Columna


Acondroplasia, la única discapacidad que produce risa

DORIS ORTEGA GALINDO

09 de junio de 2023 12:00 AM

El enanismo para la gran mayoría de las personas en nuestro entorno, es una enfermedad que condena indefectiblemente a quien la padece a una vida de limitaciones y barreras tanto físicas como mentales en un mundo que le ha hecho desde siempre, homenajes a la grandeza, y a las alturas, desde torres de Babel hasta rascacielos interminables. Pero haciendo honor a la verdad, la acondroplasia, como los más de doscientos tipos de enanismos, no son enfermedades; más bien es una condición especial que hace que una persona por aspectos genéticos, presente trastornos en su crecimiento, que lo hacen diferente al resto de la “media” de los individuos de la especie humana. Las personas de talla baja a través del tiempo se convirtieron en objeto de burlas, en un marco de curiosidad e intriga, cargado de valoraciones culturales que los ligan al recuerdo de la feria y el carnaval, a los espacios de diversión, de las cosas raras y exóticas, al de la exhibición y la anormalidad (Kruse, 2003). A través de los textos y las costumbres, los enanos, como tradicional e incorrectamente se les ha llamado, han adquirido connotaciones asociadas a la magia, el misterio y la suerte, así como a lo insólito y anormal. La humanidad de manera perversa e injusta ha reflejado en torno a ellos, sus temores, la zozobra de un mundo al revés y por ende la angustiosa risa del carnaval o la maravillosa curiosidad del circo.

El enanismo no es una anormalidad, pero sí puede afectar la salud de quienes la presentan, sobre todo en un país como el nuestro con barreras arquitectónicas, políticas y mentales que les dificultan a este colectivo, tener una vida en igualdad de oportunidades (inclusión educativa y laboral) con el resto de nuestra sociedad.

Como bien lo ha expresado mi amiga Karina Rojas Suárez: “El problema no estaba en ella, estaba afuera en un mundo que juzga y que tiende a construir estereotipos fallidos producto del desconocimiento de estas especiales condiciones”. Hay que educar desde las diferencias mirando las grandezas desde el interior de las personas, en el vasto universo de cada cual. Pero Kari, como cariñosamente la llamamos, se convirtió en un referente de la autosuperación y crecimiento personal, digno de resaltar en una ciudad donde abundan las “mentes enanas” incapaces de aceptar que, en las diferencias, está precisamente la riqueza del ser humano.

Esta es la única discapacidad que da risa. Nadie puede salir del enanismo. Pero se deben quitar las etiquetas de ‘enano’, una palabra que hiere, disminuye y juzga. En Colombia la ley 1275 de 2009 busca la inclusión y reivindicación de los derechos de las personas de talla baja, que sin lugar a dudas son verdaderos titanes de la vida.

*Abogada, docente.

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