Facetas


Carlos Pérez: su voz lo sacó de la dura vida de las calles

Esta es la historia de un joven cantante urbano y cartagenero que decidió tener una mejor vida luego de la delincuencia.

Vivir puede ser difícil y a Carlos Eduardo Pérez Caicedo le ha tocado aprenderlo. Él es un joven del barrio El Líbano que desde muy pequeño ha atravesado por situaciones que nadie quisiera experimentar, pero hoy siente que ha renacido.

Su madre, Guillermina Caicedo, lo tuvo muy joven, apenas solo tenía 13 años y, evidentemente, a esta edad nadie es lo suficientemente madura para afrontar la responsabilidad tan grande de criar a otro ser humano, sin embargo, la madre de Carlos se esforzó para criarlo. Lea aquí: La historia tras el traje que honró a la Torre del Reloj en Medellín

Cuando tenía cinco años, Carlos jugaba con uno de sus primos: era un niño extrovertido e inquieto que no medía el peligro y un día tomó una aguja y comenzó a jugar con ella; la enterró en el borde de una ventana de madera y, por la presión que él ejercía para que entrara en el trozo de madera, la aguja se partió y terminó rasgándole el rostro, cerca de su ojo derecho. Al principio, su madre pensó que no se trataba de una herida grave, después de todo, él se veía muy bien, solo tenía un pequeño rasguño... Todo se complicó poco después. Un día, estando en el colegio, Carlos se desmayó; su mamá decidió llevarlo al médico y hacerle unos estudios gracias a los cuales diagnosticaron al pequeño con tétano, una infección bacteriana mortal que se contrae con un corte o herida profunda. Pese a los tratamientos y a las infinidades de estudios, el ojo derecho del niño resultó comprometido, pues la infección estaba alojada allí y a Guillermina le tocó tomar una decisión que le dolió en el alma: autorizar que extirparan el órgano para salvar la vida de su pequeño.

Reciba noticias de El Universal desde Google News

Perder uno de sus ojos ha marcado a Carlos de por vida: le creó muchas inseguridades y sentía que muchas personas lo rechazaban por esa su condición. Al verse excluido y desorientado, poco a poco fue perdiendo el norte, cayendo en lo más bajo de las calles, los vicios y las cosas efímeras de la vida. Para Guillermina esta situación fue muy dura, por lo que decidió irse a Panamá a trabajar y dejarlo vivir junto a sus dos hermanas, pues él ya no la escuchaba.

Carlos era reconocido por todo el barrio como ‘El loquito’, un joven que pasaba en las calles, que asaltaba y vivía en una casa abandonada, conocida popularmente como “la casa del perro”. A sus 18 años, Carlos fue arrestado en dos oportunidades, ambas por hurto agravado y porte ilegal de armas de fuego; una noche, luego de haber salido de la cárcel, se encontraba acostado en la casa abandonada donde vivía, reflexionando sobre qué sería de su vida, pues él no quería seguir en esa situación.

“Fue un proceso duro, porque yo no me formé como un delincuente, yo conocí este mundo en la calle”, nos contó Carlos.

Con su “moral alta” -motivado- para salir adelante, el joven fue donde una tía y le pidió que le enseñara a hacer empanadas de harina de trigo y así como empezó a ganarse la vida honradamente, sus empanadas en poco tiempo fueron un éxito, él se levantaba temprano, preparaba su masa y todos sus ingredientes para llevar lo mejor a sus clientes. “No te miento, yo salía de mi casa y en la esquina ya las había vendido todas... Yo me sentía superbién con mi venta de empanadas, así fui ahorrando hasta conseguir para pagar el alquiler de un cuarto, para dejar de vivir en la casa abandonada”.

Una tarde, este joven sacó a la luz uno de sus talentos mejor guardados: su voz. Ese talento que nunca había explorado de verdad comenzó a sorprender a quienes lo rodeaban, así que comenzó a grabar videos y a subirlos a su perfil de Facebook. Uno de los clips se viralizó en muy poco tiempo, pues nadie esperaba que de un joven “tan mal vestido” saliera tremenda voz.

“Luego del video mucha gente me empezó a ayudar, me regalaron ropa, calzado, alimentos, cambié exteriormente, pero yo sentía que en mi interior seguía siendo el mismo”, recordó Pérez.

Al ver la aceptación de muchos, él dice que buscó ayuda en varias personas del gremio artístico, mientras cantaba en las calles del Centro Histórico. Su mejor amigo, Rafa Bm, siempre lo apoyó en su proceso de crecimiento personal; Calor Reales, Orlando Henrique y Eduardo Cuestas lo ayudaron a mostrar su realidad a las personas; Jesús May y Jhon Flórez lo impulsaron a proyectar su imagen como artista; Dj Dever, el reconocido artista de champeta de la ciudad, lo ayudó con sus proyectos musicales y lo apoyó dando a conocer desde sus redes sociales la historia del joven ‘Loquito’; Berraquera Music lo ayudó a crear una carrera organizada y a estabilizar su vida; pero se preguntarán, ¿qué relevancia tendría mencionarlos a todos? Muy especialmente me pidió que lo hiciera, pues dice sentirse completamente agradecido con estas personas que le tendieron la mano para salir del hueco en el que se encontraba. Le puede interesar: La curiosa historia de cómo se construyó la iglesia católica de Arjona

Hoy el gremio artístico lo conoce como Carlos Pérez, pues ese apodo de ‘El loquito’ quedó atrás. Tiene 25 años y vive en Bogotá, donde pretende crecer como persona y como cantante; le gusta el inglés así que hace cursos para aprender el idioma, junto a ‘Berraquera Music’ está trabajando en sus propuestas musicales, él dice que por el momento está en el género urbano, pero más adelante le gustaría dedicarse a la salsa. Hoy tiene una muy buena relación con su madre, sus hermanas Dayana y Daniela lo apoyan incondicionalmente: él dice que quiere darles lo mejor, brindarle estabilidad económica a su madre y ser un artista famoso. “Voy a escribir temas, lo haré hasta conquistar el mundo”, concluyó.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS