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Un Ángel sin alas, pero con una “chiva”

El periodista Ángel Romero fue el primero en informar sobre la muerte de Jaime Bateman. Su gesta se metió en la historia como un cuerpo celeste en un eclipse.

El pasado 7 de agosto, mientras Colombia conmemoraba una vez más la batalla de Boyacá, un momento clave para la independencia de la Corona española, se posesionó Gustavo Petro como presidente de la República. En esa ceremonia, presenciada por más de cien mil personas en la plaza de Bolívar en Bogotá, uno de los momentos más emotivos fue cuando María José Pizarro le puso la banda tricolor al nuevo mandatario. (Lea: Petro, del M-19 a desfilar junto a la cúpula de las fuerzas militares)

Ese protocolo residía en Roy Barreras, presidente del Senado, quien lo delegó a la hoy senadora del Pacto Histórico e hija del cartagenero Carlos Pizarro Leongómez, uno de los fundadores del M-19 y asesinado en 1990. La congresista se fundió en un abrazo con Petro y ambas miradas se encharcaron.

En medio de la multitud que asistió a la posesión presidencial, el azul, el blanco y el rojo ondearon en muchas banderas. Son los colores fundacionales, en alegoría de la ANAPO, del movimiento 19 de abril, más conocido como M-19, una guerrilla urbana que nació luego de las supuestas irregularidades electorales con las que habría ganado Misael Pastrana Borrero, padre de Andrés Pastrana Arango, la Presidencia de Colombia a Gustavo Rojas Pinilla en 1970.

El grupo fue fundado, entre otros, por Iván Marino Ospina, Vera Grave, Álvaro Fayad, Carlos Pizarro Leongómez y, el protagonista de esta remembranza, Jaime Bateman.
Un Ángel sin alas, pero con una “chiva”

Jaime Bateman, primer comandante del M-19.

La revolución armada llegó hasta su desmovilización en 1990; sin embargo, uno de los acontecimientos que rompieron su historia en dos ocurrió cuando el Flaco o el Comandante Pablo, como era conocido el samario Jaime Bateman Cayón, desapareció el 28 de abril de 1983 en la selva del Darién panameño.

Abril, alfa y omega

En 1940, mientras Adolf Hitler bombardeaba el norte de Europa, nació Jaime Bateman el 23 de abril. Fue el primer comandante del M-19 hasta el día de su muerte. Recordado por el cartagenero Rafael Vergara, hoy activista medioambiental, como “el origen de todo”. “Era un guerrillero del tamaño de una puerta, narigón y con afro. Siempre guerrero por la paz y la democracia, y fiel creyente del diálogo entre contrarios”. Así lo describió.

El Flaco comandó diversas operaciones tipo Robin Hood como el robo de camiones de leche para ponerle bigote blanco a todos en los barrios pobres; no obstante, también son recordados actos ilegales que ideó como el robo de la espada de Simón Bolívar en 1970, para presentar en sociedad al M19; el robo de armas al Ejército Nacional en el Cantón Norte de Bogotá; la toma de la embajada de la República Dominicana en 1980, y el ataque a la Casa de Nariño con morteros en 1981, entre otros, como el ingreso ilegal de armas al país, secuestros y atentados.

43 años después de su nacimiento, Bateman tuvo un abril ajetreado, mientras recorría sus últimos pasos en este mundo. En ese mismo mes en el que nació y en el que murió, El Universal informó sobre la reunión que sostuvo con Muamar el Gadafi, dictador militar que rigió por medio siglo a Libia hasta que fue linchado, para concertar el suministro de 15 toneladas de armamento libio que posteriormente fueron incautadas por las fuerzas armadas colombianas.

Un Ángel sin alas, pero con una “chiva”

El Universal informó sobre la reunión entre Gadafi y Bateman.

Por otro lado, mientras craneaba el rearme de sus fuerzas, persistía en el diálogo con el presidente Belisario Betancur. Noticia que este medio publicó el 22 de abril de 1983, seis días antes de su fallecimiento en la selva. “El interés que para entablar un diálogo de paz sin intermediarios se había convertido en una obsesión”, escribió Gabriel García Márquez.

Un Ángel sin alas, pero con una “chiva”

El M-19 retuvo a varios periodistas mientras Bateman fue su líder, para que enviaran comunicados, pero el editor general de El Universal en 1983 no necesitó de ningún tipo de presión, y sí de las casualidades de la vida, para meterse en la historia del periodismo nacional.

Un ángel sin alas, pero con un teléfono

Bateman murió el 28 de abril de 1983 en un accidente aéreo cuando se trasladaba de Santa Marta al aeropuerto civil de Paitilla, en Ciudad de Panamá. La avioneta monomotor Piper PA-28 Cherokee cayó en la selva del Darién panameño. Lo acompañaban el político conservador Antonio Escobar Bravo, quien piloteaba, y los militantes del M-19, Nelly Vivas y Conrado Marín.

Un Ángel sin alas, pero con una “chiva”

Ilustración del accidente aéreo hecha por Emmanuel Vidal.

Fue un sábado. El lunes 30 de mayo, Cartagena acompañó su café de la mañana con un titular impactante y sobrecogedor: habría muerto Jaime Bateman. La primicia nacional fue publicada por Ángel Romero, jefe de redacción de El Universal, quien recabó la información de una forma hollywoodense.

Pasaron varias semanas de teorías sobre la persona de Bateman. La Fuerza Pública lo daba por muerto en asaltos en Caquetá o en el Chocó; y otros lo vieron bailando salsa y vallenato en su natal Santa Marta. Desconcierto nacional y angustia en las filas del M-19. El 20 de mayo, Ángel Romero “descolgó el teléfono de su jaula de vidrio para hacer una llamada de rutina al llegar la noche, y su línea se cruzó con la conversación de una mujer y un hombre. Hablaban sin reservas de la angustia que sentían por la desaparición de el Flaco, que según ellos había sido víctima de un accidente de una avioneta en Panamá”, así relató Gabo.

“Como decimos en la Costa Caribe, eso fue un gran chiripazo. De hecho, muchas chivas en el país y en el mundo se han logrado de pura chiripa”, expresa Romero. En una época en la que el WhatsApp y el correo electrónico no significaban nada, el periodista llamaba cada atardecer a la agencia Colprensa en Bogotá para averiguar por las noticias de última hora o sobre las que tenía que estar pendiente.

En una de esas llamadas rutinarias se cruzó una en la que se lamentaban con: “No hay noticias de el Flaco”, “No sabemos nada de él”; “Es raro, porque él siempre nos hace saber por dónde y cómo está”, “Todos estamos preocupados y pendientes”, “¿Qué le habrá pasado?”. “De pronto la llamada se cayó y el teléfono fijo, un aparato negro y de disco al lado de la máquina de escribir, se quedó sin tono. Lo alcé y colgué varias veces con la esperanza de encontrar la llamada que se había cruzado y me dejaba bastante intrigado. Todo fue en vano”, contó Romero.

Gabo narró que Romero voló a Bogotá al día siguiente y trató de establecer algún contacto con el M-19, pero no logró la información. Sin embargo, una fuente de inteligencia militar le contó que, en efecto, Bateman estaba desaparecido, pero que la historia de la avioneta era una simple cortina de humo del M-19 para ocultar la verdad. Por el récord de aciertos que esta fuente había tenido, se aventuró a lanzar la noticia.

“El domingo 29 de mayo regresé a Cartagena y del aeropuerto me fui directamente al periódico, en la calle San Juan de Dios, a un costado de la iglesia de San Pedro Claver, en el Centro Histórico. Ni siquiera le avisé de mi retorno a mi mujer y a mis dos pequeños hijos. Había dado instrucciones para que se entregaran temprano las páginas y me quedé solo con una levantadora de textos y el armador de la primera página. El lunes 30 de mayo de 1983 salió El Universal con la primicia en su primera página”, refirió el ángel sin alas.

Un Ángel sin alas, pero con una “chiva”

Sede antigua de El Universal.

Con una nación en contra

Romero indica que el alboroto que produjo esta noticia fue descomunal y bastante atortolante y angustiante para él. Muchos medios nacionales la tomaron por falsa y su persona fue vilipendiada en algunos círculos.

Un Ángel sin alas, pero con una “chiva”

Noticia lanzada por Ángel Romero.

Gabriel García Márquez expuso que: “La casualidad telefónica fue recibida con indiferencia por los otros medios del país –sobre todo por los más grandes–, aquella información fue sin duda la primicia más importante y bien concebida de ese año. Nadie la creyó. Sin embargo, los mismos periódicos que la rechazaron como una simple especulación, cayeron después en la trampa de una noticia sin origen, según la cual Bateman se había fugado del país con los fondos de su movimiento”.

El 10 de junio de 1983, La Opinión de Cúcuta publicó en su primera página con este titular: “Bateman defraudó al M – 19 y se fugó”. Esta versión apareció inicialmente en El Espacio y decía que el samario “se habría apoderado de 950 millones de pesos colombianos destinados a la compra de armamento para la guerrilla”, versión que atribuía a “revelaciones de la inteligencia militar”.

Pero el tiempo puso todo en su lugar. 39 años después en los mentideros periodísticos suele recordarse la gesta de Ángel Romero como una de las primicias más importantes, tan relevante que un Nobel de literatura le hizo alarde.

El cuerpo de Bateman estuvo desaparecido por nueve meses hasta que fue hallado por indígenas kunas, junto a sus acompañantes de tragedia, en las estribaciones del monte Kitankuntiki, en San Blas, Panamá. Sus restos fueron llorados por una multitud en el cementerio San Miguel de Santa Marta el 21 de febrero de 1984.

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