Columna


Vacunación

LUIS CARLOS DÍAZ

19 de febrero de 2021 12:00 AM

La atención de los colombianos se ha posado durante estos días sobre la llegada al país del primer lote de vacunas contra la COVID-19. Este evento no solo dio lugar a un insólito cubrimiento de la prensa al aterrizaje de un avión cargado con la cura para el virus, sino también a varios debates alrededor de este primer paso del proceso de vacunación.

Con justa razón muchos afirman que 50.070 dosis son insuficientes. La llegada de lotes tan pequeños alarga la espera y aviva la incertidumbre sobre el contagio y los efectos adversos del virus. Casi la mitad de la torta llegará a Bogotá (12.582 dosis), Antioquia (6.570) y Valle (5.184). En la región Caribe, Barranquilla, Cartagena y Santa Marta recibirán menos del 10%, esto es, 2.556, 1.260 y 720 dosis, respectivamente.

Ante este escenario de lamentable escasez de vacunas, la expectativa se genera sobre su correcta asignación. La prioridad se ha orientado al personal de salud de primera línea y personas mayores con comorbilidades. No obstante, las críticas no solo recaen sobre la cantidad de vacunas del lote, sino también sobre su costo unitario y el retraso en su llegada. Con AstraZeneca, por ejemplo, el Gobierno obtuvo cada dosis con un valor de USD $21, más de nueve veces el precio pagado por la Comisión Europea, y poco más de cinco veces el precio pagado por Estados Unidos. Para variar, Colombia es uno de los países más rezagados en este proceso de adquisición y suministro de vacunas, detrás de países como Argentina, México, Costa Rica, Chile, Brasil, Panamá y Ecuador.

Con la llegada de la vacuna a Colombia, el país continúa con su proceso de recuperación. La eventual inmunidad al virus -que tanto tiempo nos ha mantenido en suspenso- abrirá la posibilidad a la circulación sin restricciones, al regreso del comercio, a las reuniones familiares y con amigos, al turismo y a la actividad económica en general. Pero se necesita algo más.

Es preciso que el Gobierno continúe negociando, esta vez con mejores resultados, la compra de las vacunas. La celeridad en el suministro del total de dosis también es vital. Chile es un excelente ejemplo: en solo dos semanas pasó de tener dos a tener 13 de cada 100 personas vacunadas. Pocos países han avanzado tan rápido.

El pronto y feliz cumplimiento del Plan Nacional de Vacunación contra el COVID-19 apenas nos devolverá a la cruel realidad, lo que implicará retomar viejos problemas estructurales como la pobreza y el desempleo, que han sido severamente acentuados por la crisis sanitaria. No solo es “cumplirle a los colombianos”, como dice el Gobierno nacional, con solo 50.070 vacunas.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

*Profesor UTB.

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