Ganarse un Premio Nobel de Paz puede parecer lo suficientemente lejano, ambicioso y loco como para siquiera atreverse a soñarlo, pero no para las hermanas Carvajalino.
¿Quiénes son ellas? La respuesta simple es nombrarlas: Karen, psicóloga de 26 años; Daniela, profesional en Finanzas, de 25; Stephanie, que estudió Ventas Profesionales y tiene 24 años. Son cartageneras.
Emprendedoras desde mucho antes que el verbo emprender se volviera un lugar común. Esa es la respuesta completa. Son conferencistas que han viajado por veinte países repitiendo que la educación y la tecnología no solo deben, sino que necesitan ir tan de la mano, compenetrarse tanto, que un día lleguen a parecer la misma cosa. Creadoras de The Biz Nation, una plataforma virtual a través de la cual imparten cursos que cuestan máximo 50 dólares, basados en programación neuroligüística: educación de calidad en habilidades productivas, educación accesible y pertinente que les ayuda a las personas de cualquier edad a ser relevantes en el ámbito laboral.
“Mira, tenemos que estar dentro de la lista de los 30 menores de 30 de Forbes -agrega Karen-, tenemos que estar en grandes ligas porque la combinación de la educación con la tecnología crea grandes cosas, un impacto muy grande y es lo que hacemos a través de The Biz Nation”.
Un dulce juego
Pero ninguno de esos sueños es nuevo. Todo comenzó a gestarse por allá, a finales de los años 90 y comienzos de este nuevo milenio que ya está algo viejo, cuando las hermanitas Carvajalino esperaban ansiosas a que llegara la hora de su juego favorito: trabajar en su empresa de chocolates. Después del colegio, llegaban a la casa a preparar los chocolates que más tarde venderían tocando de casa en casa por el vecindario y de paso iban aprendiendo que no se decía “ingredientes”, sino materia prima e insumos; no era “lo que te queda”, sino utilidades, siempre de la mano de sus papás, Luis Carvajalino y Elvira Martínez. “Él siempre ha sido un emprendedor, el de las ideas más ‘locas’; ella, una educadora, así que fueron el complemento y la orientación perfecta para nosotras”, añade Daniela.
Un día, uno de esos vecinos les propuso a las Carvajalino ir a contarle a un grupo de estudiantes de posgrado de la Universidad del Norte sobre su juego. “Yo creo que estaba encartado y no tenía a quién más llevar -bromea Daniela-, nosotros, con tal de que nos comprara, le dijimos que sí”.
“Fuimos a hablar de nuestra empresa, de utilidades y de producto, a personas que tenían el triple de nuestra edad y nos divertimos, porque era explicarles nuestro juego. Cuando llegamos, la mitad de gente era como ¡ay, qué tiernas!, pero no pensaban que pudiéramos enseñarles algo... Luego se acercaron a decirnos que las habíamos inspirado, motivado. Ahí nos dimos cuenta: podemos transformar”, agrega Stephanie.
Desde entonces, comenzaron a pensarse como seres con el poder de impactar y transformar, así que con el paso de los años se afianzaron en esa capacidad y crearon un objetivo que hoy es el principio y el fin de The Biz Nation: usar la tecnología y la educación para crear un mundo mejor.
“The Biz Nation existe hace seis años. El punto de crear una empresa es aportar tu granito de arena al mundo. Nosotros somos una empresa social: usamos el 15% de las ganancias para fundar programas gratuitos en Cartagena. Hemos hecho programas en Pontezuela, Bayunca, Colombiatón, gratis, porque entendimos que debíamos brindarles a las personas la misma educación relevante y de calidad que habíamos recibido y que no están viendo en el colegio. No es relevante a la realidad”, explica Stephanie.
¿Y cuál es la realidad?
Responde Daniela: “¿Qué pasó en la pandemia?, sí, cosas malas y de esas ya han hablado demasiado, ¿pero qué otra cosa pasó?, se aceleró la transformación digital muchos años. Nunca lo hubiéramos imaginado: el mundo en teletrabajo, era algo como que: las empresas aquellas, muy selectas, hacen teletrabajo, ahora muchas empresas no van a volver a trabajar desde sus oficinas y tú hoy, aquí, puedes ser contratada en China, en Japón, cualquier parte, pero debes tener las habilidades y ese es el problema: la gente no tiene las habilidades que el mercado está demandando, la gente sigue estudiando las carreras tradicionales que hoy ni siquiera se necesitan, algunas sí, pero en el corto plazo se van a ir remplazando... El 56% de los trabajos van a ser reemplazados por la tecnología y la gente lo ve como algo negativo, pero realmente es el curso de la vida. En la Primera Revolución Industrial nos adaptamos, aquí muchos trabajos se van a eliminar y muchos otros se van a crear, pero la gente tiene que estar preparada con inteligencia artificial, con machine learning, con análisis de datos y big data, marketing digital ya se convirtió no en algo especializado”.
“Ahora, en la pandemia, fue el momento en el que dijimos: no estamos tan locos como pensábamos. Literal, porque hace 17 años nadie hablaba de emprendimiento, hoy es el boom y todo el mundo es emprendedor. Hace seis años, que nosotros creamos The Biz Nation, nadie hablaba de educación en línea, ni siquiera lo veían como una posibilidad. En Colombia, creíamos que el mayor obstáculo de nuestra plataforma era la bancarización y no, era la mentalidad de las personas. Ahora, en la pandemia, más de 16 millones de personas se bancarizaron, o sea que siempre lo pudieron hacer, pero no lo veían como una posibilidad. Más de 10 billones de pesos se movieron en comercio electrónico, siempre se pudo comprar en línea, pero no estaba la mentalidad. Creo que la pandemia ha reafirmado que estábamos en el camino correcto, que estábamos preparadas”, comenta Stephanie.
“América Latina es de las regiones que más tiene una brecha gigante entre lo que la industria requiere, los avances de tecnología y lo que la gente está capacitada para hacer y precisamente nosotras, como The Biz Nation y como hermanas Carvajalino, buscamos acortar esa brecha para que la gente aprenda realidad mental, analítica de datos. Un cambio de mentalidad”, asegura Karen.
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Las Carvajalino son un equipo compuesto por tres cerebros que piensan de forma bastante distinta, pero se complementan: mientras Stephanie es la cerebro derecho: la creativa, la de las ideas disruptivas y la gran oradora; Daniela es cerebro izquierdo, la de los números y las finanzas; Karen, por su parte, es más cerebro central: la que hace que las cosas pasen, la que lleva todo a la práctica. Ese es uno de los secretos de su éxito. Uno de los secretos que las lleve a ganarse el Nobel de Paz, ¿por qué no?
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