Con el regreso a la normalidad en las aulas de clases, tras el estudio remoto por la pandemia, también volvieron ciertas situaciones, que si bien son propias de los ambientes escolares es preciso dejar de normalizarlas, por el efecto negativo en la salud física y mental de los estudiantes.
En entrevista con El Universal, la psicóloga clínica Fabiola Flórez Marrugo, destaca que “la realidad familiar es que los padres pasan gran parte del tiempo lejos del hogar, y por ello es importante mantener la comunicación constante con el colegio y con los maestros, ya que este es el espacio en el que pasan gran parte del tiempo nuestros hijos”.
Resalta que la escuela es el escenario donde los niños y niñas evidencian comportamientos significativos en cómo afrontan el mundo, las interacciones con sus pares y las decisiones que toman, así como los posibles riesgos a los que se enfrentan, por lo que si existe la comunicación activa, se puede activar la ruta de protección del menor a nivel familiar y social, permitiendo reducir los riesgos.
Atento a la señales
¿Cuáles son las alertas que los padres deben tener en cuenta para saber si sus hijos tienen problemas en el colegio? La psicóloga clínica enfatiza en la necesidad de los padres de familia de mantener una comunicación sana con sus hijos, sin importar el tiempo que pasen con ellos, para que los reconozcan como figuras de protección y de afecto, lo que les permitirá sentir confianza para acercarse y comentar sus problemas o miedos.
“Una vez se tiene esta comunicación, el padre es capaz de identificar los cambios en el interés hacia la escuela, las posibles alteraciones en su comportamiento, como trastornos en la alimentación, en el sueño e incluso en el lenguaje, así como variaciones en su relación con los pares, asumiendo conductas muy pasivas, o violentas hacia ellos”, explica la psicóloga.
Ojo a la emociones
“Es importante validar los mensajes que envía nuestro cuerpo, como el miedo, el desagrado o el enojo, el sentir cuando el corazón se acelera y nuestras manos nos sudan. La sociedad nos ha enseñado a reprimir esas emociones, negándonos así la posibilidad de reconocer el verdadero y valioso mensaje que nuestro cuerpo nos da, que es actuar y protegernos, buscar ayuda”, indica con preocupación la especialista, al tiempo que advierte que, si no se identifica este mensaje, “difícilmente los niños y jóvenes van a aprender a encontrar estrategias de afrontamiento inmediata para enfrentar situaciones de riesgo”. Lea también: Consejos para afrontar la pérdida del año escolar.
La profesional recomienda a los padres reforzar la idea a sus hijos de manifestarse ante el primer asomo de apodo, descalificación, juicio o señalamiento y no permitir que esta situación se vuelva a presentar.
La doctora Flórez apunta que violencia verbal está normalizada en los colegios, lo que ha llevado a que muchos niños se sientan merecedores de los apelativos discriminatorios que les asignan, lo que abre el camino a un matoneo mucho más intenso.
De acuerdo con la psicóloga, tanto lo padres de familia como los docentes y rectores deben darle mayor importancia a las conductas de “cutting” que se evidencian con mayor frecuencia en las niñas. Estas autolesiones suelen ser el medio para exteriorizar situaciones que provocan molestia o frustración y para las cuales no encuentran las palabras o los canales apropiados para comunicarlas.
“Ningún tipo de violencia, ni física ni verbal debe ser permitida, al tiempo que las descalificaciones y los juicios, sin importar que vengan de un maestro o de un compañero, deben ser rechazadas”, resalta Flórez.
No se debe permitir que las diferencias sean utilizadas como un motivo de rechazo, ni normalizar situaciones de riesgo, como el consumo de sustancias psicoactivas o la negligencia de los maestros. Le puede interesar: Claves para despertar el interés académico en los estudiantes.
El amor propio es fundamental
La especialista indica que para prevenir situaciones incómodas en la vida escolar de nuestros hijos es fundamental sembrarles el amor propio .
“Un niño, niña, o adolescente, que reconoce su verdadero valor, identifica y no permite ningún tipo de situación que pueda afectar su integridad y, por lo tanto, establecerá los límites necesarios y buscará ayuda”, finaliza la psicóloga.
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