El Concejo de Medellín causó gran revuelo en Cartagena al sugerirles a sus ciudadanos no utilizar nuestros coches al visitarnos porque la mayoría de los caballos están mal tenidos, muchísimos se han caído estando uncidos al coche y varios han muerto, aunque los casos documentados son recientes.
El activismo ciudadano, en particular el de Ángeles con Patas, una organización preocupada por el bienestar de todos los animales, y en particular el de los caballos cocheros, ha permitido monitorear la actividad de cerca. Mediante fotos tomadas con celulares y su difusión en las redes sociales, ya es difícil ocultar las tragedias, además de divulgar los frecuentes sobrecupos en los coches.
El Concejo de Medellín no se le ha “metido al rancho” al Concejo de Cartagena, ya que se dirigió a sus propios ciudadanos, aunque habrá repercusiones aquí. El Concejo de Medellín no improvisó, sino que fue consecuente con acciones suyas en pro de los caballos en su propia tierra, aunque muchos paisas piensan que aun allá exageraron la nota.
En 1999, la cabalgata más famosa del país, la de la Feria de las Flores, en Medellín, rompió el récord Guinness con 7.895 “binomios” (caballo y jinete) y luego el 29 de julio de 2006 el evento volvió a romper su propia marca con la participación 8.233 binomios en un recorrido de 10 kilómetros.
Pero cada año había problemas con algunos jinetes borrachos abusando de animales y algunos morían, a pesar de haber estaciones en la ruta con veterinarios para revisarlos. Nació una oposición ciudadana a esta crueldad hasta que llegó el que parece que será el final de las cabalgatas en el casco urbano de Medellín, como lo informó el periódico El Colombiano el 17 de septiembre de 2014:
“Un acuerdo del Concejo de Medellín, que reglamentó los desfiles con animales que se realicen en la zona urbana de la ciudad, llevó a que después de 27 años, se ponga fin al tradicional desfile a caballo Feria de Las Flores, evento que fue récord Guinnes en 1996 y 1999”. Este acuerdo ponía unas condiciones muy difíciles de cumplir y los organizadores no aceptaron hacer la cabalgata.
Los caballos cocheros de Cartagena no pueden seguir malviviendo como lo hacen. Necesitan unas pesebreras adecuadas, con buen tamaño y buen mantenimiento, cerca a su lugar de trabajo, por ejemplo, en Chambacú, que el Distrito podría costear y aprovechar para muchas otras cosas, desde la equinoterapia para niños con discapacidad hasta el alquiler de caballos en un entorno controlado. Podrían ser un atractivo turístico.
Los caballos necesitan buena comida, camas adecuadas (de aserrín, tamo o cascarilla de arroz), herraduras encauchetadas para el cemento en vez de las que usan hoy, sin ninguna tracción.
Si no se soluciona bien y pronto, este problema tendrá repercusiones internacionales que dañarían tanto la imagen de la ciudad, que perjudicaría su industria turística y además del daño general, no se salvarían los coches ni los empleos de los cocheros.
Se requieren soluciones de fondo para poder mantener una actividad que ya algunos piden abolir.
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