Hace apenas una hora estaba leyendo reacciones en Twitter sobre el niño de 12 años que tras ser víctima de bullying en el colegio decidió quitarse la vida. El caso ocurrió en Utah (EEUU), pero leía los comentarios de los colombianos hasta que me topé con uno que decía: “Esta es la generación de cristal, no aguantan nada. A todo le quieren decir bullying”, ese comentario tenía más de mil retuits y favoritos junto a decenas de comentarios a favor y en contra.
A mí me indignó, pero me recordó que es la realidad de lo que se vive en Colombia, un país donde el bullying es tan común en las escuelas como en las familias.
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Colombia es uno de los países con mayor cantidad de casos de acoso escolar en el mundo, según esta ONG y lo que es más increíble es que Cartagena es la tercera ciudad del país donde más casos se presentaron, según un estudio realizado por la misma organización en 2018. La ciudad registró 1.123 casos y solo fue superada por Medellín con 1.445 casos y Barranquilla con 1.330 casos. Pero, ¿por qué?
El bullying no es chiste
Volviendo al comentario inicial con el que se abre este texto, el bullying es tomado a la ligera por muchos colombianos y aunque esta generación es mucho más consciente de su impacto psicológico siguen existiendo quienes lo toman como un chiste.
En entrevista exclusiva con El Universal, Diana Cecilia Gómez Miranda, psicoterapeuta, psicóloga clínica, especialista en psicología clínica cognitivo- conductual con magister en profundización en este último campo, nos cuenta sobre el impacto del bullying y nos otorga una nueva perspectiva para entender no solo a quien es víctima del acoso, sino también a quien lo ejerce sobre los demás.
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“Lo más importante es entender qué es el bullying y este se define como la persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua e intencionada. Existen diferentes tipos: físico, verbal, psicológico, relacional o social (se aísla a una persona) y el ciberbullying”, explica.
Es importante entender que el bullying es un tema serio y no es un chiste, al volverse una broma se cierra a la víctima a hablar al respecto.
Detecte las señales
Gómez resalta que la mejor forma de identificar si un niño es víctima de bullying es manteniendo los canales de comunicación abiertos, pero hay formas de identificarlo. “Hay que estar atentos a cuando el menor no quiere asistir al colegio (quejas somáticas para no asistir), ansiedad ante la asistencia al colegio, cambios en su comportamiento, irritabilidad, cambios de humor, pérdida o deterioro de material escolar (cuando los acosadores utilizan este medio para intimidar), alteraciones en el sueño, malestar al despertarse, alteraciones en la conducta alimentaria, cambios en el rendimiento académico, desmotivación, negarse a salir a las actividades extraescolares, comportamientos autodestructivos (autolesiones), etc. Ahora hay que estar atentos también al ciberbullying”.
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El bully o acosador
Preguntando a personas que me rodean si han sido víctimas de bullying, 3 de 5 me dijeron que sí y los otras dos aseguran que no, pero que sí notaban a quienes les hacían bullying. Lo más curioso es que al preguntar si fueron bullys, las respuesta va más enfocada a la retrospección: “ahora pienso que sí, pero en ese momento no era consciente”.
En el colegio también fui víctima de bullying, pero recuerdo también haber tenido conductas similares siempre en pro de la aceptación del grupo. Cuando eres un niño no eres consciente del alcance que tienen tus palabras y como lo que buscas es la aprobación, puedes caer en conductas similares a las de tus agresores.
Es importante poner la atención no solo en la víctima, sino también en el victimario. “Es probable que oculten un profundo dolor y sufrimiento por lo que la invitación es a ayudarlos, no a estigmatizarlos porque al hacerlo estaríamos actuando de una manera similar enseñándole una forma inadecuada de conseguir las metas a través de la violencia”, explica la psicóloga.
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Cabe aclarar que en ambos casos se necesita terapia, desde un punto de vista profesional en la terapia se pueden analizar los factores de aprendizaje en cada caso, y trabajar en la formación de esas creencias distorsionadas respecto al “control”, en la percepción el otro, la empatía, las habilidades sociales, resolución de conflictos, gestión de emociones, tolerancia a la frustración, relación con figuras de autoridad (estilos comunicativos con sus padres), con las normas, etc.
“Desde el rol de padres y educadores enseñar a los niños que el dolor o sufrimiento del otro, no es broma, no es un juego”.
Colegios: “los talleres no son suficientes”
Cuando ocurre una situación como la tragedia del niño de Utah, los colegios se ponen alerta con respecto al bullying y lo normal es que opten por realizar talleres.
La perspectiva de Gómez Miranda, es que esto no es suficiente. “Hay que estar alertas, reaccionar y actuar con celeridad; sería maravilloso que cada colegio tuviera un programa antibullying. No solo desde un taller esporádico, sino en el día a día; hay que hablar directamente de la temática, conocer a los estudiantes, escucharlos”, dice.


Diana Cecilia Gómez Miranda, psicoterapeuta, psicóloga clínica, especialista y magister en psicología clínica cognitivo- conductual
“Desde mi perspectiva y experiencia clínica, un programa antibullying ideal tendría en cuenta además del respeto y la empatía, los vínculos y la reparación como forma de aprendizaje social”, concluye Gómez.
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