Desde el principio de la civilización, detener el envejecimiento y encontrar el “elixir de la eterna juventud” ha sido una preocupación de los seres humanos. Pero a pesar de los avances científicos y tecnológicos, aún no se consigue desarrollar la tan anhelada fórmula, o al menos ninguna está aprobada por la comunidad médica internacional, y envejecer sigue siendo una etapa imposible de rehuir.
Las arrugas, canas, la calvicie y demás signos físicos del envejecimiento, que preocupan tanto a hombre como a mujeres jóvenes son manifestaciones de los cambios del organismo, pero las implicaciones más importantes tienen lugar en los procesos bioquímicos y nos hacen más propensos a padecer ciertas enfermedades. Aquí algunas de ellas.
Osteoporosis
Con mayor incidencia en las mujeres posmenopáusicas a causa de la carencia de hormonas, la edad es un factor de riesgo en esta enfermedad. 200 millones de mujeres mayores de 50 años sufren de osteoporosis en el mundo y causa 8,9 millones de fracturas anuales, de acuerdo con datos de la Fundación Internacional de Osteoporosis (IOF, por sus siglas en inglés).
“En la juventud, el desarrollo de huesos nuevos es más veloz que su descomposición, por lo que la masa ósea aumenta. La mayoría de las personas alcanzan su masa ósea máxima a los 30 años. A medida que las personas envejecen, esta se pierde más rápido de lo que se crea”, explica una publicación de Mayo Clinic.
En resumen, los huesos se vuelven más porosos y una caída, una pequeña tensión e incluso toser puede generar fracturas. Las más comunes son en la cadera, la muñeca y la columna vertebral. Fortalecer la masa ósea con actividad física y una dieta rica en calcio durante la juventud disminuye el riesgo de padecer osteoporosis. Le puede interesar: En confinamiento no descuide su tratamiento contra la osteoporosis.
Artrosis
Como un cuadro agravado de artritis, la artrosis afecta las articulaciones, se asocia a otras enfermedades como la hipertensión y, como la osteoporosis, tiene mayor incidencia en las mujeres en edad adulta.
“También conocida como osteoartrosis u osteoartritis es una enfermedad articular degenerativa que afecta tanto al cartílago como al hueso y tejidos blandos de la articulación (...) produce dolor y afecta directamente la movilidad y autonomía de la persona que la sufre, con el desgaste psicológico que ello supone”, señala la Fundación Internacional de la Artrosis (OAFI).
La entidad destaca que 500 millones de pacientes están diagnosticados con esta enfermedad y aunque tiene una gran incidencia en la edad adulta, debido a malos hábitos se presenta una variación de este padecimiento en la población joven.
Además de los buenos hábitos de vida, evitar sobreesforzarse en deportes, tareas diarias o laborales es una medida para prevenir la artrosis.
Demencia
“Es un síndrome crónico y progresivo, caracterizado por el deterioro de la función cognitiva (es decir, la capacidad para procesar el pensamiento) que afecta a la memoria, la orientación, la comprensión, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio”, explica la Organización Mundial de la Salud sobre la demencia y señala el alzheimer como la forma más frecuente de esta enfermedad, con entre el 60% y el 70% de los casos.
La demencia tiene un componente emocional importante, pues la depresión está identificada como uno de los factores de riesgo para desarrollarla y tras el diagnóstico, tanto el paciente como sus familiares resultan afectados a nivel psicológico.
Las cifras de la OMS señalan que la demencia afecta a 50 millones de pacientes en el mundo y en su gran mayoría son adultos mayores. Cada años se registran alrededor de 10 millones de nuevos casos.
Trastornos en el sueño
Dormir de más, en momentos inapropiados o tener dificultad para conciliar el sueño son algunos de los trastornos que se presentan en la edad adulta. Estos padecimientos suelen estar asociados a enfermedades como depresión, alzheimer y cardiopatías y tienen consecuencias en la memoria, la concentración, la coordinación y los estados de ánimo.
“Una de las principales causas del insomnio es la reducción de la producción de melatonina, la hormona responsable de regular nuestros patrones de sueño. Con los años, esta va perdiendo sus niveles de secreción a la par que cambian otras funciones en el organismo como variaciones en el reloj natural del cuerpo”, explica el Instituto Europeo del Sueño.
Lo anterior provoca que los adultos mayores vean disminuida su calidad del sueño, se despierten varias veces en la noche y se queden dormidos más de una vez durante el día, sin proponérselo.
De acuerdo con el artículo médico ‘Alteraciones del sueño en adultos mayores’ del portal de literatura médica Medigraphic, la incidencia del insomnio en la edad adulta es del 50%, siendo las mujeres las más afectadas. Puede leer: ¿Sufres de insomnio? Cuatro datos que te permitirán saber.
Deficiencias auditivas
Denominada como presbiacucia, la pérdida progresiva de la audición a causa de la edad es una condición común en los adultos mayores: una de cada tres personas de 65 a 74 años tiene algún nivel de deficiencia auditiva y casi la mitad de las personas mayores de 75 años tienen una gran dificultad para oír, según información del Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación (Nidcd, por sus siglas en inglés).
El factor hereditario está asociado a las causas de las presbiacucia y “otra razón es haber estado expuesto a ruidos fuertes durante años, esto se conoce como pérdida de audición inducida por el ruido”, indica el Nidcd.
La afectación de la audición impacta la esfera social de los pacientes, a quienes se les dificulta compartir con sus familiares y amigos. Aunque no afecta la movilidad, provoca que quienes la padecen dependan de terceros para asistir a citas médicas o hacer diligencias personales, por ejemplo.
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