Marítimo


Descarbonización: la tarea pendiente de la industria naviera

A nivel mundial, las embarcaciones emiten más de mil millones de toneladas de carbono al año y de acuerdo con las proyecciones, esta cifra tiende a la alta.

El crecimiento constante del transporte de mercancías vía marítima agrava el impacto de esta actividad en la atmósfera, debido a las emisiones de gases contaminante. Así lo indica la Organización de las Naciones Unidas y además reporta que las naves de todo el mundo emiten más de mil millones de tonelada de carbono al año, alrededor del 3 % del total mundial.

Las proyecciones no son alentadoras: las metas planteadas por las organizaciones internacionales, articuladas con el Acuerdo de París cuyo objetivo es evitar el aumento de la temperatura sobre 1,5 grados centígrados, no están cerca de cumplirse y por el contrario, se prevé el aumento de los gases contaminantes provenientes de la industria naviera.

Entre las metas que ha establecido la Organización Marítima Internacional para esta industria está la reducción de los gases de efecto invernadero en el 50 %, para 2050 y disminuir la intensidad de carbono de las emisiones en 40 % para 2030 y en 70 % para 2050, en comparación con los niveles de 2008.

“Las políticas de descarbonización actuales son insuficientes para hacer que el transporte de mercancías sea sostenibles. Incluso cumpliéndose los compromisos actuales, se prevé que en 2050 las emisiones de CO2 sean un 22 % superiores a las de 2015”, expone el reporte Perspectivas del Transporte 2021 del Foro Internacional de Transporte (FIT).

Los más contaminantes

Las naves con mayores emisiones de gases contaminantes son los buques portacontenedores y los graneleros (bulk carriers), debido a la velocidad alta a la que navegan, según John Maggs, asesor sénior de políticas de la organización Seas at Risk (Mares en Riesgo), que se centra en la protección marina (Le puede interesar: Descontaminar cuerpos de agua es un trabajo arduo).

“Los cruceros son probablemente los peores, ya que tienen una enorme demanda de energía asociada con sus servicios hoteleros, pero solo son responsables de una parte pequeña de las emisiones totales de los barcos”, señala Maggs.

Agrega que gran parte de la reducción de las emisiones, desde el 2008, se deben a la ‘vaporización lenta’, impulsada por el mercado, y el aumento del tamaño de los barcos que implica la disminución de la velocidad.

Lo que se debe hacer

De acuerdo con el FIT, es necesario que la industria naviera haga un esfuerzo equivalente a su crecimiento. Si las iniciativas se enfocan en consolidar las cargas, mejorar la colaboración en las cadenas de suministro, avanzar en los procesos de estandarización y promover las tecnologías de baja emisión de carbono, los gases contaminantes se reducirían hasta el 72 %.

Adicionalmente, la reducción de la velocidad de los buques, lo que se denomina como navegación lenta, en un 20% disminuiría tanto las emisiones como los costos de combustible hasta en el 34 %, según Naciones Unidas.

Volver a las velas

Regresar a las prácticas ancestrales de la actividad naviera, como aprovechar el viento para propulsar las embarcaciones es una de las alternativas para disminuir la cantidad de combustible que requieren las naves.

“Esto es posible a través de barcos más eficientes que se mueven a velocidades más lentas utilizando tecnologías renovables como velas, lo que reduciría drásticamente las emisiones a corto plazo y ayudaría a preparar a la industria para el uso de los combustibles cero carbono, más escasos y costosos en el futuro”, comenta Maggs.

Ya existen buques cargueros a vela que son impulsados solo por el viento y barcos cometas que mezclan motores modernizados con velas. “La compañía naviera japonesa NYK está desarrollando un barco que utilizará palas, similar a una turbina eólica, que promete reducir las emisiones de carbono en el 69%”, reseña la ONU (Puede leer: ¿Por qué son importantes los océanos?).

Monitoreo de emisiones
Las organizaciones internacionales proponen regular la velocidad de las embarcaciones a través de transpondedores de satélites, instalados en los barcos comerciales y mediante controles de las autoridades de los puertos a los que estos arriben.

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