El COVID-19 es una enfermedad que produce un espectro muy amplio de síntomas. Si bien algunos de los más comunes asociados al virus son tos, fiebre, dificultad para respirar y pérdida del gusto y del olfato, también existen otros síntomas menos comunes.
“Efectivamente, en lo que va corrido de la pandemia, hemos evidenciado que existen otros síntomas que, aunque con menor frecuencia, son causados por el COVID-19; diarrea, nauseas, inapetencia, mareos, confusión, alucinaciones, parosmia (transtorno del olfato), hipoacusia (sordera parcial), sarpullido, urticaria y dedos del pie de COVID”, explicó Rodolfo Rodríguez, médico epidemiólogo, Magíster en Salud Pública y docente del Programa de Medicina de la Fundación Universitaria San Martín.
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Así mismo, Rodríguez menciona que existen otros síntomas menos comunes, como resequedad en los ojos y la boca, así como complicaciones neurológicas, depresión, fibrosis pulmonar y alopecia (esta última, mayoritariamente en mujeres).
Adicionalmente a los síntomas poco comunes, se han reconocido algunas de las secuelas más extrañas que ha dejado el COVID.
“Entre estos casos se pueden mencionar pacientes con trombosis del seno venoso cerebral con delirio agudo, miocarditis con falla cardíaca, tormenta tiroidea, parálisis del nervio hipogloso, y en niños, Síndrome Inflamatorio Multisistémico (MIS-C). Ahora bien, cerca del 10 a 20% de los pacientes que presentan infección por SARS-CoV-2 pueden presentar efectos de la enfermedad tras 12 meses de haber sido diagnosticados”, manifestó Rodríguez.
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En general, muchas de las secuelas corresponden a condiciones clínicas particulares que requieren tratamiento especializado y, en muchos casos, interdisciplinario. Por ejemplo, en el caso de la hiposmia, o pérdida parcial del olfato, se plantea la reeducación olfativa mediante una terapia de rehabilitación para que las neuronas afectadas recuperen la habilidad de percibir olores.
¿Por qué se presentan diferentes síntomas?
Rodríguez señala que en el contexto de la medicina, la variabilidad es innata a todos los procesos clínicos; todo ello se relaciona con escenarios multifactoriales en donde intervienen factores biológicos como el sexo y la edad, así como condiciones fisiológicas, genéticas, inmunológicas y virológicas, entre otras, que influyen en que enfermedades como el COVID-19 presenten un espectro variado de síntomas. Sin embargo, reitera que adicionalmente se debe tener en cuenta que el COVID-19 representa una afección nueva y que aún es necesaria una mayor investigación.
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Además, también se han reportado otros síntomas menos frecuentes o atípicos en el país y en el mundo. “En cierto grado, lo reportado a nivel local se asemeja a lo reportado en la literatura internacional. Entre los síntomas menos comunes están la conjuntivitis, la pérdida del sentido del gusto o el olfato, la confusión y las alucinaciones”, sostuvo Rodríguez.
Por otra parte, estudios recientes sugieren que los síntomas de infección temprana pueden diferir entre grupos de edad y según sexo, contrastes que parecen ser más notables entre los 16 y 59 años, comparado con grupos de mayor edad. Para mayores de 60 años, la pérdida del olfato parece ser menos significativa y resulta nada relevante para mayores de 80 años, mientras que, para este último grupo, la diarrea es un síntoma determinante.
Así mismo, los hombres han presentado una mayor probabilidad de disnea, fatiga y escalofríos, mientras que las mujeres presentan con mayor frecuencia la pérdida del olfato, dolor torácico y tos persistente. Ahora bien, más que identificar síntomas causados por enfermedades de base, lo que es claro es que existe una relación entre la gravedad del cuadro clínico y ciertas complicaciones. Por ejemplo, esto se ha evidenciado con patologías crónicas como hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y antecedentes de cardiopatía y obesidad.
¿Cómo diferenciar una secuela del COVID de una enfermedad producida por otros factores?
Existen varios factores a considerar, pero es cardinal el nexo epidemiológico, el antecedente de la enfermedad y la constelación de síntomas. Rodríguez señala que el síndrome post COVID-19 se caracteriza por la persistencia de signos y síntomas que permanecen más de 12 semanas, no tienen una explicación que surja de un diagnóstico alternativo e incluyen un espectro sintomático heterogéneo. Es decir, las manifestaciones pueden ser diversas, fluctuantes y variables, aunque sí predomina la fatiga y las alteraciones neurocognitivas.
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