“Cada cuatro años vuelve la política a los barrios”, dicen los avezados en acompañar campañas electorales en la ciudad por motivos altruistas o particulares. Postes, paredes y altas vallas atestan la ciudad con la cara de aspirantes a algún cargo público. En dicha época, son comunes las camionetas y carros empapelados de publicidad política, parqueados frente a una casa: la sede de campaña del candidato en cuestión.
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Normalmente, y como muchos esperan, estos centros electorales se instalan en casas alquiladas con el suficiente espacio e independencia urbanística para no alterar la tranquilidad vecinal del barrio en donde están. Sin embargo, en El Cabrero, Daira Galvis, senadora que busca reelegirse por Cambio Radical, tiene su sede de campaña en el edificio Cabrero 272.
Edificio Cabrero 272
Los residentes del edificio y vecinos de la zona han denunciado el alto flujo de personas que entra a diario. “Es descomunal la cantidad de personas sin tapabocas que se pasea por los pasillos en plena pandemia del COVID-19. Sin interesarles si están propagando el virus en una unidad residencial donde viven niños y adultos mayores, que están propensos a este mal comportamiento”, afirmó un residente que prefirió reserva de su identidad.
Flujo de visitantes sin tapabocas por los pasillos del edificio.
Y añadió: “Es desafortunada la actitud con la que responden ante los llamados de atención de la administración del edificio, e inclusive, han provocado altercados y maltratos a los porteros cuando estos, cumpliendo con su trabajo, les indican que respeten las reglas de convivencia. Pero nada cambia”.
La calle Real de El Cabrero, un parqueadero
Las fuentes vecinales consultadas por este medio informaron que la calle Real de El Cabrero, principal vía del barrio, fue convertida por el parqueadero particular de la sede de campaña. “La calle permanece llena de todos los carros de quien llega a esa sede política, creando un caos vehicular en distintos horarios. Una congestión sin antecedentes en uno de los barrios más antiguos y tradicionales de Cartagena”.
“En su afán individual vela más bien por sus intereses personales y políticos, en vez de los de la comunidad. Entre 10:00 a.m. y 12:30 p.m. esto es caótico con el ruido y el flujo de gente. Ojalá pueda mejorar la actitud de la senadora Daira Galvis en Cartagena, quien abusando de su posición no tiene respeto alguno por las llamadas de atención escritas por la Administración. Indigna representación de la comunidad y abuso político en representación de su partido. Verdadero ejemplo de las malas prácticas políticas y el desacato basada en su investidura a las normas y leyes de convivencia ciudadana”, expresó un residente del edificio.
Quien agregó: “Todo esto demuestra la falta de conciencia de la senadora Daira Galvis en las responsabilidades como funcionaria pública, ciudadana y como persona que vive en comunidad. Muy mal vista su actitud que no compagina con una persona que busca reelegirse como representante del pueblo en el Congreso”.
Investigaciones contrastadas con los vecinos dieron cuenta que el apartamento 1504 del edificio Cabrero 272, convertido en sede de campaña política, no es de propiedad de la senadora Daira Galvis. “Debe además muchos meses de administración, el apartamento lo tiene arrendado una compañía llamada Lesotho & Divalista SAS., dedicada a negocios inmobiliarios y jurídicos.
Con una búsqueda de su NIT se identificó que el representante legal de la empresa es el hijo de la senadora Daira Galvis, José Carlos Patrón Galvis. Mientras su madre ha sido senadora, Patrón ha firmado 14 contratos por un valor de 434 millones de pesos, según SECOP, con el Ministerio de Vivienda (3 de $91 millones) y con el Iderbol (2 de $95 millones) por asesorías jurídicas.
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