Una fotografía de una escultura de Gabriel García Márquez usando tapabocas ha circulado en las redes sociales. Se trata de una figura del maestro Óscar Noriega que está en la plaza principal de Aracataca, Magdalena. El Universal charló con John Santoya, gestor cultural, secretario de Cultura del municipio y el responsable de esta idea. Él explicó qué lo motivó a poner un tapabocas sobre la figura del Nobel de Literatura colombiano. “La iniciativa es, sobre todo, pensando en la importancia y relevancia que tiene la figura de Gabo, usando un tapabocas precisamente en tiempos de pandemia. Él, en sus escritos, alcanzó a vaticinar un tema como este y a través de su imaginación llevó a cabo unas medidas como el aislamiento en la pandemia, que los hizo salir de la crisis del insomnio en Cien años de soledad”, dice. (También le puede interesar: Se disparan las ventas de ‘El amor en los tiempos del cólera’ en EE.UU.)
Dicha escultura de Gabo está de visita en Aracataca gracias al maestro Óscar Noriega, que la cedió en calidad de préstamo para un homenaje póstumo que se le realizó a García Márquez. La imagen está justo al pie de la iglesia, diagonal al lugar donde el papá de Gabo trabajó como telegrafista y a una cuadra de la vivienda donde nació el escritor. “Gabo es una figura emblemática, no solo de Aracataca sino del departamento y de Colombia y uno de los estandartes de Colombia ante el mundo. Es precisamente la memoria de Gabo a la que quise hacer un homenaje colocando un tapabocas como símbolo, por el respeto a las normas que tenemos que tener frente al COVID-19 y la figura relevante que él significa, obviamente portando el tapabocas. No fue casual que posteriormente comenzamos a ver esculturas de diferentes partes del mundo, algunas de ellas frente a la Torre Eiffel, empezaron a ponerles tapabocas por la relevancia y significancia de cada escultura, pero creo que fue un tema que se originó desde Macondo”, señaló.
En su obra Cien años de soledad precisamente Gabo alude a la peste, “de hecho parece algo premonitorio a lo que está sucediendo actualmente”. Así lo escribió en su libro:
“Cuando José Arcadio Buendía se dio cuenta de que la peste había invadido el pueblo, reunió a los jefes de familia para explicarles lo que sabía de la enfermedad del insomnio, y se acordaron medidas para impedir que el flagelo se propagara a otras poblaciones de la ciénaga. Fue así como les quitaron a los chivos las campanitas que los árabes cambiaban por guacamayas, y se pusieron a la entrada del pueblo a disposición de quienes desatendían los consejos y súplicas de los centinelas e insistían en visitar la población. Todos los forasteros que por aquel tiempo recorrían las calles de Macondo tenían que hacer sonar su campanita para que los enfermos supieran que estaban sanos. No se les permitía comer ni beber nada durante su estancia, pues no había duda de que la enfermedad sólo se transmitía por la boca, y todas las cosas de comer y de beber estaban contaminadas por el insomnio. En esa forma se mantuvo la peste circunscrita al perímetro de la población. Tan eficaz fue la cuarentena, que llegó el día en que la situación de emergencia se tuvo por cosa natural, y se organizó la vida de tal modo que el trabajo recobró su ritmo y nadie volvió a preocuparse por la inútil costumbre de dormir”. (Lea también: Cuarentenas contadas por novelistas)
Lo cierto es que el pueblo de Gabo hoy no tiene contagiados por coronavirus. “No obstante, se mantienen todas las normas y medidas de protección y quién más que la figura de Gabo para ser la pieza connotativa para determinar una forma de autocuidado ante el COVID-19. Monté la foto de la escultura con el tapaboca en mi estado de Facebook y de inmediato tuvo muchísimas reacciones y comentarios, se viralizó por lo menos como un mensaje de reverencia al maestro Gabo”, sostuvo Santoya. Aracataca es un pueblo productor de aceite, ganadero en gran parte y productor de banano, por lo que una parte de su población se mantiene trabajando pese a la crisis por el COVID -19, pues los sectores que producen alimentos no han cesado sus actividades.
De otra parte la novela El amor en los tiempos del cólera, donde Gabo escribe sobre otra peste, ha sido una de las más vendidas en Estados Unidos por estos días de pandemia.
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