Era una tragedia anunciada y previsible. Desde la misma concepción, el Portales de Blas de Lezo II era un edificio de “papel”. Una construcción tan frágil, que no aguantó un aguacero y antes de llegar a su término se desplomó. Fue una tragedia sin precedentes en la ciudad: 21 obreros muertos y 22 heridos.
Las indagaciones de las autoridades y los testimonios de los mismos vecinos del inmueble dejan ver que desde el principio hubo fallas, tanto en los métodos de construcción como en los materiales que se usaron.
El suceso ocurrió el 27 de abril del año pasado y las indagaciones dejan ver que antes de empezar a construir la edificación, no se hizo el estudio de suelo adecuado.
Luis Guillermo Monsalve, vecino del edificio, recuerda que donde se construyó el Portales de Blas de Lezo II estaba una casa y que los dueños demoraron en venderla porque pedían mucho dinero. Finalmente llegaron a un acuerdo con los Quiroz, más específicamente con Wilfran, que era el constructor.
“Hicieron un pacto de compraventa en noviembre de 2016, pero el inmueble aún está a nombre de los propietarios antiguos. Eso no demoró nada, hicieron el pacto y en diciembre de ese año empezaron la demolición de la casa. Procedieron a hacer los respectivos huecos para la zapata, eso lo hicieron a fuerza de pulmón, no usaron maquinaria y en ningún momento vinieron a ver las condiciones del terreno. Tampoco hubo una socialización con los vecinos”, recordó Luis Guillermo.
Así mismo, Ramón González, otro vecino, indicó que desde el principio de la obra las fallas eran evidentes. “No compactaron el terreno, incluso en un momento en que estaban haciendo los huecos, se vino un alud que casi sepulta a un obrero. Esa era una señal de que no estaba en condiciones para edificar. Le pregunté al señor Quiroz de cuántos pisos sería el edificio. Dijo que cuatro, pero fueron siete placas y el último piso lo cogió de azotea”, relató Ramón.
Y más allá de eso, el edificio no contaba con una licencia de construcción (tenía una valla falsa de una Curaduría). No cumplía con los reglamentos del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), ni con las normas de sismorresistencia (parámetros que deben tener las construcciones en cuanto a sismos, vientos, incendios y el uso diario, Ley 400 de 1997, actualizada en el 2010, NSR10).
Respecto al POT, Luis Guillermo recuerda que la edificación lo violaba al salirse del límite frontal y le quitaba la visibilidad a su casa. Por eso, puso una querella ante las autoridades. Pero su solicitud nunca fue atendida, o por lo menos no a tiempo.
Incluso, vecinos se quejaban porque durante la construcción, restos de concreto y piedras caían en los techos de sus casas.
Así mismo, los trabajadores tampoco tenían las condiciones laborales necesarias. “Wilfran -Quiroz- decía que iba a hablar con una persona para que nos consiguiera una ARL y que le iba a cobrar más económico, pero al fin nunca consiguió eso, no teníamos seguridad”, recordó César Tirado, uno de los obreros que resultó herido.
Pero no solo eso era grave. Las indagaciones realizadas posteriormente por la Fiscalía, dejaron en claro por qué se desplomó el edificio.
En medio de la primera audiencia que se le hizo a Wilfran Quiroz, cuando aceptó el cargo de urbanización ilegal por el que posteriormente fue condenado, una de las tres fiscales del caso señaló que los estudios realizados por ingenieros de la Universidad de Cartagena dejaron ver que para la construcción de la estructura desplomada no se utilizó la cantidad de materiales requeridos y que las mezclas no daban la consistencia necesaria para la edificación, sobre todo para las columnas.
“De cada ocho varillas que necesitaban para un trabajo, solo utilizaban tres”, dijo la fiscal entonces, refiriéndose al estudio que los expertos de la Universidad de Cartagena hicieron a los escombros de la estructura desplomada, que sirvieron como elementos materiales de prueba.
“Esto debido a la mala calidad… y es bastante pobre el concreto para las columnas de una estructura de seis pisos. Esto permite, de cara al edificio Portales de Blas de Lezo II, decir que efectivamente no se estaban procesando las mezclas. Dice el experto que es impresionante que en menos de cinco meses se adelante una edificación de seis pisos. Dice que las columnas no tenían las toneladas que debían tener”, explicaba la fiscal.
Y el desplome se veía venir. Diez días antes del suceso, contaron obreros, llovió y luego apareció una raja en una de las columnas. El día antes del hecho también llovió y los trabajadores no pudieron realizar sus labores. Los sobrevivientes reconocen que tenían miedo por las fallas en la estructura y que no querían ir a trabajar. Pero les debían dinero y en sus hogares las necesidades eran apremiantes.
Por eso el 27 de abril de 2017 se atrevieron a entrar a un edificio de papel, que se deshizo en un abrir y cerrar de ojos.
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