culpa de la pandemia, las competencias han mermado, para Adalberto no ha faltado el trabajo. “Mi vinculación con el criadero San Pablo me permitió mantenerme ocupado. Encerrado, pero trabajando con los animales. Siempre tuve empleo, no he estado desempleado en esta emergencia, gracias a Dios”.

No obstante su experiencia, Adalberto no tiene caballo propio. Su gran inspiración en esta tarea son sus dos hijas. “Yo tengo dos hijas profesionales gracias a mi Dios y ha sido con esta actividad. Ella me ha permitido cumplir con mis obligaciones con mis hijas”, dice orgulloso, aunque sonríe cuando asegura que curiosamente a ellas no les atraen los caballos.

Adalberto se prepara para su siguiente competencia, en Sincelejo, en junio, porque su vida es todo un trote, con triunfos y derrotas, en una actividad que disfruta y hace con pasión.

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