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Prevención y rehabilitación en salud mental, más que un tratamiento

Los mismos pacientes pueden direccionar los grupos de rehabilitación, ellos conocen su patología y tras un tratamiento identifican factores de riesgo.

REVISTA VIERNES

09 de diciembre de 2022 10:37 AM

Uno de los grandes problemas a los que se enfrentan los sistemas de salud en el tratamiento de los trastornos mentales, dado que estos tienden a ser recurrentes y a cronificarse, es que va generando lo que comúnmente se conoce como la carga de la enfermedad, representada en años de vida perdidos, de quienes los padecen y de sus cuidadores, y que a su vez tiene un costo alto, debido a que afecta la producción de una familia y de la colectividad.

En este proceso, los sistemas de salud asistencialistas olvidan o descuidan dos aspectos fundamentales como son la prevención y la rehabilitación. El analfabetismo en salud mental llega al punto que cuando se recomiendan alternativas para evitar una hospitalización o una recaída, quien autoriza los servicios, no sabe que las enfermedades mentales también se rehabilitan y piensan que el especialista está solicitando una rehabilitación física o en último caso una para dependientes de sustancias psicoactivas.

Identificar síntomas ayuda a reconocer los indicios de una posible recaída.

Una las experiencias interesantes en el tratamiento pueden estar ligadas a la formación de grupos de apoyo, constituidos por pacientes recuperados y psicoeducados. El primer grupo, el de mayor trayectoria, es de personas con trastorno bipolar, ellos aprenden a identificar los síntomas cardinales del trastorno e incluso a anticipar la crisis, también a reconocer los factores de riesgo que precipitan una recaída; este grupo se reúne semanalmente orientado por un experto en salud mental, utilizan varias estrategias para lograr que sus compañeros novatos no cometan los mismos errores en que incurrieron en el pasado, fomentan la adherencia terapéutica y previenen recurrencias, evitando el alto costo emocional, social, laboral y en ocasiones hasta cognitivo que aumentan la carga de la enfermedad.

El segundo grupo de apoyo es dirigido por un adicto recuperado, por lo general un individuo reorientado existencialmente y entrenado como operador terapéutico en la clínica; su función es ayudar a mantener la recuperación lograda durante el internamiento, contribuir a que avance en sus procesos de sanación, asistiendo a otros se benefician a sí mismos, ya que aumentan el nivel de conciencia sobre sus problemas de conducta, sobre los perjuicios que causan las sustancias psicoactivas y las consecuencias negativas de la conducta adictiva.

El grupo se constituye como el anterior en una red de apoyo socioemocional, red de la que por lo general estas personas carecen, o si la tienen no es funcional.

Y existe un tercer grupo, que es el de trastorno de Personalidad Inestable tipo Límite o Borderline, que se ha conceptualizado como “Personas altamente sensibles y emocionalmente inestablea”. Los pacientes que asisten son entrenados en estrategias para evitar episodios críticos, especialmente los autodestructivos o autolíticos.

Es un grupo muy complejo por tal razón generalmente se les asigna a un profesional de la psicología con alta experiencia en esta patología, también como en los anteriores las reuniones son semanales. Otra experiencia rehabilitadora interesante es el hospital diurno, en el que las personas aquejadas pasan el día en la clínica y duermen en su residencia.

Christian Álvaro Ayola Gómez MD, PhD.

Especialista en psiquiatría, psicoterapeuta.

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