Cartagena


Así está el pueblo de Barú: sin CAP y con agua potable por electrobomba

En la fase 3 de la encuesta Mi voz, mi ciudad, de Cartagena Cómo Vamos, se evidencia la insatisfacción con los servicios de salud y con la gestión global de la Alcaldía. El compromiso prioritario es terminar el CAP.

Desde las 7 de la mañana, Víctor Fuentes Medrano junto a otra barulera se sientan en un muro debajo de un árbol para llenar las más de 100 pimpinas de agua potable que necesitan los habitantes del pueblo de Barú para sus necesidades básicas.

Mujeres, jóvenes, niños y adultos llegan con una carreta para subir las pimpinas y llevarlas hasta sus casas, debido a que nunca han tenido una conexión directa para sus hogares.

“Se dice que el COVID se combate con lavado de manos y nosotros siempre hemos tenido el inconveniente del agua potable, la Alcaldía tenía un compromiso con la comunidad con procesos de consulta previa y por ahí presionamos para que trajeran el agua, cumpliendo con alguno de esos compromisos que le debían a la comunidad”, refiere Víctor, quien hace parte del Consejo Comunitario de Barú.

El acceso al agua potable y la construcción del centro de salud son los dos clamores de los residentes de este pueblo. Además tienen años sin recibir inversión en vías, salud o servicios públicos.

La fase 3 de la encuesta Mi voz mi ciudad, de Cartagena Cómo Vamos, revela que “a excepción del servicio de energía, la cobertura de los servicios públicos en Barú es más baja que en Cartagena”, y Barú registra el porcentaje más alto de insatisfacción en cuanto a gestión global de la Alcaldía luego de su primer año, con un 40%. En Cartagena, la satisfacción está en un 56%.

El 64% de los encuestados en el corregimiento requirieron de algún servicio de salud y solo el 31% se sintió satisfecho con los servicios recibidos. Mientras que, segregado, en Barú, Santa Ana y Ararca la insatisfacción en este aspecto se ubica en 72%, 45% y 30% respectivamente.

“En las tres fases, los encuestados de la isla de Barú se han mostrado menos satisfechos con la forma como la Alcaldía ha atendido la emergencia en comparación a Cartagena”, aseguran los resultados de la encuesta.

Reactivación y vacunación

La mayoría de los baruleros son independientes, viven de la pesca o del turismo, que poco a poco se ha reactivado sin alcanzar por completo la normalidad. La encuesta resalta que el 69% de las personas del corregimiento aún no tienen empleo.

“Barú es una población muy golpeada por esta pandemia, de vez en cuando fundaciones y empresas privadas trajeron algunos mercaditos, pero por parte del gobierno un abandono total y por eso hemos estado críticos en todo este tiempo de pandemia. La comunidad estaba un poco reacia a adoptar las medidas de bioseguridad, eso fue difícil. Esa fue una lucha constante que tuvimos como líderes. Ahora en la vacunación el proceso está lento”, resalta Fuentes Medrano.

A Barú parece que no llegan las estrategias de prevención contra el coronavirus, pues son pocos quienes usan el tapabocas y mantienen un distanciamiento físico, no hay control entre quienes ingresan o salen del pueblo. Inclusive, solo el 24% de los encuestados se hizo alguna vez la prueba del coronavirus y la positividad fue del 8%.

La mayoría de pruebas realizadas para detectar el COVID-19 en Barú, fueron realizadas por entidades particulares.

La clínica de Santa Ana es la más cercana para prestar los servicios de salud a la población y es la que los provee de las vacunas contra el coronavirus, pero hasta esta semana aún no llegaban biológicos para primeras dosis. “Reconozco el gran interés de la Fundación Ser Social en venir hasta acá para vacunar a la comunidad, pero si de parte del Distrito o del Gobierno nacional no se asignan más dosis se torna difícil”, resalta el líder.

Aunque el 54% de los encuestados en Barú se mostraron dispuestos a aplicarse la vacuna, un porcentaje mayor al de Cartagena que fue del 50%, quienes respondieron que no se la aplicarían o que no sabían si lo harían dieron como principal razón que no tenían suficiente información.

¿Alternancia, una buena opción?
En la isla la virtualidad fue compleja, porque -según cuenta el líder- algunos estudiantes debían pedir ayuda por fuera de la casa para realizar las tareas, y el aprendizaje fue menor. Actualmente en la institución educativa se desarrolla la alternancia siguiendo los protocolos de bioseguridad. Igual que con la salud, la satisfacción con la educación en Barú se ha reducido. “Para esta fase, el 44% de los encuestados en la isla estaban satisfechos con la educación recibida por los niños, niñas y jóvenes de su hogar durante la pandemia, disminuyó cinco puntos porcentuales con respecto a la cuarentena”, se explica en los resultados de la encuesta. Ararca, con un 33%, es la población menos satisfecha y Santa Ana con un 55% es la más satisfecha.
Licencia para el CAP

Desde el 2014 que quitaron el puesto de salud en Barú para reconstruirlo, los habitantes viven una odisea para la atención de una emergencia médica. El centro asistencial más cercano es el de Santa Ana, si allí no los atienden y no hay ambulancia disponible, el familiar debe costear los pasajes hasta Cartagena.

“Eso es un elefante blanco, supuestamente la construcción y puesta en marcha del puesto de salud duraría un año, eso fue en el 2014, se perdió la plata de la red hospitalaria que se invertiría y nadie respondió”, indicó Fuentes Medrano.

Este líder, conociendo toda la problemática y para darle respuestas a la comunidad, cada vez que puede llama al ingeniero encargado para saber cómo va el proceso de reactivación de obras. Lo último que supo fue que faltaba la firma del acta de inicio por parte del alcalde de Cartagena, William Dau Chamat, y que hicieron un inventario de los materiales.

“Los servicios médicos prácticamente no los prestan porque la fundación únicamente llega los viernes y si alguien se enferma antes de ese día, los familiares del paciente tienen que buscar entre $400 mil a $500 mil para un viaje expreso a Cartagena”, precisó.

Ante esto, la Secretaría de Infraestructura indicó que las obras en el puesto de salud, con un 40% de avance, serían reactivadas en la primera quincena de julio y entregado en la primera quincena de noviembre de este año. Esto por los recursos aprobados por el Concejo Distrital y que el Departamento Administrativo Distrital de Salud (Dadis) destinó para retomar las obras inconclusas de los hospitales y centros de atención prioritaria.

“Se requieren intervenir unos 959 metros cuadrados y las obras durarían aproximadamente cuatro meses, siempre y cuando se mantengan tres jornadas de trabajo constantes. Este proyecto requiere de una inversión aproximada de 9.108 millones de pesos y en este momento los trámites de licencia ante la curaduría”, enfatizó Luis Villadiego, secretario de Infraestructura.

Añadió que en este centro de salud hay actividades de obra con movimientos de tierra, cimentaciones en la estructura, elementos en mampostería en PVC, instalaciones hidrosanitarias ejecutadas y se requiere continuar con pañetes, acabados, completar redes, enchapes y dotación para su operatividad.

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