A José de Jesús Palomino Geles, de 62 años, le cambió la vida en la noche del 6 de agosto del 2021. Ese fue un día productivo donde laboró como comerciante, visitó familiares y realizó diligencias personales, pero a las 10 de la noche se le cruzó la tragedia en el camino. Le puede interesar: ¿Equivocación? A ‘Gregori Yamaha’ lo mataron frente a un CAI de la Policía
Cuando iba en su moto, por el sector El Yunque, en la avenida que conecta al municipio de Mahates con Soplaviento (norte de Bolívar), un sujeto lo interceptó, subió a su moto y comenzó a intimidarlo con un cuchillo.
José lo reconoció de inmediato; era un joven oriundo de su pueblo (Mahates) que apodaban ‘el Tato’ y por eso intentó dialogar con él, pero fue en vano.
El tipo lo despojó de su moto, su cartera con documentos, dinero en efectivo y otras pertenencias. No contento con eso, lo acuchilló en la nuca y en el tórax, dejándolo agonizando en un matorral.
Vivo de milagro
Si no hubiera sido por unos policías que pasaron casualmente por el lugar, José no estuviera vivo. Ellos lo trasladaron al hospital de Mahates y luego lo llevaron a la Clínica Crecer, de Cartagena, donde confirmaron lo peor. La víctima quedó con cuadriplegía.
Sin poder mover sus manos y piernas, pero con la mente lúcida, José contó lo que pasó esa noche y fue entonces cuando comenzó la búsqueda de ‘el Tato’, quien días después fue capturado en Coveñas, Sucre, manejando la moto que le había quitado a la víctima.
Lo identificaron como Luis Alberto Cárcamo Pérez, de 26 años, y lo señalaron por los delitos de hurto calificado, agravado en concurso con lesiones personales dolosas, con calidad de autor. No aceptó cargos.
Desde entonces, estaba en una cárcel y tiempo después, debido a la cantidad de pruebas en su contra, no le quedó de otra que aceptar los cargos.
Actualmente, Cárcamo Pérez se encontraba en la Estación de Policía de La Candelaria, en Bogotá, donde siguió el proceso judicial que finalizó con la condena del acusado. Debe pagar 17 años de prisión.
Un dolor que no se quita
La familia de José de Jesús, quien tiene dos hijos y era un próspero comerciante en Mahates, celebra el fallo condenatorio, pero dice que eso no le quita el dolor que viven.
“Mi hermano solo puede hablar y mover los ojos. Quedó condenado a una cama, viendo pasar los días. Lo llevamos a Bogotá, donde está siendo atendido por los mejores médicos, pero no vemos mejoría, aunque eso no nos hace perder la fe”, dijo a este medio un hermano de la víctima.
Ellos no quieren guardarle rencor al sentenciado, pero cuando ven a su hermano en esas condiciones, lloran por la injusticia vivida. “Mi hermano ayudaba a su familia, sostenía a sus hijos y ahora él depende de todos. Es muy triste esto porque él está consciente de todo, entiende lo que pasa y sufre. Nosotros como familia también sufrimos”, anotó.
Sobre el condenado solo le piden que se arrepienta y endereza su camino; mientras, esperan por otro milagro para ver a José lleno de salud, como antes.
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