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“Somos amigos, pero no tengo influencia sobre el alcalde Terán”: Carlos Mattos

GERMÁN MENDOZA DIAGO

23 de septiembre de 2012 07:45 PM

Carlos Mattos Barrero es uno de los más exitosos empresarios colombianos, nacido en Codazzi (Cesar), cuya prosperidad se cimentó como importador exclusivo de los vehículos Hyundai  para Colombia y los países vecinos –cuya representación obtuvo después de un trabajo arduo- y también ha venido incursionado en otras áreas de negocios como la industria inmobiliaria y los sectores financiero, asegurador y minero.
Hijo de José Bolívar Mattos, un empresario del sector agropecuario con fincas grandes en el Cesar, desde muy joven comenzó a intervenir en negocios relacionados con los cultivos de algodón de su familia y luego fue a estudiar en la Universidad Nacional de Medellín, facultad de Minas.
Es ingeniero industrial de Lowell University, Master en Administración de Negocios de Babson College de Wellesley (Massachussetts), y especialista en análisis de inversión en bienes raíces de la Universidad de Pensilvania, además de tener un posgrado de Harvard
Empezó su empresa importadora de vehículos a finales de los años 80 del siglo pasado, que empezó a crecer y se consolidó después de la apertura económica del gobierno del presidente César Gaviria, cuando logró topes de venta considerables, no sólo en Colombia, sino en países vecinos como Ecuador y Venezuela.
Considera importante vincular a la familia en sus negocios y todos sus 6 hermanos tienen alguna participación en Hyundai y algunas otras empresas suyas.
En los últimos años se le ha conocido también por sus proyectos de beneficio social y donaciones, algunas de ellas en Cartagena, como la restauración total de la Catedral, parte de un plan para la remodelación de valiosos templos católicos en varias ciudades y municipios de la Costa Caribe.
Creyente fervoroso y católico practicante, Carlos Mattos dice que ha contribuido también con obras de la Iglesia, como los seminarios mayor y menor en el Cesar.
No parece el típico empresario exitoso, protocolario y distante, sino que disfruta hablando de su vida y de sus empresas, y cree en cuatro claves para el éxito empresarial: educación, perseverancia, trabajo duro y visión de un propósito.
Dice no tener problemas para trabajar hasta 16 horas diarias; trata de estudiar el área de negocios de cada nueva empresa en que piensa incursionar; y es exigente con la gente que trabaja a su alrededor.
Ha sido tema de rumores y polémicas en Cartagena desde cuando empezó a invertir en varios proyectos en la ciudad, y se le atribuye una gran influencia sobre el alcalde Campo Elías Terán para desarrollarlos por haber aportado recursos a su campaña electoral y haber gestionado contribuciones de otros empresarios.
Con el propósito de hablar claramente, el empresario Carlos Mattos aceptó conceder una entrevista a El Universal.


¿Cómo conoció usted a Campo Elías Terán y cómo fue su participación en la campaña para la Alcaldía?
—En el año 2007, cuando la OEA me hizo un reconocimiento como empresario latinoamericano exitoso, el señor Campo Elías Terán me entrevistó sobre ese galardón tan importante. Allí nos conocimos, y como periodista me pareció una persona muy interesante. Nos vimos ese año una tres o cuatro veces, siempre con mucho cariño, porque su entrevista la había hecho muy de corazón, porque lo que yo quería decir lo supo interpretar tal cual, y empezó una buena amistad con su familia, su mujer Nereida.
Cuando decidió lanzarse a la Alcaldía el año pasado, me llamó por teléfono diciéndome que necesitaba hablar conmigo y nos reunimos en Cartagena para conversar sobre su campaña. Me dijo que él amaba a Cartagena y que quería ser su alcalde, pero no tenía relaciones, que era un locutor y periodista, y que necesitaba que yo lo ayudara. Le respondí que con mucho gusto le ayudaría en lo que me necesitara. Me preguntó si podía usar mi nombre para la campaña y le dije que sí, que lo usara. Le dije, Campo, veo que tu programa de gobierno es bueno y creo que lo más importante es que tienes una buena conciencia, un buen corazón, y tienes un amor inconmensurable hacia Cartagena y quieres ayudarla a salir adelante.
Basado en eso, nos trasladamos varias veces a Bogotá, e inclusive le hice contactos a nivel gubernamental, donde lo presenté, y con el sector empresarial, con la elite empresarial de Colombia, le hicimos varias reuniones, entre ellas una que vale la pena mencionar, en el Club Metropolitan en Bogotá, con mi amigo Luis Carlos Sarmiento Jr., mi amigo Gabriel Echavarría, mi amigo Mario Pacheco y muchos más, correlacionados con Cartagena, ciudad que todos queremos mucho. Eso le dio a él una seguridad más grande, una satisfacción de estar de alguna manera apoyado por el sector empresarial.
Esa es mi contribución con Campo Elías. Todos le ayudamos con dinero en lo que la ley dice. Hyundai lo ayudó y Carlos Mattos lo ayudó, en lo que la ley dice, y en eso quiero ser enfático. Igual, mis amigos allí presentes, que hoy son grandes amigos de Campo Elías. Yo creo que eso no tiene nada de malo. Si el sector empresarial se une a un alcalde que quiere hacer mucho por una ciudad, ¿por qué no hacerlo?

¿Cuánto dinero aportaron entre todos a la campaña?
—No me acuerdo, pero todos contribuimos, dentro de los límites legales.

En Cartagena se rumora en ciertos sectores que Carlos Mattos ejerce una influencia enorme sobre el alcalde Terán para que le otorgue licencias y permisos del proyecto de Chambacú y le cambie a su favor las densidades exigidas. ¿Qué hay de cierto en eso?
—¿Somos amigos personales? Sí, señor. Pero si esa influencia fuera tan cierta, ya yo hoy tuviera todo el proyecto de Chambacú aprobado.

¿En qué va ese proyecto?
—El proyecto de Chambacú está dividido en dos etapas. Una, de la licencia, que no tiene nada que ver con la Alcaldía, sino directamente con la Curaduría, y la influencia del alcalde allí es nula. El proceso está en marcha, cumpliendo con todos los requisitos, pero no está aprobada y el trámite lleva ya unos 12 ó 14 meses. Si la relación fuera tan influyente en la Curaduría, ya estuviera aprobada. Pero no lo está.
Y en la donación del puente (entre Chambacú y El Cabrero) para la ciudad, que entre otras cosas, es un puente no convencional, es un puente que yo quiero regalar a Cartagena, porque al final siempre hay una compensación de densidades, pero esas compensaciones no son cuantitativamente iguales a lo que yo voy a aportar. Hay más aporte de dinero, por mi amor a Cartagena, una ciudad a la que quiero mucho, una ciudad a la que todos queremos.

¿El Distrito no va a poner un peso para construir ese puente?
—Ni un centavo en la construcción del puente, quiero que esto quede claro.

¿Cómo va la licencia para el puente?
—Si mi influencia en Campo Elías fuera tan fuerte, ya yo tuviera todo hecho, porque él tiene ya casi 10 meses de ser alcalde. Estoy cumpliendo lo que me exige la ley, apegándome a la ley estrictamente, para que no se cometa un solo error, porque no quiero que nadie dude de este proyecto y que sea claro y diáfano, como ha sido mi vida. Estamos quemando todas las etapas que se tienen que quemar. Ha habido inconvenientes de tiempo porque nos hemos sometido al Ministerio de Cultura, para el PEMP (Plan Especial de Manejo y Protección, instrumento de planeación y gestión del Patrimonio Cultural) y el PEMP no le llega a Cartagena. Estamos parados, no solamente nosotros, sino muchos otros proyectos de construcción en Cartagena.

Una creencia que también existe es que habría facilidades para que Hyundai realice eventos como la exhibición de carros en La Tenaza. ¿Es así?
—Voy a explicar dos cosas. Para la exhibición de vehículos en La Tenaza, la zona verde donde niños y padres vuelan cometas, nosotros tramitamos el permiso, que fue totalmente aprobado no solamente por la Alcaldía, la Secretaría del Interior, Cruz Roja, entidad del Medio Ambiente y de Patrimonio y Asocentro, que son los defensores número uno del Centro Histórico y que vieron personalmente cómo iban a ser las instalaciones y que no iban a ocasionar inconvenientes.
Desafortunadamente, la ministra de Cultura tuvo una información que no era la correcta y muy a la ligera mandó una carta a la Alcaldía alertando sobre el hecho de que se iba a afectar el patrimonio, lo que no es así.
Allí en esos terrenos contiguos a la muralla, todos los años se instalan palcos en las fiestas novembrinas para los desfiles, se instalan casetas donde compañías colombianas dan a degustar sus productos, y hasta han hecho carreras de vehículos, de karts, se hacen grandes fiestas de final de año, todas estas cosas al final podrían deteriorar la muralla.
Hyundai, con toda su discreción, paso a paso consiguió los permisos. Recibo la llamada del alcalde encargado, Felipe Merlano, y yo por no molestar al señor Campo Elías Terán, quien está afectado en su salud, no quise entrar a una polémica, ni quiero causarle disgustos al alcalde Terán, di la orden de que la exhibición se trasladara a otro sitio, al Parque de la Marina. Jurídicamente, tenía todo el derecho de hacer la exhibición en el primer sitio.

¿Cuánto le paga Hyundai al Distrito por usar el Parque de la Marina?
—Por estar en la calle aledaña al Parque, donde se estacionan muchos carros particulares, tenemos que pagarle a la Cruz Roja por la disponibilidad de médicos para atender cualquier problema por las pruebas que se hacen de los vehículos, lo mismo que les pagamos a otras entidades a las que se pide permiso. En total estamos pagando 14,5 millones de pesos por los tres días que estaremos allí. En otras ciudades como Pereira nos han cobrado por eventos similares, 3 millones de pesos.

Otra polémica fue suscitada por la colocación de vehículos Hyundai sobre el Camellón de los Mártires durante la Cumbre de las Américas, un sitio recién restaurado, lo que se veía como el aprovechamiento de la ciudad por parte de un empresario poderoso. ¿Qué pasó allí?
—La Alcaldía de Cartagena no tuvo nada que ver con este hecho. Ni se pidió permiso a la Alcaldía ni esta lo dio. Fue responsabilidad por entero de la Presidencia de la República y la Cancillería, y se trató de la entrega de los vehículos de Hyundai, que no cobró alquiler por esos 39 vehículos de 90 millones de pesos cada uno, para el uso de los presidentes y cancilleres asistentes a la Cumbre, que los prestó sin cobrar un centavo, como no hicieron otras empresas. Se hizo una ceremonia de entrega, no fue una exposición en el Camellón de los Mártires, sitio emblemático de Cartagena, para agradecer el aporte de una compañía colombiana a un acto continental. Se subieron unos cinco vehículos y los demás se estacionaron a lado y lado, en la calle. Esta ceremonia no duró más de 30 ó 40 minutos, y consistió en la entrega de las llaves de los carros a la Cancillería, y tan pronto se terminó, fueron trasladados al parqueo del Centro de Convenciones, donde estuvieron todos los días de la Cumbre.

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