Magdalena Rodríguez Arévalo es una mujer de 55 años que reside junto a su esposo y su hijo en el sector Francisco de Paula I, en el barrio Nelson Mandela. Esta mujer, quien es cristiana, hace parte de las cientos de familias cartageneras que carecen de necesidades esenciales para sobrevivir. (Lea: Sonrisas y amor para las madres de Nelson Mandela)
Magdalena nos contó que día a día su compañero, de 62 años, tiene que salir a buscar el sustento y su hijo de 30 años padece un déficit cognitivo. “A mi esposo por la edad no lo cogen a trabajar. Él sale todos los días a buscar alimentos para nosotros, mientras yo me quedo cuidando a mi niño porque tiene retraso mental”, dijo. (También le puede interesar: Video: Ana, la mujer que ayuda a las madres adolescentes de Nelson Mandela)
Mientras Magdalena nos contaba su diario vivir nos mostró un porta de comida que tenía solo un poco de arroz y un pequeño pedazo de carne. Inmediatamente, sus lágrimas salieron a flote. Considera que cada bocado de comida lo consiguen por la gracia de Dios. “Mi compañero a veces sale para donde las hermanas a ver qué consigue para comer y hoy nos trajo esto -muestra el porta comidas- porque ni a él ni a mí nos cogen a trabajar en ninguna parte. No tenemos ayuda de nadie, aunque mi hija viene a visitarnos y nos colabora”, reiteró la mujer.
Su vivienda es similar a la de sus vecinos: paredes a medias, techos de zinc, sin plantilla y aunque parezca insignificante para muchos, esta mujer, al igual que residentes de los sectores El Progreso, Los Trupillos y Los Olivos, tiene un sueño y es ver su casa remodelada, especialmente el baño.
Vecinos de la zona reiteran que a pesar de la pocas oportunidades y preparación profesional, son gente pujante que a pesar de las dificultades buscan salir adelante. “Sinceramente necesito bastante el baño porque la pared que está en mal estado perjudica la pared del cuarto de mi hijo. Todo lo que tenemos aquí son bendición de los hermanos de la iglesia, porque estamos solos. Queremos prevenir un mosquito, una mala enfermedad porque he tenido a mi hijo hospitalizado, ya que cuando le da gripa se le congestionan los pulmones. Yo sé que si me ayudan, Dios se los va a multiplicar”, reiteró.
Muy cerca de la casa de Magdalena vive Marcela Zúñiga con su esposo y sus dos hijos adolescentes (una niña de 13 años y un niño de 14), quienes esperan que el Distrito, a través del proyecto “Apoyo Habitabilidad para la Superación de la Pobreza y Desigualdad”, realice el mejoramiento del baño de su vivienda. “Mi baño está feo, a veces me da pena prestar el baño porque está en malas condiciones. Mis hijos lo necesitan porque no tenemos privacidad. Si fuéramos todas mujeres sería diferente, pero a ella -su hija- no le gusta que la vean”, aseguró.
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