La semana pasada Cartagena cumplió 100 días de la cuarentena decretada por el alcalde, y ayer ese número se cumplió para todo el territorio nacional.
Pocas ciudades como la nuestra padecen de mayores efectos colaterales por el virus. Tal como lo han hecho ver economistas y gremios, la alta dependencia de esta urbe en el turismo la convierte en la ciudad más vulnerable a los efectos económicos y sociales de la infausta coyuntura impuesta por el COVID-19. Y ningún otro sector como el turismo es más afectado por las medidas de aislamiento decretadas a nivel mundial para frenar los contagios, así como será el último en recuperarse.
Según el Banco de la República, la pérdida por el aislamiento ya pasa del 6% de la producción interna del departamento de Bolívar, con una fuerte influencia en sectores como el comercio y los relacionados con el turismo. Según una encuesta de la Cámara de Comercio de Cartagena el 82% de empresas en la ciudad sólo están en la capacidad de apalancar su operación con recursos propios en un máximo de 2 meses, y sólo el 8% de las grandes empresas estarían en capacidad de subsistir por cuenta propia máximo por 6 meses.
Pero son las empresas del turismo las más vulnerables, pues el 87% sólo podría subsistir un máximo de 2 meses más. Si no se hace algo extraordinario con Cartagena, y ya teniendo la certeza de que el coronavirus nos acompañará por largo tiempo, más de 25 mil micro, pequeñas y medianas empresas se cerrarán, concentrándose la mortalidad de estas en las zonas turísticas.
El efecto más dramático se ve en la pérdida de empleos, con una tasa de desocupación del 11,2% en el trimestre febrero-abril, lo cual significa que en sólo dos meses de aislamiento se han perdido más de 35 mil empleos en Cartagena. Si, por ejemplo, en 2019 la ocupación hotelera fue del 66%, hoy sólo llega al 2%, con lo cual, nada más con el cierre de hoteles medianos y grandes, se perderán más de 13 mil puestos de trabajo, sin mencionar los efectos en la economía informal con lo que esto significa para los ingresos de subsistencia de la mayor parte de la población cartagenera, y aún sin contar con lo que pasa en las zonas insulares del Distrito.
Si no se hace algo excepcional con Cartagena, nos veremos abocados a niveles de pobreza aún más aterradores de los que hoy nos escandalizan; estamos a las puertas de pasar a un 47% de población en pobreza con el inatajable achicamiento de la clase media.
Por lo anterior, El Universal se suma a la campaña “SOS por Cartagena” que la Alcaldía, la sociedad civil y las fuerzas vivas de la ciudad lideran para lograr que el Gobierno ofrezca alternativas de ingresos monetarios para el “salvamento tanto de la población en situación de pobreza, de los informales y trabajadores que han perdido su empleo, así como de empresas para evitar una mortandad empresarial que agravaría aún más los indicadores económicos y sociales de la ciudad”.
Invitamos a todos los cartageneros y bolivarenses a sumarse en este propósito común.
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