Facetas


La Virgen de los Navegantes tiene su restaurador

GUSTAVO TATIS GUERRA

24 de julio de 2016 12:00 AM

Restaurar a la Virgen del Carmen ha sido una  titánica y apasionante aventura, como quien arma un rompecabezas, después de que un rayo la  derribara con sus 24 toneladas al mar, el 8 de agosto de 2015. El escultor restaurador bogotano Carlos Enrique Rodríguez Arango descubrió al armar los fragmentos, que el monumento estaba a punto de  caerse, y el rayo cayó  en las rodillas frágiles y vulnerables de la virgen.

“El daño venía minando por dentro a la virgen que había sido creada por el escultor italiano Luis Heredi en mármol de Carrara la había delineado para 15 metros de altura, y la dejó en 9 metros, porque no alcanzó el dinero de aquellos años cincuenta para hacerla, y  entonces el escultor la hizo hueca por dentro para disminuir su peso, pero se cometió un adefesio local cuando se le rellenó de cemento y hierro por dentro, lo que la expuso a un lento pero gradual deterioro, expuesto a las mareas, al sol y los vientos, cuando fue trasladada del Reducto de San Lázaro. El hierro por dentro se oxidó y afectó el concreto y luego, el mármol, en la parte de las rodillas de la virgen”, cuenta el arquitecto y escultor Rodríguez Arango. El rayo hizo destrozos en las rodillas de la virgen, rotos oblicuos, verticales y horizontales, le cercenó una mano  a la virgen y un dedo del pie del Niño Dios. Al desplomarse la virgen quedó enterrada en la arena y los fragmentos dispersos en el mar, con toda su vestidura deshecha. De la rodilla para arriba, la virgen descendió a dos metros de profundidad. Los buzos de la Escuela de la Armada  rescataron la mano y el dedo.

Desde hace más de mes y medio, Rodríguez Arango restaura la virgen, gracias a la iniciativa de la Arquidiócesis de Cartagena y al Monseñor Jorge Enrique Jiménez, el apoyo decidido de la Sociedad Portuaria, la Armada Nacional, los arquitectos Angelina Vélez y Mateo Santander, el Almirante Evelio Ramírez, y los escultores que trabajan el mármol y participan de esta restauración junto a Rodríguez Arango: Ernesto Jiménez y Víctor Andrés Suárez. “Los pedazos de su ropa no los he pegado, sino planchado”, me dice el escultor. Cada detalle de la virgen lo estoy restaurando con un pantógrafo, una técnica renacentista de puntos tridimensionales. La aguja marca los puntos en el bloque de mármol. Cuando yo hice el rostro escultórico  de Adán en mármol, trabajé treinta puntos de la nariz para encontrar la precisión. Eso mismo hago con la virgen”.

La corona perdida

El segundo hallazgo del escultor Rodríguez ha sido comprobar, luego de ver la fotografía de 1961 del italiano Giovanni Mangini, que la Virgen del Carmen tenía una enorme corona u aureola sobre su cabeza, con 12 rayos y 12  estrellas iluminadas. ¿Quién se la llevó, luego del traslado de la virgen del Reducto de San Lázaro a la bahía? La virgen no llegó con  su corona de bronce  de tres metros de diámetro, a la bahía. Alguien se quedó con ella”.

El restaurador está haciendo esa corona y aspira que el 8 de diciembre de 2016, en la noche de las velitas, la Virgen del Carmen tenga iluminada su corona y su resplandor ilumine el infinito. El escultor peina los cabellos de  mármol de la virgen como si acariciara los hilos de una filigrana. 

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