Facetas


Cada cual atrae su propia suerte

JOHANA CORRALES

21 de junio de 2015 12:00 AM

Hay días, semanas, meses y hasta años que parece que la mala suerte a uno lo persiguiera.

Y es que si fuera un suceso desafortunado hasta se entiende, pero no es más que aparezca el primer problema para que se desencadenen los demás.

Es como si el universo conspirara en contra y es entonces cuando uno inevitablemente se queja y se autodenomina—o lo tildan, que es peor— de salado o de malas pulgas.

Edward Murphy fue ingeniero aeroespacial estadounidense a quien se le atribuye la famosa Ley de Murphy, una serie de enunciados que afirman que si algo tiene la posibilidad de salir mal, indudablemente saldrá mal. Es más, saldrá mal de la peor manera, en el peor momento y de una manera que cause el mayor daño posible.
Veamos más postulados:

Todo lleva más tiempo que todo el tiempo que uno tiene disponible.
La información más necesaria es siempre la menos disponible.
El carril de al lado siempre va más rápido.
Existen dos tipos de cinta: lo que no se pega, y la que no sale.
Si te sientes bien, no te preocupes. Suele pasarse.
Todo lo que empieza bien, acaba mal. Todo lo que empieza mal, termina peor.

¿Le suena familiar? Pero, ¿por qué hay gente a la que todo le sale bien? Y ¿por qué hay otra a la que todo le sale mal? Según Andrés Aljure, coach personal y vocero de Coca-Cola company en el tema de felicidad, para responder ese interrogante es importante definir qué son cosas malas.

Aljure prefiere llamar a esas cosas malas situaciones no deseadas, de las cuales puedo tener control sobre algunas de ellas y sobre otras no.

Una situación fortuita es, por ejemplo, la muerte de un familiar. En ese caso ya no está en mis manos. Es imposible de evitar. Pero en casi todas las demás se podría manejar, o por lo menos, disminuir la probabilidad de que sucedan, si se es más organizado y precavido.

“Una vez me pusieron tres partes en un mismo día. Iba de Neiva para Boyacá. Me crucé la línea amarilla, sabiendo que no me la debía pasar; excedí el límite de velocidad, sabiendo que no debía. Eso era lo natural que me pasara: violé la ley”.

Explica que hay unos aspectos que pueden influir en lo que uno llamaría mala suerte o resultados no deseados y están relacionados con las decisiones, los conocimientos, los comportamientos y las expectativas frente a ciertas situaciones.

“Si yo tengo la expectativa de ir a Cartagena para salir con mi grupo de amigos, pero llego y mis amigos no están, igual, tengo a Cartagena para disfrutarla y puedo salir y hacer otras cosas. Pero si mi expectativa era esa, y nada más que esa, entonces catalogo ese hecho como algo no deseado, aun cuando podría gozarme la ciudad”.

Pero también el tema de expectativas puede ser que alguien tenga la esperanza de que lo promocionen en su empresa y eso no suceda. La pregunta que se debe hacer esa persona--dice Aljure-- es: ¿La expectativa que tenía estaba bien fundamentada?, ¿o es una expectativa que no tiene fundamentos y en consecuencia es muy probable que no sucediera?

El coach personal opina que no se trata de no tener expectativas, se trata de tenerlas acordes con los recursos y capacidades que se posee.

“Yo puedo asegurar muchas cosas de la vida (pagar la póliza del seguro, hacerme los chequeos médicos, comer sano, hacer ejercicio) y eso no me garantiza que no me pasen cosas malas, pero me disminuyen las probabilidades indudablemente. Y en las cosas que no puedo cambiar, simplemente debo actuar de manera preventiva. Y, si a pesar de eso me pasa algo, preguntarme: ¿para qué la vida me está mostrando eso?”.

La mala suerte no existe
Según la psicóloga Tatiana Buitrago, uno de los órganos más importante es el cerebro. Ahí es donde se forman los pensamientos, los cuales se traducen en acciones y emociones.

“Lo que piensas es que lo terminas atrayendo a tu vida. Lo que la gente llama el famoso pensamiento positivo. Hay muchos estudios que comprueban que tú eres al final lo que piensas y sientes, en ese sentido la mala suerte no existe”, explica Buitrago.

Lo que sí existe son decisiones y pensamientos equivocados. La especialista asegura que nos cuesta asumir las consecuencias de esas decisiones y uno de los mecanismos de defensa por los que se opta es decir que se tiene mala suerte.

“Sí hay situaciones fortuitas que uno no espera, como por ejemplo el fallecimiento de un ser querido. Pero a lo que me refiero es que cuando te pasan tantas cosas negativas, se debe hacer un pare y ver hasta qué punto uno desde ese pensamiento y desde esa idea está aportando a que esas cosas sucedan”.

Explica que en pedagogía hay un fenómeno que se llama efecto Pigamalión, que son profecías autocumplidas. Consiste en tratar de influir en los demás por medio de pensamientos positivos.

Un ejemplo del efecto Pigmalión es lo que ocurrió el pasado miércoles cuando la Selección Colombia le ganó a Brasil 1-0, en el torneo de la Copa América. Al final del partido, el director técnico del equipo colombiano, José Pékerman, ofreció una rueda de prensa. Los periodistas, entre muchos otros temas, le preguntaban por el bajo rendimiento de varios del seleccionado.

Sin embargo, Pékerman siempre respondía de forma positiva y manifestaba que tenía fe en sus jugadores. Cuando le preguntaron por Radamel Falcao y lo apagado que se le vio en el juego, el argentino dijo: “Poco a poco va a ir llegando a un nivel óptimo. Es cuestión de tiempo y en cada partido va a ir evolucionando”.

Esa actitud positiva y confianza en su equipo puede ser el secreto de tanto triunfos de la Selección Colombia.

Más sobre efecto Pigmalión
El efecto Pigmalión tiene su origen en un mito griego en el que un escultor llamado Pigmalión, se enamoró de una de sus mejores creaciones, Galatea.

Era tanta su obsesión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real. La diosa Afrodita, al ver el amor que este sentía por la obra, le dio vida.

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A veces lo que necesitamos en la vida es un poco más de fe y pasión. Ya bien lo decía Paulo Coelho en su libro El alquimista: Cuando una persona desea realmente algo, el universo entero conspira para que pueda realizar su sueño. 

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