Levantado sobre los vestigios del pavimento resistente que utilizó Juan Bautista Mac Evan para construir el Fuerte redondo de El Boquerón, en el Siglo XVIII se levantó -200 años más tarde- el Fuerte San Sebastián del Pastelillo, una de las fortificaciones más antiguas de Cartagena, hoy en el barrio Manga, en un sitio de lodos y manglares, inaccesible e insalubre.
Este Fuerte, considerado uno de los más importantes, protegía el Puerto de España en América, de los barcos de piratas o corsarios y del contrabando de mercancías que se hacía por Getsemaní -antes de la construcción de la muralla- cuando los patios de las casas daban directamente a la Bahía.
Según el historiador y Arquitecto restaurador, Alberto Samudio, El Boquerón fue construido por iniciativa del gobernador Antón Dávalos de Luna, ayudado por el Cabildo de la ciudad, que tomó a préstamo 2.000 pesos de plata.
“El 29 de noviembre de 1742 llegó el coronel e ingeniero militar Juan Bautista Mac Evan a Cartagena, acompañado del Capitán Antonio de Arévalo y después de inspeccionar las fortificaciones, Mac Evan comenzó a trabajar en un proyecto general de reconstrucción y reparación de todas las fortalezas casi destruidas tras el ataque de Vernon, y en julio de 1743, con la aprobación del Virrey, inició la construcción del fuerte de San Sebastián del Pastelillo, un fuerte de planta pentagonal irregular y achatado como un pastel, del que toma el nombre.
Cuanta el historiador que dado que el fuerte llegó después de las reglas academicistas normalizadas en el arte de fortificar, fue criticado por posteriores ingenieros militares enviados por la Corona.
“El gobernador e ingeniero Ignacio de Sala y Antonio de Arévalo, dijeron que su artillería estaba mal dispuesta, pues no le veían utilidad a la batería que daba a la Isla de Manga y sus fuegos no eran efectivos ante una defensa por el mar, y como si fuera poco el emplazamiento del polvorín había sido construido precisamente en el lugar más expuesto, lo que lo hacía presa fácil de una voladura por parte de los enemigos. Por esta razón, el San Sebastián no entraría verdaderamente en batallas navales sino en escaramuzas de la Independencia”.
UN NUEVO USO
Tres siglos después, en 1943, y luego de una gestión de jóvenes pescadores cartageneros ante el presidente Eduardo Santos a través de su amigo y copartidario, don José V. “Pepe” Mogollón L., el Congreso de la República, mediante la Ley 30, dio el aval para que el Club de Pesca de Cartagena administrara el Fuerte de San Sebastián del Pastelillo durante 100 años, de los cuales han transcurrido ya 68 años.
Según Amaury Covo, presidente de la Junta Directiva del Club, años atrás el Fuerte era un lugar derruido, como los demás monumentos históricos, donde pastaban caballos y se hacía pesca de orilla.
Una vez allí, en 1972 el Fuerte fue restaurado por Juan Manuel Zapatero y desde entonces sólo se le hacía mantenimiento, por lo que fue necesario restaurarlo nuevamente y con técnicas mejores.
Según Covo, en el 2009 empezaron el proyecto liderado por Alberto Samudio y un equipo de arquitectos y restauradores con los que empezaron el trabajo, para ello se destinaron $ 3.000 millones de pesos de los cuales se han invertido $1.000 millones.
Pero no fue fácil. Había que conocer y estudiar sobre la historia de Cartagena y hacer estudios que llevarían el proyecto a una restauración científica.
También debieron conocer y estudiar la historia de los fuertes de la ciudad para aclarar dudas como la de la ubicación de la garita que da frente al mar y que viéndola bien, no cumplía con su función. Durante los trabajos también se descubrieron los desagües de agua lluvia que no se encontraron en la restauración de 1973, ocultos por la basura y sedimento.
Según Samudio, en los estudios de calificación, se detectó la falta de soporte de la estructura de la muralla del Fuerte en el área de la sub-base (área del rodapié), es decir, dentro de la bahía.
“El origen de estas deformaciones y socavación, explica el Arquitecto, se debe a la alteración del equilibrio estático que el monumento tenía anteriormente, el cual se deterioró por el tráfico alto de lanchas y otros medios de transporte acuático, que llegaban cerca del monumento y que, con el transcurso de los años y falta de intervenciones oportunas, se fue deteriorando poco a poco en el área del cimiento”.
Para reparar el problema se realizaron los trabajos con la consolidación estructural de las sub-bases y se instalaron defensas submarinas (bolsas de concreto) que ayudarán a que no se socave o hunda la estructura, aunque debe controlarse más estrictamente el oleaje de las lanchas; también se restauraron los merlones, banquetes, troneras, el polvorín, garitas, el acceso a las fortalezas y se recuperó el sistema original de drenaje de las plataformas.
También se descubrieron las exploraciones arqueológicas, confrontadas con los levantamientos arquitectónicos que permitieron aseverar que el garitón y dos murallas bajas del lado oeste de lo que hoy es el Restaurante Club de Pesca, son parte de la fortificación original del siglo XVI.
Aún faltan trabajos por ejecutar como la intervención en la Plaza de Armas, la solución a problemas de inundación en periodos de marea alta y lluvias, así como algunas obras exteriores y en el interior del Polvorín, donde los españoles guardaban las municiones.
NUEVOS PROYECTOS
Aprovechando la historia, belleza arquitectónica y que es un Monumento Nacional restaurado que todavía conserva algunas de las estructuras del Fuerte de El Boquerón, el Club de Pesca está pensando en hacerlo aún más accesible a la comunidad cartagenera y turistas, y para ello piensan convertirlo en una estructura museográfica y museológica, tomando como punto de referencia los vestigios del siglo XVI, en el área del Restaurante, con una conveniente señalización del hallazgo y su importancia en la historia de la ciudad y de esta manera también se garantizarían los recursos para su autosostenibilidad.
CARACTERÍSTICAS DEL FUERTE
El Fuerte de San Sebastián del Pastelillo tiene tres alineaciones o cortinas. Una primera, hacia el suroeste, tiene dieciséis troneras enfiladas hacia la entrada del surgidero, que protegen el acceso a éste desde la bahía exterior, al tiempo que cierran el canal que existe entre este punto y la península de Bocagrande, que da acceso a la Bahía de las Ánimas.
Hacia el sureste existe una segunda alineación de ocho cañones que defienden el acceso a la isla de Manga. Finalmente tiene una tercera alineación al este con siete cañones con la misión de cubrir los terrenos de la isla de Manga y el camino al Cerro de San Lázaro.
El frente que da hacia Getsemaní está sin fortificar, de modo que si el enemigo se tomara este fuerte no hubiera podido defenderse ni abrir fuego sobre el baluarte del reducto, que lo cubría con sus cañones.
Su recinto, de planta irregular adaptada al terreno, está rodeado de muralla sencilla, con aspilleras (ranuras) para fusilería. Se le hizo cuerpo de guardia, alberca, almacén de pólvora y un muelle para desembarcar la artillería y los pertrechos.
EQUIPO DE TRABAJO
Contratista:
Alberto Samudio
Dirección de Obras:
Arq. Restaurador Alberto Samudio
Arq. Restauradora Rosa Helena Martínez Vásquez
Residente de Obras:
Arq. Claudia Ochoa Pardo.
Ing. Estructural:
Jorge Rocha Rodríguez
Facetas
El Fuerte San Sebastián del Pastelillo emerge frente al mar
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