La responsabilidad de cuándo y qué comen los niños y niñas es exclusiva de sus padres o cuidadores. Pero ¿cómo saber si la alimentación que le proporciona al menor a su cargo es nutritiva y cubre los requerimientos para su adecuado crecimiento y desarrollo?
Para los menores de seis meses, “la leche materna es una excelente fuente de proteína, les transmite los anticuerpos de la madre, por lo que está menos expuesto a las enfermedades, y les proporciona todos los nutrientes que necesitan”, explica el doctor Enrique Mazenett, director de Epidemiología de Coosalud EPS.
El experto añade que, luego de los seis meses, se recomienda continuar con la lactancia, incluso cuando la madre o el niño presenten cuadros virales, pues a este le ayudará en su recuperación y aclara que solo se indica la suspensión, en algunos casos, cuando la mujer padece una enfermedad grave.
David Machado Buelvas, nutricionista de la UCI Pediátrica de Casa del Niño, entidad que hace parte de la red de Coosalud EPS, explica que, al iniciar la alimentación complementaria y en toda la niñez es indispensable incluir macronutrientes en cada comida: proteínas, carbohidratos y grasas.
“Estos alimentos deben ser de calidad, garantizando el aporte nutricional: proteínas de origen animal, como huevo, y ricas en hierro, como las vísceras; proteínas vegetales (lentejas y frijoles, etc.) acompañadas de carbohidratos, como yuca, ñame o plátano; y grasas, como aguacate y aceite de oliva”, dice Machado.
El doctor Mazenett indica que, “es importante limitar los alimentos procesados, como harinas refinadas o mucha azúcar. Buscar alternativas como frutas de temporada y elegir opciones sanas: en vez de pan empacado, yuca; en vez de un litro de gaseosa, uno de leche, por ejemplo”.
No solo es peso
El nutricionista señala que, los fallos en la dieta podrían no ser evidentes por la composición corporal de algunos niños, que aparentan tener el peso ideal, pero que están hinchados por retención de líquidos. “Es indispensable el control de crecimiento y desarrollo para asegurarse de que el menor tiene el peso y la talla de acuerdo con su edad. Desde el embarazo se le hace seguimiento a la madre para evitar cuadros de desnutrición”, señala.
Con el chequeo de electrolitos y pruebas como la prealbúmina es posible conocer si el patrón de alimentación es el adecuado.
“Cuando se trata de una desnutrición crónica, no hay vuelta atrás, especialmente si es después de los cinco años. En ese caso será muy difícil recuperar el peso y la talla que le corresponde al niño de acuerdo con su edad y se afecta el neurodesarrollo”, anota Machado Buelvas.
- Brazos y piernas delgadas, pero abdomen abultado.
- Piel y cabello secos.
- Palmas de manos y pies pálidos.
- Ojos hundidos.
- Bajo de ánimo e irritable.
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