En el Universo hay planetas con una distinción que trasciende lo natural para convertirse en cultura popular. Cuando se piensa en rojo es ineludible pensar en Marte y cuando se trata de grandeza, sin duda alguna Júpiter y Saturno tienen todas las credenciales.
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Este último, sexto planeta del sistema solar, reside en el imaginario común por sus gigantes y espectaculares anillos de partículas de agua helada, rocas y polvo, que encandilaron a Galileo Galilei cuando los vio. No obstante, no es el único con anillos, pues Júpiter tiene también un sistema de aros que infortunadamente son delgados y frágiles, y solamente son visibles por la astronomía cuando la luz solar es potente.
Por mucho tiempo se pensó que Júpiter no tenía anillos y era solo un colosal de colores pasteles, pero no. Los tiene, aunque sean tenues y por eso fue complejo descifrarlos a través de la historia. Recientemente, astrofísicos estudiaron la situación con una serie de simulaciones de los objetos que orbitan el sistema joviano en la búsqueda de una respuesta.
“Durante mucho tiempo me molestó por qué Júpiter no tiene anillos aún más sorprendentes que avergonzarían a los de Saturno. Si Júpiter pudiera mostrarlos, nos parecerían aún más brillantes, porque está más cercano al Sol que Saturno”, explicó Stephen Kane, astrofísico de la Universidad de California, quien dirigió la investigación.
Según el portal Enséñame de Ciencia, estas simulaciones tuvieron en cuenta el movimiento orbital de Júpiter y los movimientos de sus cuatro lunas más grandes, también conocidas como lunas galileanas: Ganímedes (más grande que Mercurio y la mayor luna del Sistema Solar), Calisto, Io y Europa. A esta mezcla, el equipo añadió el tiempo que podría tardar en formarse un sistema de anillos.
“Según este modelo, Júpiter no puede tener anillos como los de Saturno, y es poco probable que los tenga, dicen los investigadores. Dicho de otra forma, parece que sus satélites naturales son los culpables de que el gigante gaseoso no haya desarrollado un sistema de anillos como los de Saturno, ya que sus lunas pueden haber evitado que el hielo se asiente alrededor del enorme planeta”, precisó Córdova.
Por otro lado, las lunas masivas como las galileanas de Júpiter destruirían muy rápidamente la formación de un anillo grande como los de Saturno. “Descubrimos que las lunas galileanas de Júpiter, una de las cuales es la luna más grande de nuestro sistema solar (Ganímedes), destruirían muy rápidamente cualquier anillo grande que pudiera formarse. Los planetas masivos forman lunas masivas, lo que les impide tener anillos sustanciales. Tal cual es el caso de Júpiter”.
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