Colombia es el cuarto productor de aceite de palma del mundo y el primero de América. En 2022 la producción fue de 1,3 millones de toneladas y las proyecciones para el cierre de este año son de 1,8 millones de toneladas.
En el país hay 580 mil hectáreas sembradas de palma de aceite y el cultivo es el segundo con mayor área sembrada del país, después del café. (Lea aquí: Aceite de palma: producción récord en Colombia en 2022).
Esta agroindustria tiene entre sus retos el tener una productividad sostenible, para lo cual están comprometidos los productores, empresarios, Fedepalma y su centro de investigaciones Cenipalma.


Nidia Elizabet Ramírez, líder del Área de Biorefinería y Sostenibilidad de Cenipalma.
Esta semana en la Reunión Técnica Nacional, celebrada en Bucaramanga, Nidia Elizabeth Ramírez, líder del Área de Biorefinería y Sostenibilidad de Cenipalma, presentó la investigación: ‘Estimaciones de la huella de carbono del aceite de palma de Colombia - Sector Palmero’.
“La huella de carbono del aceite de palma en Colombia en 2017 fue de -689 kilogramos de CO2, equivalente por tonelada de aceite de palma producida. Un nuevo estudio, con más cantidad de información de las plantas y plantaciones, para actualizar el dato, señala que esa huella es -77 kilogramos de CO2 equivalente por tonelada de aceite de palma crudo producido. Esa disminución de la huella se puede dar por el ingreso de información real frente a la estimada que habíamos hecho en el primer estudio. Adicionalmente, también se están tomando los datos más reales del cambio del uso del suelo y eso también afecta el dato final”, detalló la investigadora. (Lea aquí: 22 municipios de Bolívar cultivan palma de aceite).
“Ese resultado indica que el sector palmicultor requiere hacer más gestión y más uso de buenas prácticas”, añadió.
“¿Por qué pasó? Primero se obtuvieron datos más reales del uso del suelo, segundo el carpado de las lagunas es una de las emisiones más altas que tiene el sector y desafortunadamente las plantas de beneficio están ingresando a este carpado de forma lenta, por lo tanto esa emisión no se ha podido disminuir y algunos datos que se tienen allí son la cantidad de fertilizantes químicos que se agregan a la plantación”, explicó Ramírez.
“La huella de carbono es la estimación de las emisiones generadas por el uso del suelo, por la fertilización química, el uso de los combustibles fósiles, las emisiones generadas por los agroquímicos y el uso de la energía. De ellas, la más incidente es el metano que es el generado por las lagunas del sistema de tratamiento de aguas residuales de las plantas. Es la degradación de la materia orgánica, que se tiene en las aguas residuales del sector y es lo que más genera metano”, indicó la investigadora.
Esa huella - añadió- tiene una parte que es la captura de carbono que se genera en las plantaciones. “Cuando tengo las emisiones y las absorciones, la suma de ellas me genera la huella de carbono”, precisó.
La información para obtener esta huella se capta directamente de las empresas y Cenipalma hace el análisis de información.
“Esa huella colombiana, comparada con los grandes productores como Malasia e Indonesia, está muy bien. Emitimos menos o tenemos una huella más benéfica para el ambiente. Sin embargo, no nos podemos quedar allí y debemos gestionar buenas prácticas para continuar disminuyendo la huella carbono”.
En el primer estudio ingresaron 27 plantas de beneficio y 11 plantaciones del país y fue cerca del 70% la producción nacional de aceite de palma de 2017. En este nuevo estudio se logró aumentar la cantidad de plantas a 45 y también las plantaciones, que representaron cerca del 85% de la producción nacional de aceite de 2021. En Colombia hay 74 plantas de beneficio activas. (Lea aquí: Híbrido de palma de aceite, más resistente a la Pudrición del Cogollo (PC)).
Entre las más de 70 investigaciones que se presentaron esta semana en la Reunión Técnica Nacional de Palma de Aceite, en Bucaramanga, estaba una de las trabajadoras sociales Jurley Espinoza y Glenis del Carmen Guerrero, de la Promotora Hacienda Las Flores, de Marialabaja (Bolívar), titulada: ‘Construyendo una palmicultura sostenible con relevo generacional exitoso’. La investigación concluye que desde el año 1998 se inició el proyecto de alianzas estratégicas para la siembra de palma de aceite y 25 años después, alrededor del 35% de los palmicultores son adultos mayores, por encima de los 65 años. “La población rural, especialmente la campesina, se está envejeciendo, cada día son menos los jóvenes que viven el campo”, señalan las investigadoras.
Ante ese panorama, la investigación tiene como objetivo vincular a nuevas generaciones para una administración favorable del cultivo de palma de aceite. Por ello se creó el programa ‘Relevo Generacional Exitoso’, que incluyó visitas domiciliarias, encuentros de grupo, campaña comunicacional divulgativa y acercamiento y vinculación de relevos generacionales, al proyecto de alianzas estratégicas. El programa logró despertar el interés de jóvenes y niños, se identificaron jóvenes que aplicaban al propósito del programa, se logró que los adultos mayores delegaran en nuevas generaciones funciones del proyecto familiar y mayor participación de las mujeres en la toma de decisiones y procesos de la unidad productiva. El programa logró la adopción exitosa del proceso.
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