Cartagena


Quejas por ruido en negocio de La Boquilla. Agreden a reporteros

PAOLA PIANETA ARANGO

24 de abril de 2011 12:01 AM


Según los denunciantes, cada vez que hay temporada turística, es decir, en enero, Semana Santa, junio, noviembre y diciembre, los propietarios del Hotel-Restaurante Kudetha aumentan considerablemente el volumen de sus amplificadores durante todo el día y parte de la noche, lo que perturba sus descansos.
“Esto es algo que lleva varios años, ellos hacen sus fiestas y ponen la música alta sin que ninguna autoridad haga algo. Incluso hemos llamado a la Policía, pero los dueños del negocio les dicen que ellos no tienen competencia para mandarles a bajar el volumen”, relata uno de los afectados.
Al llegar al negocio los reporteros de El Universal, pudimos constatar que en ese momento no había música a volumen alto.
Una funcionaria encargada nos explicó que allí no se pone música a alto volumen, sino que los inquilinos del edificio vecino, a su juicio, son muy “amargados” y no quieren que haya ningún tipo de música.
“Ellos no viven allí, pero cuando vienen de vacaciones todo les molesta”, dijo la señora.
A través de este diario intentamos saber si la directora del Establecimiento Público Ambiental (EPA) estaba enterada del caso, pero no pudimos establecer comunicación con ella.

AGRESIÓN A LA PRENSA
En nuestra labor de reportería tomamos una foto del sitio que, según algunos vecinos de un edificio en La Boquilla, genera mucho ruido por la música constante a todo volumen.
Al ingresar al sitio en cuestión, nuestra reportera gráfica tomó una fotografía del restaurante donde se veía un pendón con el nombre de otro restaurante de comida de mar llamado Sushi Garden (al lado de Kudetha), cuya propietaria se identificó como Carolina Paternina.
Pues bien, la propietaria de este sitio sin saber que su negocio no estaba incluido en la queja puesta por los habitantes del edificio, se abalanzó contra la reportera gráfica con intenciones de arrebatarle la cámara.
Viendo la situación intentamos explicarle que la intención no era perjudicar su negocio y que no publicaríamos la foto, pero la mujer no escuchó y por el contrario lanzó frases amenazantes contra la periodista y la reportera gráfica, aludiendo a que si publicábamos la imagen “nos destruiría legalmente porque nosotras no sabíamos quién era ella y a qué personas conocía”.
De nada sirvieron los intentos por explicarle el motivo de nuestra visita al lugar, pues ella sólo estaba interesada en quitarle la cámara a la reportera gráfica para borrar las imágenes perso-nalmente, acompañada y acolitada además por varias personas, entre hombres y mujeres que también querían quitarnos la cámara.
Por último, y salvaguardando nuestra seguridad, tuvimos que borrar las fotos y salir de allí lo más rápido posible, sin alcanzar a recoger todos los datos e información que requeríamos para validar o no la queja de los vecinos.

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