La sencillez y originalidad hacen gala en la propuesta musical del bogotano Gregorio Uribe. Ahora, cuando hace el lanzamiento del tercer álbum de su carrera, reafirma ese compromiso que se propuso desde cuando tomó el acordeón y forjó su estilo basado en la raíz vernácula.
Lo anterior es perceptible a primer rasgo, una vez se escucha, se está ante un trabajo que recoge sus vivencias en cada uno de los lugares que ha visitado, desde los soleados campos de los Montes de María, hasta Nueva York, donde tomó influencias que le permiten presentar un sonido propio.
Gregorio viene de su álbum “Cumbia universal”, esa propuesta que le permitió plasmar un trabajo que empezó a gestarse una década antes donde se fusionaron Big Band y ritmos del Caribe, con el interés certero de ponerlo a “rodar”, sacarlo más allá de una presentación en vivo. (Lea aquí: Es tiempo para escuchar a Gregorio Uribe)
De otra parte, fue el cierre de un ciclo, porque a su manera de ver, en esta época de sencillos, sacar un disco donde se refleja una etapa de la vida, le liberó. En síntesis, el artista cree que era imperioso para él plasmar esos arreglos de Big Band, para continuar y llegar a otra conexión que la representa entonces el acordeón.
Ahora regresa con “Hombre absurdo”, el álbum para el cual se tomó su tiempo, pero también merece aclarar que llegó la pandemia y todo se alargó un poco más. Este disco tiene dos partes, la musical, que logra reconciliarlo con el instrumento, el acordeón o volver a conocerlo, que aunque siempre ha estado presente en su trasegar, lo retoma para hacer el disco a partir de allí.
Esto se basa en el conocimiento adquirido sobre los ritmos sabaneros del acordeón, logro que debe al Maestro Carmelo Torres en San Jacinto, con quien descubrió la cambia sabanera, entre otros ritmos propios de Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa o Lizandro Mesa, una vertiente que dista del tradicional vallenato.
Con este trabajo, Gregorio se adentra más en los ritmos colombianos como la cumbia sabanera, el pasebol o el paseaíto, que a su vez cuentan con influencias que decidió fusionar con la timba cubana, marimba del pacífico, merengue dominicano y bomba puertorriqueña.
La segunda parte tiene que ver con las letras, y allí el autor hace una exploración en la literatura existencial que se centró en la búsqueda de temas interesantes que si bien no dieron en su momento solución a lo que llegó a experimentar una vez publicó el álbum “Cumbia universal”, sirvieron de compañía. Aclara que en principio le sonaron raro, pero con el tiempo entendió que compositores de antaño, como Juancho Polo Valencia, tenían canciones de ese tipo, es el caso de “Lucero espiritual”.
Cada canción de “Hombre absurdo” está inspirada en algún tipo de libro, ensayo, novela y el título viene de la lectura de Albert Camus que se llama “El mito de Sísifo”, aludiendo a esa manera de vivir sin necesariamente creer que el mundo no tiene sentido, explica Uribe.

El territorio recorrido
Siendo un músico que se involucra más allá de la composición y el estudio, Gregorio Uribe recorre territorios en la inmensa geografía nacional, sin embargo, los Montes de María y Mompox siguen siendo su conexión con lazos afectivos y familiares, que aunque no están del todo presentes en este disco, se alistan para el próximo trabajo.
Afirma el artista que nuevamente merece exaltar a Carmelo Torres, quien es una de las personas que carga el legado de Andrés Landero, y con una vida sencilla en el campo, ha sido clave en las reuniones, toda vez que hace del acordeón un instrumento versátil, aumentando el gusto en él.
Los recorridos de Gregorio llevan un objetivo claro, aunque reflexionando agrega que tienen mucho que ver con el momento que está viviendo con su familia, por tanto los acercamientos son más puntuales, generalmente buscan una colaboración, una grabación, entre otros trabajos que pueden surgir y que servirán para un futuro disco.

Historias para cantar
Once temas componen el álbum “Hombre absurdo”, de los que Gregorio Uribe podría contar una historia de cada uno, sin embargo, comenta que su proceso de creación está alejado de las prisas del mundo actual, puede empezar a escribir una canción, al tiempo que aborda otra, permitiéndoles “respirar” y retomarlas en el momento que aparezca la musa que indica su camino final.
Hay una situación muy particular en el lanzamiento de este álbum, y tiene que ver con el lugar escogido, Nueva York. Ante esto el bogotano advierte que existen dos razones, una de ellas es simbólica y es porque en la capital del mundo surgió la inspiración para el mismo, además de que allí se llevaron a cabo los arreglos y producción, la otra razón, y muy poderosa, fue atender la invitación al Lincoln Center, uno de los escenarios más icónicos, por lo que se aprovechó la coyuntura para hacerlo allí.
Asegura que siempre tendrá un pie en la Gran Manzana, es una ciudad que quiere, le inspira, además de contar con un nutrido público allí, además, desde donde esté, siente que su música refleja una mezcla de Colombia y Nueva York.
Vale aclarar que la mayor parte de lo vivido por este cantautor ha sido fuera del país, sin embargo, el retorno siempre es obligado, afirma que al girar la mirada hacia atrás encuentra patrones donde la música colombiana representa esa “chispa” de vida que le llena el alma.
“Puedo escuchar esos sonidos en cualquier lugar, incluso seguir con su aprendizaje, pero estar en esos territorios, disfrutar del entorno que se nutre de la picardía, el humor de su gente y la cotidianidad, es una mejor manera de ver el mundo, da otra sensación de prioridad”, afirma.
Gregorio viene disfrutando ese proceso desde sus inicios musicales, incluso advierte que antes de la avalancha tecnológica de redes sociales, todo resultaba más místico, y aunque no era tan sencillo llegar y conocer, se logró y hoy es uno más entre esos artistas que conservan su esencia.
Se considera un hombre con suerte, afirma tener una especie de bendición con los invitados a sus discos. Gregorio Uribe ostenta colaboraciones con importantes figuras y en ese camino advierte que existen factores que definen su trabajo, uno de ellos es hacer la música de corazón, con el deseo de que trascienda y otro es tener claro que “la peor vuelta es la que no se hace”, invita y si no se da, no pasa nada.
El disco anterior contó con la presencia de Rubén Blades, mientras que su álbum actual tiene al Maestro Alfredo Gutiérrez, a quien no ha tenido la fortuna de ver personalmente, la grabación se llevó a cabo en pandemia y con una enorme distancia de por medio, pero ya habrá un momento para estar juntos.
Al hacer balance de lo hecho, indica que su primer disco fue romántico en general, aunque tenga temas sociales; el segundo mantiene un aspecto que va entre lo social sin ser protesta, de comunidad al reunir una orquesta grande fusionando músicos de diferentes partes del mundo, e intelectual en el sentido académico que manejó en sus arreglo. Ahora “Hombre absurdo” se enmarca en la búsqueda espiritual, que lo ha mantenido cómodo entre sus curiosidades intelectuales y el acordeón.