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La rebelión del Stonewall, la noche que cambió la historia LGTBI

Su fama se remonta a la noche del 28 de junio de 1969, cuando una redada de la Policía desembocó en unos enfrentamientos entre agentes y miembros de la comunidad LGTBI, que dijeron basta.

EFE Y AP

28 de junio de 2019 09:05 AM

Michael Olenick tenía 19 años y llevaba una vida secreta. Se liberaba en un bar escondido, con ventanas con cortinas negras y uno de los pocos salones donde los hombres bailaban con otros hombres. Hasta que un día se encendieron las luces e irrumpió la policía al Stonewall Inn.

Olenick recuerda su arresto, y también recuerda lo que pasó afuera: gente gritando, sirenas, objetos volando de un lado a otro. Los gays eran agredidos en las calles con tanta frecuencia que se preguntó si se trataba de otro de esos episodios.

Nunca se le ocurrió que lo que escuchó en la madrugada del 28 de junio de 1969 seguiría siendo recordado 50 años después. Fue el inicio de una rebelión que ayudó a crear el movimiento moderno de defensa de los derechos de la población LGBTQ, dejando un legado político, en la forma en que se maneja la policía y en la vida personal de mucha gente.

“Estaba parado aquí, sin saber lo que sucedía. Fue horrendo”, recuerda Olenick, quien fue uno de varios clientes del bar a los que la policía dejaría ir. “Y lo que vino después fue pura dicha. Le dejamos saber al país, al mundo, ‘oigan, aquí estamos. Háganse a la idea’“.

En una época en la que la homosexualidad era considerara un trastorno mental y expresar cariño a otra persona del mismo sexo podía ser visto como algo ilegal, cientos de hombres gays, lesbianas y transgéneros se negaron a bajar la cabeza cuando la policía allanó el bar. Enfrentaron a los agentes, tirándoles monedas, botellas, insultos y otras cosas.

Algunos se resistieron a ser arrestados y forcejearon con los agentes, que se refugiaron adentro del bar hasta que llegó la policía antimotines. Las protestas y las detenciones se prolongaron por varios días.

Ya había habido otras protestas de gays en Estados Unidos. Pero la de Stonewall fue distinta, marcó un antes y un después, desató un movimiento organizado que cambió el tono y la estridencia del activismo LGBTQ.

“Sabía que merecía los mismos derechos que los demás, pero hizo falta todo eso para que me diese cuenta de que podíamos dar pelea”, dice Mark Segal, quien había completado la secundaria pocas semanas antes cuando fue a Stonewall esa noche y salió de allí militante de la causa gay. Hoy publica la revista Gay News de Filadelfia.

“¿Quién se hubiera imaginado que una salida de noche iba a terminar siendo historia”.

“LAS COSAS CAMBIARON MUCHO DESDE QUE ERA POLICÍA”

El agente Charles Broughton había participado en allanamientos antes. Eran frecuentes en los bares gays de Nueva York, que a menudo no tenían licencia y eran manejados por personajes del bajo mundo.

De la forma en que lo recuerda Broughton, el objetivo eran personas que vendían tragos ilegalmente, no los compradores. Varios empleados del bar fueron arrestados.

Numerosos relatos de la época dicen que la policía tenía en la mira a hombres que lucían indumentarias que no eran apropiadas para su género y que algunos fueron detenidos. Pero Broughton asegura que él no tuvo nada que ver con eso y que no juzgaba el estilo de vida de los presentes.

No pensó que podía verse acorralado por una multitud enfurecida, rogando por no ser herido por los objetos que entraban por la ventana.

Fue empujado y pateado por tres personas, de acuerdo con un informe de arrestos. Broughton dice que no recuerda nada. En total fueron detenidas seis personas y al menos cuatro agentes (Broughton no figuró entre ellos) fueron atendidos por lesiones, según informes policiales conseguidos por el historiador Jonathan Ned Katz y por otros. Los informes no hablan de lesionados entre los manifestantes.

El Departamento de Policía de Nueva York ofreció disculpas por el allanamiento este mes.

“Las medidas del departamento de policía de Nueva York estuvieron erradas, así de simple”, dijo el jefe de la policía neoyorquina James O’Neill.

“QUERÍAMOS UN CAMBIO EN LA SOCIEDAD”

Al día siguiente, las ventanas tapadas de Stonewall tenían carteles que decían “Apoye el Poder Gay”.

“Nunca había visto la expresión ‘gay’ como parte de una consigna política”, dice Dale Mitchell. “Y mucho menos asociada con la palabra ‘poder’”.

Mitchell, quien tenía 20 años, fue conmocionado por la rebelión y por la multitud que se congregó al día siguiente. Inició un activismo que continúa hoy y fue el gran mariscal del desfile del orgullo gay de Boston este mes.

Karla Jay sintió que era imperioso movilizarse cuando se acercó al bar la noche después de la redada. Un mes más tarde fue una de cientos de personas que marcharon hasta Stonewall en un acto que marcó el nacimiento del Frente de Liberación Gay.

El Frente fue más radical que otros grupos gays que existían por entonces y realizaban protestas más recatadas.

A sus miembros “no les importaban esos gestos simpáticos”, dice Jay, quien con el tiempo sería la primera mujer presidenta del Frente. “Queríamos cambiar la sociedad”.

El Frente tuvo una vida corta y fue seguido por otras organizaciones que presionaron por leyes antidiscriminatorias y por que se dejase de considerar la homosexualidad como un trastorno mental.

Para Paul Glass, el impacto de Stonewall fue más personal: A las pocas semanas le informó a su familia que era gay.

“Me sentí liberado”, cuenta Glass.

EL NUEVO STONEWALL

Kurt Kelly y Stacy Lentz, dos de los dueños del actual Stonewall, que ocupa parte del espacio del viejo antro gay, aseguran que quieren preservar y mantener su espíritu y la lucha del movimiento LGTBI.

“Queríamos recuperar la historia, que fuera tratado y respetado como debía, porque no lo estaba siendo”, cuenta Kurt, sentado en la barra del bar del piso superior, un añadido al espacio original. Desde que reabrió bajo su gestión, en 2007, el objetivo es mantenerlo “en primera línea de la lucha por los derechos del movimiento gay”, añade Lentz, activista lesbiana que se ocupó de que en el nuevo bar tuvieran cabida las mujeres.

“El Stonewall no era un lugar al que iban las mujeres, ni siquiera en los 90, cuando reabrió como un bar gay. Pero, afortunadamente, nosotros como grupo hemos trabajado para dejar que las lesbianas entren aquí y darles un lugar”, cuenta la activista, que asegura que en Nueva York hay 55 bares que se definen como locales homosexuales para hombres, dos “como una especie de mezcla” y otro com “puramente de lesbianas”.

“Somos un movimiento. Cuando nos hicimos cargo, nuestro objetivo era hacer de esto una iglesia gay, donde todo el mundo pudiera venir y regocijarse y donde todo el mundo pudiera lamentarse”, agrega Kelly. Aunque también es como un “circo”, con espectáculos de drag queens, conciertos y cabaré, recuerda.

Hoy, el Stonewall está reluciente, con una planta baja recubierta de madera y con un billar; un piso superior con otra barra de bar y banderas arcoíris colgadas del techo negro y una fachada repleta también de pequeños estandartes multicolores del movimiento LGTBI.

Las visitas de personalidades como el primer ministro irlandés Leo Varadakar y su pareja Matt Barret en 2018 o la actuación de la cantante Madonna, la pasada Nochevieja, no han hecho más que impulsar su popularidad.

Una fama que sus dueños esperan que no les sobrepase con la llegada de millones de turistas a Nueva York para participar en la celebración de la marcha mundial del Orgullo, este 30 de junio, que marcará también el 50 aniversario de la rebelión de los clientes de aquel antro gay.

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