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Costanera Center, el mayor rascacielos de Sudamérica y símbolo de Chile

AFP

05 de diciembre de 2012 07:40 AM

Con 300 metros de altura y una imponente estructura que se visualiza casi desde toda la cuidad, la Gran Torre Costanera Center, el mayor rascacielos de Sudamérica, es ya un símbolo de Santiago: un exagerado emblema del capitalismo para sus críticos y un ícono del progreso chileno para sus defensores. 
Desde febrero, cuando la construcción alcanzó su máxima altura, a la imagen tradicional de la capital chilena atravesada de extremo a extremo por la Cordillera de Los Andes se sumó esta espigada torre de cristal de 70 pisos, enclavada en el congestionado corazón financiero de Santiago, conocido como 'Sanhattan'. 
Diseñada por el arquitecto argentino César Pelli -el mismo de las torres Petronas de Kuala Lumpur (Malasia)-, la estructura sobresale entre los más de 10.000 edificios levantados hoy en Santiago, una ciudad de seis millones de habitantes y en plena transformación. 
Por su inmensa figura, en el amanecer de un día soleado, el edificio proyecta una sombra de casi dos kilómetros. Desde el oriente, el brillo de su estructura de vidrios azulados domina la ciudad y se impone también por sobre las cumbres del cordón de cerros más bajos que rodean Santiago. 
“La torre es una manifestación de la capacidad de una empresa de hacer lo que quiere hacer y dar cuenta de su solidez”, dijo a la AFP, Luis Eduardo Bresacini, presidente del Colegio de Arquitectos de Chile. 
Visible desde los cuatro costados de la capital chilena, la torre es hoy el máximo punto de referencia de Santiago, tal como en el pasado lo fueron la virgen del Cerro San Cristóbal o la llamada 'Torre Entel', en pleno centro. 
Su dueño, el empresario alemán Horst Paulmann -de la cadena dueña de centros comerciales y supermercados Cencosud- dijo que el Costanera Center será a Santiago lo que la Torre Eiffel es a París, en una comparación que levantó chispas. 
“La Torres Eiffel es un monumento, no un edificio. No tienen nada que ver. No son para nada comparables: la comparación hay que hacerla con otras torres”, dice el arquitecto Bresacini. 
Junto a la torre Costanera Center, se construyó un megacentro comercial -que ya abrió sus puertas- y otras tres torres que albergarán dos hoteles de lujo y un edificio de oficinas. 
En total, serán casi 700.000 m2 construidos en una superficie de 47.000 m2, en un lugar ya en extremo congestionado de la capital, por lo que su ubicación ha sido duramente criticada por agrupaciones ciudadanas y urbanistas. 
Cuando todo el complejo esté finalizado, se espera en la zona una población flotante de 240.000 personas. “Estamos hablando del 5% de la ciudad circulando en unos pocos kilómetros cuadrados. El caos que generará constituirá un fenómeno de estudio y de largo alcance en sus consecuencias”, critica a la AFP el arquitecto y urbanista Julio Hurtado. 
No obstante, existe coincidencia entre arquitectos de que se trata de un edificio neutro, con una estructura balanceada y estilizada, que se va afinando a medida que va ganando altura. 
“Es un edificio bastante neutro”, opina el arquitecto Bresacini. 
“Desde el punto de vista arquitectónico, es un aparato interesante. Un objeto bonito”, coincide Hurtado. 
SÍMBOLO Y NUEVO REFERENTE DE SANTIAGO   
La torre se ha constituido también en un emblema de la sociedad chilena, que goza hoy de las bondades del buen momento de la economía pero que arrastra una de las mayores desigualdades sociales del planeta, donde el 10% más rico de la población obtiene ingresos 35 veces más altos que el 10% más pobre, de acuerdo a datos oficiales.
La moderna torre “es un símbolo de la evolución de la riqueza, que en Chile se muestra, pero no se comparte. Y de un país que está a las puertas del desarrollo y tiene contradicciones brutales”, continuó el arquitecto Hurtado. 
Sus creadores defienden el proyecto y lo definen como el “hito comercial y arquitectónico más imponente de Santiago”. Y no dudan en considerar esta monumental obra como “un emblema del desarrollo comercial de Chile”. 
A la mitad de su construcción -que se prevé concluirá en abril de 2013- el edificio ya se había constituido en todo un símbolo del devenir económico de Chile. 
En medio de la crisis financiera de 2009, las obras estuvieron detenidas por 10 meses. Entonces, la inmensa mole sin vida en el corazón financiero de Santiago se constituyó en ícono de la debacle financiera. Pero luego, con la reanudación de las obras, se transformó en un emblema de la recuperación económica. 
Con una inversión de casi 1.000 millones de dólares, en su construcción se han empleado más de 85.000 toneladas de acero y unos 350.000 metros cúbicos de concreto, suficientes para pavimentar unos 160 km de carretera. 
Cuando esté terminada, contará con 41 ascensores con cabinas presurizadas y más de 5.500 estacionamientos.
Cuenta con sistema de uso eficiente de energía y de aislamiento sísmico, parte del cual se puso a prueba con éxito en el terremoto de 8,8 grados que azotó el centro y sur de Chile en febrero de 2010, y que dejó más de 500 muertos.

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